Capítulo 32.

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Su boca y la mía encajan a la perfección, su lengua no ha olvidado la forma exacta en la que tiene que moverse para hacerme perder la razón, mis manos rápidamente están enredadas en su cabello y lo alboroto por completo. Me empuja hasta que caigo en el sillón y soy envuelta por su perfecta figura, la dureza de su miembro me sorprende, y es que, ¡joder! Siento que me estoy quemando, que la ropa estorba, que incluso la piel lo hace. John y yo tenemos una conexión sexual más allá de humana y entendible.

Ansioso mete las manos debajo de mi camiseta y gimo escandalosamente con ese simple roce. Envuelvo sus caderas con mis piernas y me inclino hacia adelante, disfruto sentir su dureza golpeando mis partes íntimas, aunque estemos aún con ropa. No puedo creer lo descontrolada que estoy, hace un segundo estaba decidida a pedirle que se marchara de mi vida y ahora estoy más húmeda que las Cataratas del Niágara. No recuerdo haberme puesto así con Shawn, y es que a quién quiero engañar, la única persona que me convierte en candela pura es el hombre que justo ahora entierra su nariz en medio de mis pechos y huele sin parar mi aroma hasta volver a mi boca. Ni siquiera me he dado cuenta del momento en el que me ha desnudado de la cintura hacia arriba.

—¡Te he extrañado hasta más no poder y estoy furioso contigo por haberte involucrado con otro hombre, Emily! —casi me grita en la cara y siento la intromisión de uno de sus dedos en mi entrepierna, jadeo, lo ha hecho con dureza.

—Yo... —¿En qué jodido momento también me ha quitado mi pantalón y las bragas? ¿Tan afectada estoy?

—Tú no volverás a ver a ese patético intento de hombre —me dice rabioso y mete otro dedo, echo la cabeza hacia atrás.

—John —me muerdo los labios.

—Escúchame bien, en cuando termine de hacerte mía, llamarás a ese tipo y le dirás frente a mí que se ha acabado, ¿estamos?

Estoy a nada de responder la inmensa estupidez de que voy a hacerlo, llamaría a Shawn, lo haría, pero hemos sido interrumpidos por un toque insistente en mi puerta. Miro desesperada el reloj de la sala y son las ocho en punto. ¡Mierda, mierda, mierda! Es Shawn, más por impulso que por otra cosa, empujo a John y él me mira con el entrecejo fruncido. Me visto más rápido que un rayo, como si acabara de cometer un delito.

—Entra a la habitación —le pido nerviosa.

—¿Por qué?

—Porque... la persona que está tocando es el mismo hombre que miraste entrar y salir de este edificio —confieso sin muchos ánimos. ¿Qué podía hacer ante tal situación?

—Pues no abras, o mejor aún abre y termina con él.

—¿Por qué das por sentado que voy a volver contigo? —me molesto.

—Por Dios, Emily, he pasado un jodido año sin ti, lo que más deseo ahora mismo es hacerte mía hasta que te duelan las piernas y empezar mañana con nuestra vida juntos, como lo habíamos planeado.

—No es así de fácil...

—No parecías estar dudando hace cinco segundos —responde aún más molesto que yo.

—Emily, cariño, ¿estás ahí? —escucho decir a Shawn desde afuera.

—Eres un imbécil, sí, estaba totalmente perdida hace cinco segundos, las cosas no son tan sencillas.

—Debería serlo, no pasé en un hotel de cinco estrellas dándome la gran vida y follándome a cuanta mujer se me apareciera durante todo el puto año, Emily. Te acabo de explicar por qué he tardado tanto y tú... tú... ¡Demonios! —gruñe y camina hasta la puerta y la abre antes de que yo pueda hacer algo.

John, la mayor de mis adicciones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora