Recobro la conciencia a medias por el silencio. Han dejado de aporrear la puerta, pero no puedo comprobar la razón del silencio porque estoy apresada por una fuerza mayor que me obliga a dormirme de nuevo.
Puede que lleve horas o segundos luchando. No entiendo la razón. Esto es lo que quiero. Necesito encontrar algo de paz, pero a medida que aumentan los gritos, voy recobrando el hilo de mis pensamientos. El dolor es demasiado intenso; mi cuerpo negándose a morir. Llega un momento en el que no sé si estoy muerta o despierta. No sé nada.
Arrastran un objeto cercano y algo se cae al suelo. Creo que los monstruos han entrado. Quiero esconderme o huir pero me quedo inmóvil esperando a la muerte. Unas manos me rodean y me elevan fuera del agua. Quiero librarme del abrazo del monstruo, pero solo me quedo suspendida en el aire. Tal vez esto sea morirse; sentir como tu espíritu se eleva fuera de tu cuerpo; tirada por las manos de un Dios que te reclama.
Alguien grita y mis tímpanos explotan. Me taladran el cerebro y deseo estar muerta, ¿porque estoy muerta, no? ¿Es que nunca encontraré la paz?
—¡Es mi hermana! —chilla alguien. Es la voz de Minnie, aunque solo quiero que se calle. Ella también debe de estar muerta, pero no necesita hacer un drama sobre ello. Solo espero que me deje morir en paz—. ¡Es mi hermana, Diego!
—Lo siento mucho —contestan a mi oído.
—No, no puede ser. ¡Ella no!
—Suéltala, pijito. Tenemos que encargarnos de ella.
—¡No está muerta! ¿No veis que no la han mordido? ¡Suéltala, Diego! ¡No te atrevas a dársela a ese borracho! ¡No dejare que os la lleváis!
Las voces a mi alrededor empiezan a juntarse y a confundirse como si mi cabeza estuviese en una lavadora. Deseo poder gritarles a todos que se callen. Alguien me empuja y las manos que antes me sujetaban me sueltan. Me precipito al vacio y mi cuerpo se choca contra la solidez del suelo. Hace que todo pite y me quedo inmóvil en una posición anti natural que hace que mi cuello arda. Parezco una muñeca desechada. No puedo ni moverme ni abrir los ojos. Estoy atrapada en mi propio cuerpo y solo deseo dejarme llevar por la muerte.
—¡No te acerques, Marcos! ¡Tú no!
—Solo voy a comprobar si tiene pulso.
—¡Lo puedo hacer yo! ¡No!
—Él ha estudiado medicina. ¡Minerva, reacciona!
—¡Me da igual! No voy a permitir que este asesino ponga las manos en mi hermana.
—Dejadla, ya se dará cuenta que está muerta.
—¡Lárgate, Cop! ¡Largaros todos!
—Apártala de ella.
—Cop, no creo...
—Mira, pijito, la hemos traído aquí para que buscase a su familia. Están muertos. La enterraremos y volveremos a la Base. Fin del tema. Coge a la chica y llevémosla al jardín.
Oigo más gritos y siento como unas uñas me arañan la carne. Alguien me separa. Me vuelvo alzar en el aire y muy a mi pesar añoro la seguridad del suelo. Creen que estoy muerta, pero no puedo debatirme. No puedo hacer nada.
—¡Suéltame, Diego! ¡Es mi hermana! ¡Déjame abrazarla por última vez! —vuelven a gritar. Está histérica. Parece como si la estuviesen degollando.
Me van alejando de esos chillidos histéricos y al cabo de poco desaparecen. Mientras me llevan en volandas voy pensando que tal vez la muerte sea así; quedarse en tu cuerpo mientras mantienes tu conciencia, pero a la vez incapaz de controlarlo. El hecho de que sigua manteniendo mis sentidos, como ese dolor palpitante en mis brazos, hace que me cuestione la validez de mi teoría.
Mis parpados me pesan demasiado y me duermo con el balanceo.
Me despierto porque me están ahogando. Me están tirando tierra a la cara y cuando respiro me entra arena en los pulmones. No sé si estornudo o toso pero algo hace que paren de enterrarme.
—Creo que sigue viva —dice un hombre. Sigo sin tener ni idea quiénes son estas personas.
—Imaginaciones, Mazorca. Los zombis ya empiezan a jugar con tu cerebro de vegetal. Comprueba su pulso si quieres. Esta chica llevaba días muerta.
—Tendrás razón.
Me vuelven a tirar tierra. Debería estar histérica pero solo siento resignación. No tengo muy claro si estoy viviendo una pesadilla o si es parte del proceso de morir.
—Lo ha vuelto a hacer. No me lo estoy inventando, Cop.
—¿Hacer qué?
—Eso.
—No veo nada. Mira, Mazorca si crees que esto es gracioso te partiré la cara. Mira, deja que lo haga yo.
Esta vez cuando me tiran tierra encima, me golpea el abdomen y me deja sin respiración.
—¿Lo has visto?
—¡Mazorca, vete a joder a otra persona!
Más tierra. Oigo más pisadas y dejan de enterrarme. ¿Cuánto va a durar?
—Hugo me ha dicho que sigue viva —dice una mujer. Ya casi no les oigo por la tierra que se me mete en los oídos: unos oídos que pronto serán conductos directos para que los gusanos se arrastren hacia mi cerebro—. Vengo a comprobarlo.
—Mazorca tiene mucha imaginación.
—Deja al menos que Verónica lo compruebe.
Estoy fuera, el aire de invierno poniéndome la piel de gallina. Alguien me a quita tierra de la cara y me buscan el pulso en el cuello.
—¡Hugo, trae a Minerva inmediatamente! He notado su pulso. Está ahí, pero es muy débil.
—No jodas —gritan. Muchas manos parecen arañarme y quiero debatirme mientras me quitan la tierra de alrededor.
—¡Lo sabía! —dice el chico que me ha salvado la vida. Me mueven y me sacan de donde me hayan metido. Dejo atrás el olor a rosas y a tierra fresca.
—Sois unos barbaros. No habéis detenido las hemorragias y encima ahora están llenas de tierra. No sé cómo voy a salvarla. Cop, tráeme el kit de emergencia. Hugo, pídele a Minerva que venga ahora mismo y me traiga el botiquín de su casa. Necesitamos todo aquello que pueda salvarle la vida. ¡Rápido! ¿Dónde está Marcos?
Tardan mucho en venir y no creo que nadie pueda salvarme. Hasta hace unos segundos estaba segura de morir, pero siento mucho dolor, más del que he experimentado hasta ahora, mucho más que cortarme las venas.
Hace que quiera llorar y gritar para que paren, pero dudo que haya emitido algún sonido.
ESTÁS LEYENDO
La Destrucción de Nuestras Almas: Amores Imposibles en el Apocalipsis
Romance¡ZOMBIS, TENSIÓN SEXUAL Y UN AMOR IMPOSIBLE! A Aurora no debería atraerle el novio de su hermana mayor, pero está en el apocalipsis zombi, no es que haya mucha opción más que confiar en él. Además, todo esto del fin del mundo no es una buena combina...