Capítulo 3.

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Me quedo en el mismo punto hasta que ya no distingo la figura de John. Me alejo del cuerpo del tipo desconocido y camino lentamente hasta mis amigos pensando en una sola cosa, ¡qué raro es John! Primero se había portado grosero, incluso me ha hecho sentir ofendida por su comentario sobre las rubias y de un momento a otro me ha salvado de un borracho, me ha protegido y se ha preocupado porque mi cuerpo temblaba descontrolado.

Seguramente nada de lo que acaba de pasar tiene relevancia para otras personas, pero, no puedo omitir que no lo conozco de nada. Sé su nombre, sí, y que es un gruñón, sí, que es nuevo en el pueblo, tiene dos hermanos y es misterioso, aunque eso no me dice quién realmente es y, aun así, cuando su cuerpo estuvo encima del mío, su rostro a centímetros de mi cara y sus manos rozando constantemente mis brazos, algo extraño se apoderó de mi cuerpo, como si una corriente pasara por cada partícula. Nunca me había sucedido algo así.

Respiro profundo antes de llegar donde mis amigos, quienes no se miran nada relajados. Dejo de pensar en las sensaciones que experimenté y me enfoco en los rostros preocupados y un tanto desesperados de todos.

—Emily, ¿dónde estabas? —Isaac de verdad suena alarmado. ¿Me he tardado tanto?

—Has tardado una eternidad, pensamos que te había pasado algo —agrega Clark asegurándose de que esté completa.

—¿Estás bien? —pregunta Michael mirando hacia atrás como si fuera a encontrar la razón de mi tardanza.

—Chicos, tranquilos. Estoy bien, estaba con John.

—¿John? —Leonel parece sorprendido.

—Sí...

Empiezo desde el principio, cuando lo encontré cerca de los baños y he sustituido la parte en la que fue totalmente grosero conmigo por un saludo neutral y que luego un tipo que desconozco intentó propasarse conmigo y de no ser por John quién sabe qué hubiera pasado. También he omitido la parte en la que hemos terminado en el suelo y lo que he sentido después de eso, porque, aparte de ser incómodo, quedaría como una loca al decir frente a sus hermanos que mi cuerpo entero ha vibrado por un desconocido. No puedo evitar prestar atención a la forma en la que Isaac y Leonel evalúan la situación, como si la presencia de John es algo por lo cual alarmarse o quizás preocuparse.

Aún en contra de mi voluntad le digo a todos que prefiero volver a casa, no tenemos ni tres horas aquí y la necesidad de irme me invade. Lo que acaba de ocurrir me ha afectado, pienso en que si John no hubiese decidido seguirme... ¡Un momento! Había dicho eso, me había seguido... ¿Para qué? Tal vez nunca lo sepa, lo cierto es que no me siento del todo bien. Miro la cara de decepción de Clark y Michael, son los mejores amigos del mundo y puede ser que este sea el último verano que los vea con regularidad en nuestra actividad favorita del pueblo y yo... quiero irme a casa.

—Lamento arruinar la noche, en serio.

—Pero qué dices, un imbécil intentó hacerte daño. Vamos a casa —dice Clark.

—No, ustedes quédense, puedo volver sola.

—Eso sí que no, nosotros podemos acompañarte —interfiere Isaac. Asiento apresurada.

—¿Segura, Emi? —El protector de Michael ha vuelto.

—Sí —contesto y le pido que no se preocupe más.

Me despido de Clark y Michael y los Carter me acompañan hasta casa. Quisiera ser más habladora y parlanchina, estoy más callada que un mudo y aunque Leonel intenta preguntarme un par de cosas contesto asintiendo o negando con mi cabeza. Me siento realmente a salvo hasta que estoy en el porche de mi casa.

John, la mayor de mis adicciones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora