Capítulo 13.

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Parece como si el tiempo no pasara, como si de pronto todo se hubiera congelado. Si lo pienso un poco, no ha dicho mucho. Quizás sus padres eran personas abusivas, mantener encerrado a Leonel es una prueba. Quizás había más, pero no puedo suponer sin escuchar la historia detrás de lo que escoden.

Mi cabeza es una de esas esferas gigantes que utilizan para hacer tómbolas. Todas esas pelotitas con números son las ideas que se están acumulando en mi mente. Ahora no tengo dudas de que algo muy grave había pasado entre los padres de los Carter y los tres hermanos, sigo llamándolos así porque sé que, aunque pregunte el verdadero apellido no me será revelado, mucho menos sus nombres.

—John... —intento detenerlo.

—Lo siento, Emily. Es mejor que me vaya, no quiero hablar de esto.

No insisto más al verlo tan abatido, triste, preocupado, con sus hombros encogidos y la mirada un poco perdida. Termina de abrochar los botones de su camisa y cuando creo que se irá por completo, se acerca a mí, toma mi rostro entre sus manos y me besa. No hay movimiento alguno, no intenta volver el beso pasional, es un roce delicado y profundo. Cierro mis ojos un momento y los abro al sentir su ausencia sobre mi boca.

—No sé qué estés pensando ahora mismo, pero... quiero que me veas a los ojos y descubras tú sola que soy una buena persona, que haber cambiado mi nombre no me convierte en un criminal, ni en nadie que quiera hacerte daño. Hay familias estables como la tuya y luego están esas otras familias a las que no quieres pertenecer ni siquiera en una pesadilla que se terminará cuando despiertas por la mañana. Buenas noches, Emi.

Juro que deseo detenerlo, sin embargo, sé que es mejor que se vaya. Yo tengo demasiadas preguntas por hacer y él no quiere ni desea contestar ninguna. Después de mirar por varios minutos la ventana por donde ha salido y la cual ha quedado abierta, me visto y brinco hasta la ventana para cerrarla. Regreso a mi cama agotada. No solo físicamente, también mental.

No me gustan los misterios, no soy de esa clase de chica que se obsesiona con los secretos o el pasado de otras personas. Él tiene razón, yo podría cambiar mi nombre por simple placer y no tendría por qué levantar sospechas en otras personas. El problema es que, ellos no lo hicieron por placer, lo han hecho para evitar ser encontrados por su familia.

¿Qué puede ser tan terrible para que tres hermanos tomen la decisión de desaparecer prácticamente del mapa para sus padres? Puede que los estén buscando y las posibilidades de que sean encontrados son prácticamente nulas porque al cambiarse el nombre, están buscando a tres personas que ya no tiene registro alguno con sus verdaderos nombres.

Masajeo mis sienes con mis dedos, pensar tanto en lo mismo está haciendo que me duela la cabeza. Termino dándome por vencida, sea lo que sea, es algo que les pertenece a ellos. Sus razones, motivos o circunstancias, son solamente de ellos y yo no puedo involucrarme en un pasado que no desean compartir con nadie.

Por la mañana mi pie no amanece mejor, está exactamente igual que ayer y mis planes de ir al negocio de papá y hablar con John son abruptamente cambiados por un nuevo plan: quedarme en cama hasta que pase la inflamación y el dolor. Mamá me trae el desayuno hasta la cama y me recuerda que seguimos sin tener nuestro día de chicas. Le prometo que en cuanto me sienta mejor lo tendremos y voy a cumplirlo.

Convenzo a Clark de salir temprano de su trabajo y antes de las cuatro de la tarde la tengo en mi habitación, gracias al cielo porque he pasado todo el día mirado mi teléfono más de cien veces esperando un mensaje de John que no llegará y reflexionando si yo debería escribirle. Mi amiga me ha exigido todos los detalles referentes a mi tobillo lesionado.

John, la mayor de mis adicciones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora