Capítulo Centésimo Séptimo: Dael.

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*****Nota del Autor*****

Okay, sé que dije que este sería el último capítulo, pero era demasiado y tuve que partirlo, (no creo que quieran leer 56 hojas de un tajo) así que aún queda un último capítulo. Espérenlo con ansias y disfruten >u< Los amo a todos y todas.

~ París, Francia. 27 de Octubre de 1763 ~

Aun después de tanto tiempo, recuerdo como si hubiese sido ayer el día en que te marchaste de mi lado. No sabes cuantas veces tras tu partida, se repitió en mí la sensación de estar tumbado sobre el suelo pidiendo por ti. Fueron muchas las noches, que pase en vela mirando por el ventanal con la esperanza de verte llegar entre la espesura del bosque. Pero como era de esperarse, con aquel acto solo podía contemplar la obscuridad que, con cada día que pasaba, con cada mes e incluso año, me recordaba que jamás volvería a verte... O al menos, eso era lo que pensaba los primeros días después de que te perdí.

No se cómo, ni porque, pero después de encontrarme en repetidas ocasiones con aquel peculiar siervo, mismo que una vez nos hizo compañía en nuestra gruta, el sentimiento aquel que dejo tu partida comenzó a desvanecerse, y extrañamente, una sensación de esperanza comenzó a crecer en mi pecho.

Han pasado tantos años y el sentimiento sigue, sin embargo, ya no como el deseo de volver a encontrarte por casualidad en mi camino, sino como la esperanza, de que sea cual sea el lugar donde hoy te encuentres, seas feliz y goces de la plenitud de la que nuestro amor carecía.

Con cariño tu buen y gran amigo...

- Stanley de Leclair. –

***Stanley***

Siempre solía hacer eso

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Siempre solía hacer eso. Firmar la despedida de mis notas y pronunciar en voz alta mi nombre, como si se lo estuviese leyendo a alguien. Quizá en algunas ocasiones sí que tenía público, los pequeños de Vanessa, muchas veces solían exigir que les leyera en voz alta lo que escribía a mi querido Lefou. Pero en este viaje, y sobre todo dentro de mi propio camarote, me encontraba completamente solo. Indudablemente por este motivo, había escrito más de la cuenta. La soledad, sí que aviva los sentimientos de un escritor, por ello, es que hasta de las crónicas escritas por Lefou en sus épocas de soldado, me dieron montones de inspiración para muchos de los cuentos que comercialice durante mis viajes. No me enorgullece mucho, pero me alegra que los holandeses ahora tengan una imagen más vivida y cordial de Gastón, y de toda Francia en sus corazones. Bien decía mi madre, que para detener las guerras se debe atacar con imaginación y dulzura a los soldados más jóvenes, los niños. Quien diría que unos pequeñuelos enemigos, simpatizarían también con las osadas aventuras de dos soldaditos, de la misma edad que ellos, luchando en nombre de su rey aun y lucharan para el bando que sus padres consideran enemigo.

En fin... mi reporte en la bitácora por el día de hoy estaba terminado, ya solo quedaba finalizar mis labores con la tripulación y esperar a tocar puerto en Dieppe para tomar un carruaje que me llevase a mí y a mis hombres a París y poder reunirme con mi querida familia. Hace mucho que no veo a mis pequeños Liselotte, Valerie y León. Seguramente deben haber crecido mucho después de estar más de un año sin frecuentarnos.

Je ne sai quoi. (Stanley X Lefou) (Gaston X Lefou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora