Sus palabras han sido como el dulce sabor de un algodón de azúcar sobre la boca de un niño que ha pasado tres horas seguidas mirándolo con anhelo. Así de irreal me han sonado, han entrado a mi ser y recorrido todo mi universo. Nada, nunca, me había emocionado a tal grado. Él se está enamorando de mí y es lo último que debía pasar, pero ¿para qué engañarnos más? ¿Para qué fingir que solo nos estamos acostando cuando está pasando más que algo físico?
No tengo el valor suficiente para decir en voz alta todo lo que ha provocado y mucho menos para confesarle que yo también me estoy enamorando. Lo único que hago como respuesta es, acercarme más a él, acariciar su barba de dos días y saborear lenta y profundamente sus labios. Sus manos aprietan sutilmente mi cintura y mis manos se entierran poco a poco en su cabello.
Si me preguntan, ¿qué siento cada vez que beso a John? La respuesta es bastante sencilla, siento como mi alma sale un poco de mi cuerpo y se toca con ternura con la suya, se mecen al mismo ritmo que nuestros labios, todo cobra vida dentro de mí, recupero hasta la sensación más escondida de mi ser y las lágrimas se acumulan en mis ojos por sentir tanto. Este hombre me ha hecho sentir demasiado. Soy como un volcán en erupción cuando lo tengo cerca.
—John... —susurro cuando el aire es escaso. Me da un beso en la frente y me acurruca en su pecho, acepto contenta con mi mejilla sobre su camisa, y mi oído escuchando la forma alborotada en la que su corazón palpita... por mí... quiero creer que es por mí.
—¿Te quedarías conmigo hoy? —Me aparto con cuidado, no quiero que note lo asustada que me ha puesto su pregunta.
—¿Te refieres a dormir aquí? —lo miro fijamente.
—Sí —responde dudoso—. Me refiero a que te quedes durmiendo conmigo... si no quieres...
—Sí —lo interrumpo, de verdad, estoy asustada por quedarme a dormir con él, digo, no vive solo y yo tendría que mentirles a mis padres y he quedado con mis amigos para ir a cenar y él me mira con esos ojos que ahora mismo no son color miel, sino, café oscuro. ¿Cómo negarme? La idea de que los días se están acabando tan rápido y que quiero pasar con él todo el tiempo que se pueda cogen fuerza cada vez más.
—¿De verdad? —pregunta ansioso.
—Sí, John. Me quedaré a dormir, solo déjame hacer un par de llamadas y entro en unos segundos.
—¿Puedo saber a quién llamarás? —Me río, porque no sé si está bromeando o lo pregunta con molestia. ¿Está celoso? ¡Dios! No estoy familiarizada de ninguna manera con los celos. Detengo mi risa al notar que sigue muy serio.
—¿Es en serio?
—Lo sé, estoy empezando a exagerar. Lo siento —dice como un niño arrepentido de alguna travesura. Asiento y él camina hasta la puerta.
—Llamaré a Clark, habíamos quedado para cenar y a mis padres, sigo siendo una niña de casa —le explico.
Sus labios se vuelven una pequeña curva y se acerca nuevamente a mí. Me da un beso fugaz en los labios y otro en la punta de mi nariz.
—Emily, creo que ya no eres una niña, de ninguna manera... No quiero interrumpir tus planes con tu amiga.
—Pero yo prefiero quedarme contigo...
—¿De verdad?
—¿Por qué no lo crees? —No entiendo bien por qué le parece asombroso que quiera pasar la noche con él.
—Por lo que te he contado, te he dicho que esa era la parte sencilla de la historia y sigues aquí, sin hacer preguntas, satisfecha con lo poco que te he dicho, sin miedo —asume con tristeza.
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John, la mayor de mis adicciones.
RomanceJohn Carter y sus hermanos han llegado a Greensboro de forma misteriosa, nadie sabe de dónde vienen, si se quedarán por siempre o se marcharán pronto. Son solitarios, raros y todo indica que ocultan un secreto. Los Petterson son una familia pequeña...