Me gustaría morderle el brazo a Mac.
Pero no quiero que le disparen.
Así que me guardo las ganas de morderle.
—¡No está infectado! —grito. A mitad se me ahoga la voz—. Os lo juro, no lo está infectado. ¡No podéis experimentar con él! Es un niño.
—Demasiado arriesgado —anuncia alguien y después le arrastran por el pasillo por donde habíamos venido.
Mac sigue sin tocarme y al mirar al soldado sueco me quedo mirando la pistola. ¿Ahora me toca a mí? El soldado se me acerca y abro la boca pero no me sale nada.
—Basta, ¿qué es esto?
Entonces quiero echarme a los brazos de Cop, quien parece recién levantado, quitándose una legaña y jugando con ella en entre los dedos.
—¿Manos tijeras? —pregunta—. ¿Qué haces en esta zona de alta seguridad? ¿Quieres suicidarte de nuevo?
—¡Cop! ¡Por favor!
Mac sigue mirándome arrepentido. Después se gira sin llegar a abrir la boca.
—Enserio que te sigue la mala suerte por donde vas. ¿Qué ocurre, camarada? ¿No te han dicho que está prohibido traer a chicas a esta zona?
—Está contaminada por el sujeto A-3 —contesta el soldado rubio.
—No es un sujeto—digo—. No es un número, no soy un número.
Nadie me hace caso y Cop le da un puntapié al cadáver. La sangre fresca parece un charco a mis pies, hasta puedo ver la definición del techo; cada detalle reflejado en ella.
—¿Quién va a limpiar esto? —pregunta Cop.
—Teniente...
—¿Teníais que hacerlo delante de ella?
—Hay que eliminar los sujetos no controlados. Así dictamina el protocolo de desinfección.
Cop sigue sin prestar atención y el chico rubio cambia el peso de una pierna. Cop, como si nada, se pone de cuclillas para examinar la herida de bala.
—Sabes, Even, por eso siempre pierdes a las cartas. Porque sigues las reglas a rajatabla. Deberías volver a Noruega. Ese niño tiene varicela.
—¿Qué?
—Hasta un ciego podría darse cuenta. Espero que estés orgulloso de ti, cadete. Acabas de cargarte a tu primer cabo. ¿Se puede clasificar como fuego amigo? ¿A qué tienes miedo, a un mordisco de varicela? Uh, que miedo.
—El protocolo...
—Ya hablaremos de protocolos en el juicio militar, Even. A no ser que quieras deshacerte del fiambre discretamente. Yo no me opondré.
Después, Cop me coge del brazo y me lleva por el pasillo. Por poco me como la esquina al girar tan rápido.
Sigo sin comprender nada.
—Acabo de salvarte el culo, ¿cómo vas a recompensármelo? Siempre me han gustado los finales felices.
A eso le pego un sopapo.
—Y cuando creía que ibas a ser comprensivo, teniente.
—¿Sabes que a veces hablas igual que tu hermana? Aunque ella está más buena. Tienes suerte, si no me recordarás a mi sobrina, ya me habría cobrado ese favor. ¿Pero puedes pedírselo a tu hermana?
Vuelvo a pegarle un sopapo cuando me tira de los mofletes. Ni pestañea.
—¡Deja de bromear! ¿Qué ha sido eso? Acabo de ver como una persona mataba a un soldado y todo por un niño enfermo...
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La Destrucción de Nuestras Almas: Amores Imposibles en el Apocalipsis
Romance¡ZOMBIS, TENSIÓN SEXUAL Y UN AMOR IMPOSIBLE! A Aurora no debería atraerle el novio de su hermana mayor, pero está en el apocalipsis zombi, no es que haya mucha opción más que confiar en él. Además, todo esto del fin del mundo no es una buena combina...