Je ne sai quoi. (Stanley X Lefou) (Gaston X Lefou)

Capítulo Sexagésimi Tercero: Stanley

Esta mañana al mirarme al espejo note que en mi rostro comenzaban a formarse una especia de manchas moradas bajo mis ojos, lo que era un claro indicador de lo poco, nada, que había dormido la noche anterior. De tanto imaginar una y otra vez a Lefou acercándose a mí para besarme apenas si había podido pegar el ojo y las veces que estaba a punto de quedarme dormido un extraño sueño me hacia volver a despertar. No sé como durante este ir y venir tuve el suficiente auto control como para no levantarme en medio de la madrugada para buscar a Lefou, aun cuando las ganas de repetir ese beso estuvieran volviéndome loco.

Por fortuna el amanecer estaba llegando y con ello la hora de verle, sin embargo aun tenía que esperar dos horas más para salir de casa, ya que según tengo entendido él se levante todos los fines de semana cuando el reloj marca las ocho en punto y obviamente no iría antes para no interrumpir su sueño.

¿Pero y que tal si él tampoco pudo dormir esta noche? ¿Podría ser que ahora este despierto? ¿Y si no?

Despues de una disputa conmigo mismo al vestirme, en la cual termine decidiendo esperar a que el reloj macara las ocho, baje a la sala para poder distraerme un poco. En cuanto iba hacia allá me encontré saliendo de su habitación, antes la de Lidia, a Vanessa, quien nada más verme me pregunto a donde me dirigía tan temprano sin siquiera darme los buenos días. Tras respóndele que solo iba por un poco de te continúe mi camino, solo que esta vez con ella acompañándome ya que al perecer ella también iba a lo mismo. Si como no. Como hera de suponerse yo fui quien termino haciéndolo todo mientras que ella solo se limitaba a mirarme fijamente desde el sofá, algo que me estaba poniendo muy incomodo, en tanto yo recibía una quemada tras otra provocada por el temblor de mis manos nerviosas que derramaban el liquido caliente de las tasas al trasportarlas de la cocina a la sala.

Al sentarme a su lado pude notar que se moría de ganas por preguntarme él porque me encontraba tan ansioso, mas creo que quería controlar su curiosidad por todos los medios posibles, pero al verla tan incomoda decidí responder por mi propia cuanta, aun cuando no estuviese dispuesto a decirle la verdad.

- Tuve una pesadilla, – fue lo primero que se me vino a la mente a la hora de responder – es un poco vergonzoso admitirlo pero por eso estoy un poco alterado.

- ¡Ahhhh! Menos mal – Dijo ella en un suspiro de alivio. – Por un momento creí que estabas así por lo que ocurrió con Lefou anoche.

- ¡Que es lo que viste! – Solté alarmado creyendo que ella había visto lo sucedido mientras la tomaba bruscamente de los hombros obligándome a mirarme.

Para mi buena suerte ella se refería con "lo de anoche" a lo ocurrido minutos antes de que saliera echo humo con dirección a la prisión, cosa de la cual me había olvidado pero ahora gracias a Vanessa lo tenía presente nuevamente dándome así otro motivo por el cual ponerme aun más inquieto.

Cuando por fin el reloj anuncio entre campanadas la hora de inmediato salí de mi hogar con dirección a casa de Lefou olvidándome por completo de lo lejos que quedaba, puesto que mientras mi hogar se encontraba en una zona muy céntrica, el suyo quedaba a las afueras del pueblo, casi habiendo que internarse en el bosque para llegar a él, por lo que el trayecto a pie era además de agotador un tanto fastidioso, o almenas en ese momento, ya que sin su compañía y con las ansias de verle a todo lo que daban hacían parecer eterno el camino. Gracias al cielo no había tanta gente en el las calles como de costumbre, lo que hizo que mi trayecto fuera más fluido y pudiera llegar más rápido a casa de Lefou. Algo que tal vez no fue tan conveniente que digamos, debido a que cuando llegue y llame a la puerta por primera vez el no me atendió, supongo que seguramente aun seguí dormido. Probablemente estaba muy cansado, pelear contra una escolta de italianos debe ser agotador, más si hacen alarde de sus típicas trampas durante su combate.