Vamos a morir.
Y si no nos morimos de deshidratación, acabaremos matándonos el uno al otro.
Yo por ahora estoy planeando como matar a Diego a base de ver quien aguanta más sin apartar la mirada.
Cuando parpadea, doy un baile imaginario de victoria.
Según el mandón sabelotodo de Diego, también conocido como don perfecto, no debemos malgastar calorías.
Creo que no soy una inútil que no sabe sobre calorías.
Mamá se empeñaba en contarlas cada día.
Sé que no debo malgastarlas.
—¿Estás esperando a que me convierta en un monstruo? ¿Qué me salgan cuernos y dientes de vampiro?
No consigo respuesta. Bien, no quiero escuchar su chirriante tono de voz.
Pero Diego sigue mirándome fijamente. No quiero que me mire. No quiero recordar besarle y no quiero que se me note en mi cara. Me doy la vuelta, tocándome las mejillas para saber si están ardiendo, y solo doy par de indecisos pasos hacia delante, más cerca de Minnie, más lejos de él. No quiero que me siga, pero no tiene ninguna opción. Estamos solos.
—No conseguirás nada sola. Tenemos que descansar.
¿Por qué tiene que sonar tan rematadamente sabihondo? ¿Cómo puede Minnie soportarle?
—Conseguiré mucho más sola que contigo —contesto, nos encontramos los restos de un zombi medio muerto, con la cabeza sesgada de su cuerpo—. No puedo... confiar en ti y no debemos perder tiempo alguno. Por poco me matan mil veces por tu culpa. La Base ha caído y no sé donde está mi hermana, o si alguna vez la encontraré.
Diego salta por encima del zombi.
—Están a salvo, estoy seguro de ello, pero ahora tenemos que preocuparnos por nosotros. Necesitamos comida, un mapa, agua..
—¿Enserio que necesitamos agua? Porque yo estoy sobre-hidratada. No sé tú.
Diego me detiene al agarrarme.
—Deja el sarcasmo para otra ocasión.
—No puedo preocuparme por mi misma si no sé donde están —contesto zafándome de su brazo—. Podrían estar en peligro. Podrían estar atrapados en algún lugar de la península. Puede que no lo entiendas, pero necesito encontrarla.
—¿Crees que no quiero encontrarlos? Yo también necesito encontrar a Hugo y a Minerva. Jamás debería haberte seguido.
Va a recordármelo hasta que acabe matándole.
—Nadie te lo pidió.
—Por un niño que, adivina, estaba enfermo. Bravo, Aurora, ahora eres una héroe.
—¿Yo soy el héroe? Yo no seguí a Hugo a la muerte.
Eso le vuelve a dar el mismo aspecto traumatizado del tanque del agua.
—¿Estoy vivo, no? No era para tanto, exageraciones de Cop. No seguí a Hugo a la muerte. Así que empieza a pensar en ti misma en vez de los otros.
—No hace falta que empieces a actuar como un soldado ahora que has sobrevivido a la guerra —contesto—. ¿Dices de preocuparme por mi misma? Aplícate el cuento. Joder, joder, ¡joder! —No viene al cuento, pero me hace sentir mucho mejor. Mamá me mataría si estuviera viva para escucharme—. Tú deja de pensar en mí y piensa en ti. No les encontraremos si no nos ponemos en marcha.
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La Destrucción de Nuestras Almas: Amores Imposibles en el Apocalipsis
Roman d'amour¡ZOMBIS, TENSIÓN SEXUAL Y UN AMOR IMPOSIBLE! A Aurora no debería atraerle el novio de su hermana mayor, pero está en el apocalipsis zombi, no es que haya mucha opción más que confiar en él. Además, todo esto del fin del mundo no es una buena combina...