capítulo 35

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De alta.

Ana

Tuve un sueño horrible que me hizo despertar.

—Buenos días ¿como dormiste?—pregunta la enfermera con una bandeja en la mano.

—¡Fatal! Soñe cosas muy extrañas sobre mis padres y demás.

—Ya pasó, el desayuno esta listo.

—Oye ¿no podrías decirle al doctor que me dé de alta? Estoy harta de estar aquí y de la comida ni te cuento...

—Ana...—dijo la enfermera con reproche y me hizo señas para que desayunar.

Me negué a comer. Veinte minutos después yo estaba vestida y lista para irme, pues, me iba a ir. Con o sin autorización. De repente entro el doctor un poco alterado.

—Ana, me dijeron las enfermeras que estabas un poco rebelde.

Yo estaba con mis cosas en una mano y mi neceser en la otra, dispuesta a irme.  Él intento frenarme pero yo empecé a patalear y a gritar. Quería irme de allí a como diera lugar. Odiaba el hospital. No se como pero llegaron varias enfermeros y me inyectaron algo, y ya de ahí no recuerdo mas.

Para cuando me desperté ya era noche cerrada.
El médico había llamado a mi familia pero como no contestaban, llamó a su hija y a los chicos para que me cuidaran. Hicieron turnos para cuidar me. Cuando me desperté justo le tocaba a Max.

—Hola, dormilona.

—Max por favor ayudadme de salir de Aquí, por lo que mas quieras.

—Lo que mas quiero eres tu. Y sí, te voy a ayudar de salir de aquí, pero a cambio de otra cosa.

—¿Que cosa?

— Voy a ser yo quien te cuide, quien este al pendiente de tus ejercicios y venga contigo a todas las revisiones y citas ¿hecho?— dijo y alzo las cejas poniendo cara de suficiencia.

Estire la mano y respondí sin pensar— Trato echo.

Max

Salí fuera un momento. En 15 minutos exactos estuve de vuelta.

—¿Y?—preguntó Ana cuando volví.

—Pues mañana salimos— dije con cara sonríente.

—¡Que bien! ¿Como lo has echó?— grito con la alegría de un niño con su juguete favorito.

—Eso no importa, lo que si es importante, es que vamos a pasar mucho tiempo juntos.

—Si. Solo espero que yo no me harte de ti— dijo ella poniendo cara de interesante.

—No, no lo creo. Estoy seguro que vas a terminar enamorada de mi.

Me discutió y me discutió y me peleó hasta la saciedad antes de dormir. Y antes de dormir afirmó que jamas se enamoraría de mi.

A la mañana siguiente me despertó a grititos desesperados.

—¿Max, Max?

—¿¡Que pasa!?— grite yo alterado.

—¡Me quiero ir!— grito a ella aun mas alto mirándome con mala cara.

—¡Hey tranquila llorona!— dije yo acercándome y pasándole una mano por el cabello— No nos podemos ir hasta que venga el doctor— me miro con cara de angustia. Justo en ese momento entró un enfermero.

—¿Donde esta el doctor Alfredo?— pregunto Ana sin pensar.

—Debe estar en su casa descansando— dijo el enfermero con tranquilidad.

—¡¿Que dices?¡— grito agudizando la voz como 50 octavas.

— Ana, hoy es su día Libre— dije yo.

Ana echo una mirada a Max capaz de matarlo in situ.

—Me mentiste, me mentiste, y eso no te lo perdonaré  nunca. Me las vas a pagar— chilló.

—No , preciosa yo no te engañe, yo no sabia que hoy libraba— Se quedó mirándome los ojos como analizado los.

—¡Te mataré!

—¿Por que tienes tantas ganas de salir de aquí?

—Hoy es cumple años de mi hermana; cumple 24. Y quiero estar ahí.

—Ah, si ¡algo me ha dicho Ivan!
Me dijo: que te estaba ayudando a alquilar un local, que ese era el regalo para ella. Y también que Betty lo estaba ayudando a montar una fiesta  sorpresa.

—Si. Es que ella siempre lo celebra a lo grande y no quiero que lo pierda esta vez por mi culpa.

—No digas eso, tu también harías lo mismo.

—¿Me ayudas ?

—¿A que?

—Es que le tengo otro regalo, se lo quería llevar yo misma, pero ya ves que yo no puedo.

—Claro que si. Yo se le llevo. Solo dime donde esta y que es.

—Lo tiene tony , el padre de Raquel

—¿Antonio?

—Si , es un descapotable blanco. Con una nota que te voy a dejar.

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Hace rato que el coche esta a la espera de ser recogido. Espero que Isabel siga en su casa.
Llegue al porche y toque dos veces. Y espere.

Abrió la puerta y se sorprendió.

—¿Ana esta bien?— preguntó un poco alterada.

—Oh, si. Vengo a felicitarte, y a enseñarte algo.

— Gracias— y luego pregunto —
¿El que ?

—Ven— ella se para en seco indicándome que no llevaba zapatos. Tire de ella y la saque del porche sin pensar demasiado.

—¡Mira eso!— dije señalando el coche.

—Madre mía que belleza— dijo mirando el descapotable y abrió la boca tanto como una cueva. Este llevaba un enorme lazo lila por encima.

—¿A que si?

—¡¿De quien es?¡

—¡Tuyo!

—No me vaciles. ¿En serio, por que me lo enseñas?

—Por que es tuyo. Toma esta carta.
La abrió y la leyó en dos segundos.

Querida rubia lo siento mucho por hacerte perder tu día por mi enfermedad. Quiero desear te feliz cumple y espero que algún día me perdones por no estar contigo hoy. Y , este descapotable es tuyo espero que lo disfrutes  mucho.

                Un beso 😘de la  peque.

Una lagrima resbaló por su rostro. 




Ana Te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora