Capítulo 14.

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Es lunes por la mañana, la inflamación de mi pie finalmente ha desaparecido, pero tardó más de lo esperado. Me he pasado prácticamente toda la semana pasada en cama. Como siempre, hay algo bueno dentro de lo que nos parece totalmente malo, eso sin duda, fue la presencia de John en mi cama todas esas noches.

Quisiera decir que terminó lo que había empezado aquella noche, no lo hizo y tampoco hicimos nada más que conversar hasta altas horas de la noche y besarnos más que dos adolescentes en pleno descubrimiento hormonal. La semana había pasado demasiado rápido desarrollándose de esa forma. Cada vez que lo tenía junto a mí, una serie de emociones se apoderaban de mi cuerpo. No importaba que no me tocara, al menos, no con intenciones de más, aunque con John eso era difícil, cada acercamiento que teníamos estaba lleno de deseo descontrolado. Sin embargo, hemos sido razonables. No importaba qué tan delicado fuera conmigo, mi pie parecía no darme tregua y mientras no estuviera completamente sana, no habría más acción.

Por supuesto que me opuse rotundamente, no sirvió de mucho. Incluso John estuvo a casi nada de llorar por la risa que le provocaron mis suplicas. Esa noche, mis padres estaban fuera de casa, de otra forma hubiera tenido que dar muchas explicaciones por sus incontenibles carcajadas. Algo había cambiado desde la noche en que hablamos sobre su falso nombre y el de sus hermanos, él parecía más relajado, tranquilo, pasivo, descansado. Me miraba de forma diferente y cada vez que lo hacía mi corazón se alborotaba como si debajo de él estuviera un pequeño trampolín que lo hacía brincar y brincar por todo mi pecho.

Es mi tercera semana en el pueblo y de algo estoy completamente segura, John Carter le estaba dando un vuelco a mi vida inesperado y no voy a negarlo, estoy temerosa de lo que pueda ocurrir el resto del tiempo que me queda en Greensboro. Se suponía que quería alocarme, tener sexo descontrolado hasta que me dolieran las piernas y hacer de mi verano el más divertido, extravagante e inolvidable. De algún modo lo estoy logrando. No puedo omitir que cada vez que voy a ver a John mis manos sudan, mis labios tiemblan, mi pecho es una fiesta y en mi mente sólo hay flores, arcoíris, juegos artificiales. No he querido profundizar con Clark, porque sé lo que dirá, y es imposible que me enamore en tan poco tiempo. Eso no sucede en la vida real.

—¿Hoy si quieres hablar de John? —Papá últimamente insiste en que conversemos sobre John. Mamá chasquea la lengua. Sigo sin comprender su molestia.

—Papá...

—Ayer él accedió a hablar.

John me había comentado que, mi padre ha tratado de saber qué es lo que pasa exactamente entre nosotros todos estos días. De igual forma, ha intentado interrogarme a mí. Yo le he pedido a John que no le de mucha información, no quiero ilusionarlo, ni siquiera quiero ilusionarme yo misma.

—¿Qué ha dicho?

—Sólo cosas buenas...

—Dímelo —parezco demasiado ansiosa y muy evidente.

—¿Sabes qué es gracioso? Intenté sacarle información con esta misma técnica y obtuve la misma reacción.

—¿A qué te refieres?

—La alegría en su rostro, el brillo en los ojos, la sonrisa que han querido evitar... ¿Qué pasa hija? ¿Ya no le tienes confianza a este viejo?

Me suelto a reír, papá es astuto, estoy segura de que no me han brillado los ojos como ha dicho y tampoco he evitado una sonrisa, mucho menos hay alegría en mi rostro.

<<Síguete engañando>>

—No pasa nada papá, estamos saliendo.

—¿Cómo amigos cariñosos?

John, la mayor de mis adicciones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora