Estoy asustada y no solo porque esa mujer esté enferma de la cabeza, lo estoy porque el rostro desencajado de John me ha dejado claro que lo que aún desconozco de la historia de los Carter, o al menos de sus padres, es peor de lo poco que sé. Miles de ideas pasan por mi mente, ¿qué puede ser peor que unos padres que sin razón aparente te mantienen encerrado, sin comida y amenazado? Por supuesto, LA RAZÓN por la cual lo hicieron. Eso es lo que aún ignoro, lo que se ve reflejado en la mirada de John; el miedo.
—John... —lo llamo con delicadeza al mirar que sigue sin reaccionar.
—Está aquí, en el pueblo. Tengo que irme —responde y por un ligero momento pienso que se refiere a irse del pueblo y como si me leyera la mente, agrega—: A casa, mis hermanos tienen que saber esto.
—Claro, ¿puedo ayudarte en algo? —es lo único que se me ocurre preguntar.
—¿Me abrazas? —me pide e inmediatamente lo hago. Mis brazos le rodean el cuello y él me pega tanto a su cuerpo que me cuesta respirar. Puedo sentir su respiración alterada, el nervio que lo corroe, otra vez, el miedo. No quiero que tenga miedo—. Necesito que hagas algo por mí —menciona.
—Por supuesto, lo que quieras.
Me besa sorpresivamente, un beso cálido y abrumador, no lo esperaba, menos en un momento como este.
—Necesito que no salgas de tu casa hasta que yo venga por ti, el sábado —dice como si nada, como si estuviera pidiendo algo normal
—¿Qué? No entiendo.
—Por favor, solo necesito que te quedes en casa hasta que me asegure de que esa mujer se haya marchado. Prométeme que te quedarás aquí, hasta el sábado, no salgas a ningún lado... mucho menos sola —la preocupación en su voz no me gusta nada. ¿Por qué no quiere que salga? Quizás no quiere que la vea, no desea que conozca a ese ser maligno que es su madre.
—John, sé que te sientes aterrado, que esa mujer esté aquí significa que todo lo que hicieron para alejarse se ha ido a la basura, pero, puedes con esto, puedes enfrentarlo. Tienes que transmitirles a tus hermanos que ya no puede hacerles daño, que haga lo que haga o diga lo que diga ya no tiene poder sobre ustedes. Leonel es mayor de edad y tú e Isaac son unos...
—Emily —pronuncia mi nombre como si me estuviera reprendiendo—. No es por eso, por favor ayúdame de esa forma y no salgas de casa.
—¿No quieres que la vea, cierto? John... Creo que la he visto, fui al trabajo de Clark esta mañana y estaba una mujer rentando un coche y se llama Rocío Spencer. —Sus ojos no solo se abren por completo, también se ponen rojos, son lágrimas, no lo entiendo—. Yo no quise decirte nada porque era una locura, no podía salir corriendo hacia ti porque una mujer se llama igual que tu madre. Luego la miré en la tienda de Gloria y me habló, dijo que le parecía familiar, que estaba aquí porque un familiar había muerto y...
—¡Dios mío! —Se lleva las manos al rostro y luego se las pasa por el cabello alborotándolo por completo—. Por favor entra y no salgas hasta que yo te diga que puedes hacerlo.
—¡No entiendo por qué no quieres que salga! —grito, no quiero ser inmadura, mucho menos atormentarlo en un momento como este, pero no entiendo un carajo.
—Mis padres están mal de la cabeza —susurra—. Sé que no puedes entender hasta qué punto lo están, sé que no puedes siquiera imaginar de lo que son capaces, de lo que disfrutan al ver sufrir a los demás, deberían estar encerrados en una clínica mental porque solo eso explicaría tanto daño o mejor aún, deberían estar en una jodida celda. Ahora por favor —repite—, entra a tu casa y déjame arreglar esto.
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John, la mayor de mis adicciones.
RomanceJohn Carter y sus hermanos han llegado a Greensboro de forma misteriosa, nadie sabe de dónde vienen, si se quedarán por siempre o se marcharán pronto. Son solitarios, raros y todo indica que ocultan un secreto. Los Petterson son una familia pequeña...