Capítulo 21.

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Siento como todo mi cuerpo se congela y parpadeo varias veces. Tiene que tratarse de una coincidencia.

—¿Estás bien, Emi?

—Sí, me he mareado, es todo.

—¿Segura? Pareciera que la que tiene resaca eres tú y no yo, ¿no estarás embarazada?

Al menos su pregunta me hace reír.

—No, claro que no. Solo quería saludarte, y contarte que John irá a casa esta noche a hablar con mis padres, ya habló con papá, falta mamá. —No lo digo con el entusiasmo que planeaba. El nombre de esa mujer no sale de mi cabeza, pero tampoco puedo actuar como una loca y salir corriendo de aquí a decirle a John que su madre está en el pueblo. Es el mismo nombre. No hay forma de que los encuentre, ellos tienen un año mudándose, sus nombres han cambiado, no dejan señales. Tiene que ser una coincidencia.

—¡Qué! Espera un maldito segundo, ¿te mira con tu ex y ya irá a pedir tu jodida mano? —grita y se lleva las manos a la boca.

—No, Clark, cálmate. Irá porque mi madre lo ha visto salir por la ventana y él quiere ir y hablar y pedir autorización para poder verme. Tiene veintisiete, ¿sabes lo significa para mí?

—Creí que cuando me dijiste que te estabas enamorando, era el principio, pero, estás enamorada hasta la médula —susurra mi amiga como si alguien más estuviera en la tienda.

—¿Cómo es eso posible, Clark? Estoy muy asustada, es como si no fuera yo. Como si alguien hubiera nacido dentro de mí e incluso quiero llorar por todo lo que siento y tengo tanto miedo de decírselo, y él ya me ha dicho que me quiere, he sentido que el corazón se iba a salir de mi pecho al escucharlo. ¿Estoy mal? —hablo apresurada.

—Tranquila. —Pone ambas manos sobre mis hombros—. Debo decirte que cada vez que me decías que no sentías nada por tu ex, creía que era algún plan de defensa para no admitir lo mucho que te había dolido su engaño y ahora que te veo, la forma en la que hablas, ¡mierda! Tú sí que eras un robot, Emi. Ahora, la pregunta es, ¿qué harás?

—No lo sé. Me ha dicho que sería capaz de irse conmigo, pero yo aún no le digo que el trabajo que voy a tener requiere que viaje mucho dentro del país, e incluso fuera del país, estaré mudándome todo el tiempo, al menos por el primer año —admito. No puedo tener muchas esperanzas si mi vida ya está planificada.

—Bueno, no te agobies, tienes algo de tiempo aún. Solo quiero decir que, si alguna vez se te pasa por la cabeza, terminar tu carrera con normalidad y establecerte en Greensboro y trabajar con tu padre para poder estar con John, no significa que renuncias a tus sueños —me anima.

—Pero sí lo estaría haciendo, estaría renunciando a lo que siempre soñé. No me fui hasta Nueva York para volver aquí.

—Cariño, tu sueño era tener un maldito diploma con mención honorífica de la universidad de Columbia, y hacer del negocio de tu padre una nacional gigante, ¿ya se te olvidó? ¿no fue eso lo que me dijiste el último día de escuela? Luego la ciudad te deslumbró, Emi. Dijiste que querías ser como esas chicas que tienen abrigos hasta los tobillos y usan botas elegantes hasta las rodillas en invierno, y tienen un apartamento en Manhattan y caminan por las calles con su maletín de trabajo como si fueran modelos. Tienes que aceptar que la vida de pueblo nunca te ha gustado y que esa es la verdadera razón por la cual no quieres vivir aquí.

—Clark, eso no es cierto. Lo dije porque la ciudad me impactó, pero no es lo que quiero —digo insegura.

—Has encontrado el amor aquí, en este pequeño pueblo, la vida nunca nos da todo, Emi. Querías amor, lo has encontrado. Ahora la decisión es tuya.

John, la mayor de mis adicciones. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora