Por un momento, el grito del Sargento Orta se queda trabado en su oído y después, Hugo tira de Diego en dirección contraria a la ola. Una ola se arrastra por el túnel, llevándose por delante todo aquello que interceda en su camino y sobre ella, montados sobre las olas como si estuvieran surfeando, hay una bola de extremidades de zombis, sus caras emergiendo con sus bocas abiertas.
Un alarido le quita el aliento y Diego coge con fuerza a Hugo, casi llevándole en brazos hacia el camión de pinzas. Su pie sigue manteniendo la misma extraña posición que cuando le encontró tirado en el suelo.
—¡El conducto de la lavandería! —grita—. ¡Correr hacia el conducto...!
Pero nadie le escucha y sus compañeros corren hacia la salida, sin saber que las puertas están selladas. Solo el Sargento Orta está paralizado en medio de la huida en masa.
La mano de Hugo trata de atrapar a uno de los soldados corriendo. Antes de que pueda agarrarle, el soldado pisa la boca abierta de uno de los zombis y al cerrar sus dientes sobre su bota, acaba tropezándose y cayendo sobre otra. Diego y Hugo dejan de mirar cuando empieza a gritar.
—¡La salida está cortada! —vuelve a chillar. Con el estruendo tan cerca ni puede escucharse a si mismo—. ¡Tenemos que...!
Por poco pierden el equilibrio al subir por encima de las barreras y el Sargento Orta sigue parado en mitad del camino, como si no pudiera apartar la mirada de la ola. El Cabo Mayor Rodríguez sigue sobre el cuerpo del teniente Del Burgo presionando la hemorragia. Diego cree que le está susurrando algo al oído.
La boca de Diego está sellada por la falta de aire y señala el conducto a Hugo. Al abrirlo solo se puede observar un agujero negro.
—No pienso... saltar... ahí... —masculla Hugo, pero no tiene tiempo para acabar la frase, Diego casi le tira de cabeza. —¡Voy, voy! —se queja y hasta que Diego no le ve desaparecer, no vuelve a respirar.
Diego le grita al Sargento Orta, quien está tirando de un chico joven a la fuerza. Al final gesticula y le agarra del cuello del chaleco fluorescente y el chico clava sus ojos en Diego y asiente. Los dos corren y se tiran por la compuerta abierta sin la menor vacilación. La ola está tan cerca que Diego cree que no tendrá tiempo para avisar a nadie más.
En el último instante, el Cabo Mayor Rodríguez deja el cuerpo inconsciente del teniente Del Burgo y salta detrás de él. Es el último en guarecerse antes de que la ola se lleve por delante al camión de pinzas.
La caída es vertical y Diego cierra los ojos. Quizás los cadáveres de los demás paren su caída, quizás así no acabe con los fémures partidos por la mitad. Sus manos intentan ralentizar la caída, pero al tocar el metal de la paredes solo consigue quemarse las palmas.
El primer impacto es encima de unas sábanas y después el Cabo Mayor Rodríguez cae encima de su espalda, casi sacándole un grito cuando su cuerpo impacta contra el reciente moratón de la explosión. Diego cree que su zona lumbar acaba de estallar en llamas.
—¿Estás bien? —le pregunta el Cabo Mayor Rodríguez.
Diego no está escuchando porque sus ojos buscan en la habitación. Su mente en shock ve algunos colores demasiado brillantes, como las sabanas limpias donde está tumbado, el blancor cegándole. El Sargento Orta está buscando una salida entre las hileras de lavadoras y secadoras, quienes resplandecen contra las luces de emergencias. La habitación es más grande de lo que esperaba, casi llegando a la hectárea.
Hugo está sentado sobre una lavadora, haciéndose un torniquete con unas sábanas rotas; así como le enseñó Verónica cuando empezaron a salir. Su tobillo izquierdo es una vieja dolencia, de cuando insistió en participar en un maratón benéfico al que no podía faltar.
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La Destrucción de Nuestras Almas: Amores Imposibles en el Apocalipsis
Romance¡ZOMBIS, TENSIÓN SEXUAL Y UN AMOR IMPOSIBLE! A Aurora no debería atraerle el novio de su hermana mayor, pero está en el apocalipsis zombi, no es que haya mucha opción más que confiar en él. Además, todo esto del fin del mundo no es una buena combina...