Capítulo 6.

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Doy pasos apresurados hasta que llego a la orilla del lago, en donde todos nos miran con demasiada curiosidad reflejada en sus ojos. No puedo evitar pensar que cado uno de los que nos observan a detalle saben a la perfección qué hacen dos personas que se esconden de todos en el bosque y se han tardado un poco, aunque, en realidad no nos hemos tardado tanto.

—¿Dónde estaban? Pensé que les había pasado algo —me dice muy seria Clark. Sé que está fingiendo, su mirada de picardía no la puede ocultar.

—No exageres, le mostraba a John la propiedad.

—Hemos olvidado que al estar ustedes nadando el asado quedaba en nuestras manos —me ayuda John caminando más rápido que yo y llegando a la parrilla.

—Ya veo —musita Isaac mientras quita su camiseta húmeda y le pide a Leonel que le pase una toalla.

—Ayudaré a John... —me excuso para huir de todos. Clark y Michael van por un cambio de ropa a la camioneta y Leonel se acuesta por completo en el camino de madera a tomar el sol. Isaac llega a la hielera y saca otra cerveza. Bebe el líquido de un solo trago.

Cojo otras pinzas y volteo parte de la carne que estaba a punto de quemarse. John no hace nada más que observarme. No sé exactamente cómo actuar. Desde hace mucho tiempo que los besos no significan nada, pero, es un segundo beso que ha hecho que pierda la cabeza por completo en un par de segundos.

Aún puedo escuchar los sonidos excitantes que salían de la garganta de John y aún peor, puedo sentir la extraña necesidad de mis manos sobre su cuerpo. Sí, puede que no crea que es el amor de mi vida después de dos besos y puede que solamente esté deseando besarlo una vez más, una tercera vez y ya.

—Hemos disimulado fatal —me atrevo a decir.

—Tú has disimulado fatal, yo he caminado con tranquilidad.

—Sí, claro. —Muevo constantemente las pinzas de acero y me atrevo a mirarlo con el rabillo de mi ojo. Está tan concentrado observándome que tengo temor de enfrentarlo. ¿Cómo es posible que me sienta tan expuesta? —. No me veas así...

—¿Así cómo? —Se acerca un poco más a mí.

—John... —balbuceo y me atrevo a mirarlo. Es demasiado, cambio de dirección y digo: —. ¿Cómo has conseguido mi número? Dijiste que me lo dirías en persona.

—No quiero hablar de eso y tú tampoco...

—¿De qué queremos hablar según tú?

—De lo que acaba de pasar.

—Yo...

—¿Los ayudo? —nos interrumpe Isaac.

—Claro, hermano. —John toma distancia y yo vuelvo a concentrarme en la carne.

—¿De qué hablaban? —desea saber Isaac. Es una pregunta complicada.

Me tenso. Estoy en medio de los dos y John ha dicho que le gusto a Isaac. Es muy guapo, digo, tienes unos ojazos que te desconcentran, ha sido muy amable conmigo, pero a mí... bien, no estoy interesada en él. En cambio, me he besado con su hermano, y termino sintiéndome parte de un triángulo amoroso. ¿He dicho triángulo amoroso? ¡Pero sí que estoy loca! ¿Cuál triangulo? Es evidente que algo pasa entre John y yo y que tanto él como yo estamos más que incómodos ante la pregunta de Isaac, aunque eso no quiere decir que exista un triángulo. Si han pasado tres días desde que los conozco, ¡joder!

—Le decía a Emily que los dueños de esta propiedad deben de haber pagado una fortuna, es inmensa. Apenas y hemos recorrido unos metros.

—Y yo le comentaba que no existen tales dueños... la propiedad es del condado.

John, la mayor de mis adicciones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora