Minnie vomita sobre Marcos, y aunque él quiere asegurarle que se pondrá mejor, niega con la cabeza. Al contrario de lo que esperarían los demás, desde Hugo a Diego, Minnie no se echa a llorar, tampoco musita una disculpa y Marcos busca las palabras correctas; palabras de consuelo. Entre todo su repertorio de escusas, de mentiras e indirectas, no encuentra nada. Tal vez debería haber asistido a esos seminarios voluntarios en la universidad donde los médicos, aquellos especializados en geriatría y oncología, practicaban como consolar a las familias.
Marcos solo la abraza y hunde debajo de su nuca; el pelo sudoroso acariciándole las mejillas.
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Al decimo día, Minnie no aparece. Espero tumbada a que venga, pero nadie viene a verme. Nadie me trae el desayuno, nadie me pregunta si me encuentro mejor. No es que me encuentre mejor ni tenga apetito, no estoy esperando comida ni consuelo, sino que espero a Minnie, a su compañía.
Durante estos últimos días de enfermedad, Minnie viene de la habitación de Diego y me cuenta todas las novedades de la Base. Me cuenta las veces en las que Verónica y Hugo se pelean, las misteriosas desapariciones de Marcos o si Diego está más raro con ella. Quiere contarme algo, pero no se atreve a hacerlo, y yo estoy demasiado débil como para preguntar que es lo que le causa tanta ansiedad.
Por eso Minnie se tira horas analizando a Diego. Me cuenta cada expresión que pone, cada gesto, cada palabra. Describe cada una de sus miradas distraídas o su manera de callarse cada vez que hablan de un tema importante. Minnie me pregunta si yo también me he fijado, si he visto la forma que tiene de apartarse cuando ella se acerca. Le contesto siempre con una negativa e intento cambiar de tema, pero al final siempre acabamos hablando de Diego.
Me cuenta que cree que son remordimientos por sus padres. Ella les conoció por casualidad una tarde en el campus y le parecieron buena gente. Aunque Minnie no se quedó para profundizar la relación. Cree que ella ha sido la culpable de haberlos distanciado. Diego no hablaba con ellos desde hacía un mes cuando empezó el ataque y cuando él se dio cuenta que debería estar con ellos, ya era demasiado tarde. Intento consolar a Minnie pero no sé mucho sobre novios o suegros. Sé que si Minnie hubiera querido un consejo habría ido a hablar con Verónica, así que dejé que me contase sus penas. No entiendo por qué ahora le obsesionan unos suegros que jamás va a conocer.
Por eso, hoy me preocupa que no aparezca con sus chismes, pero no puedo moverme de la cama sin desfallecer. Cada día estoy más débil. No me han dado medicamentos porque nadie puede permitírselos después de la última oleada. Solo los heridos leves en combate pueden disfrutar de un ibuprofeno. Las medicinas para civiles como yo están prohibidas, eso me ha dicho Marcos. Dice que me las traería, pero si le pillaban, podían exiliarle de la Base. Ni el propio Cop se atreve a suministrármelas. Ahora, los antibióticos son el nuevo oro.
Cuando llega la hora de la cena me preocupo de verás. ¿Se habrá olvidado de mí? O peor aún, ¿le habrá pasado algo malo? Toda clase de escenarios donde la Base es tomada por una horda de zombis pasan por mi mente. Me veo a mi misma devorada en la cama por un zombi; incapaz de defenderme. O... de nuevo encerrada sin salida en esta cueva. Me entra claustrofobia. Tendría que volver a cortarme las venas. Me asusta saber que lo haría otra vez sin dudarlo. Morir desangrada no había sido tan malo. Al menos no tan malo como ser devorada como mamá.
Al levantarme dispuesta a descubrir que ha pasado, abren la puerta. Es Marcos. Me extraña verle precisamente a él. Tiene la camiseta manchada por una fea mancha de oscura y sobre trae un plato con comida.
—¿Estás mejor? —pregunta nervioso. Raro. Se nota que ni me ha mirado. Sino habría visto mis ojeras negras, mi cara comida por la enfermedad y mi piel amarillenta. La neumonía comiéndome viva. Se nota a la legua que no estoy bien, que la enfermedad solo empeora. Deja el plato sobre el escritorio y se dispone a huir de la habitación cuando se detiene y me mira arrepentido. Parece ser que Minnie no solo le ha mandado para dejarme la comida—. Ya veo que te puedes levantar, así que te dejaré sola.
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La Destrucción de Nuestras Almas: Amores Imposibles en el Apocalipsis
Roman d'amour¡ZOMBIS, TENSIÓN SEXUAL Y UN AMOR IMPOSIBLE! A Aurora no debería atraerle el novio de su hermana mayor, pero está en el apocalipsis zombi, no es que haya mucha opción más que confiar en él. Además, todo esto del fin del mundo no es una buena combina...