Capítulo 41

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Al tomar mi bolso y Buggi que seguía consciente, salí corriendo con las indicaciones que me había dejado Nino mientras montones de preguntas y temores inundaban mi cabeza, y lo peor, no obtenía respuesta de nada. 

Después de varios minutos de correr por ese bosque, pisando montones de ramas y hojas secan que habían caído de los arboles mas viejos, iluminada únicamente por la luz de la luna, la cual no ayuda mucho a ver por donde pisaba. 

Me estaba comenzando agotar, y Buggi seguía con los efectos del somnífero. Saque del bolso mi teléfono el cual le quedaba muy poca batería, vi la hora, 8:32, y cuando iba a escribirle a Adrien se descargo por completo.

Me detuve un momento apoyando mis lastimadas muñecas en mis levemente inclinadas piernas intentando calmar mi espiración. 

-____... 

-¡Buggi me darás un infarto! -Grite para ver como la pequeña Kwami salia del bolso.

-Lo lamento..

-Oh cállate y abrázame. -Dije para tomarla con ambas manos y acercarla a mi mejilla, ella colocó sus patitas y cara, claro, si eso se podría llamar abrazo.- Estaba muy preocupada.

Nos separamos, pero todavía la tenia agarrada entre mis manos con delicadeza.

-Yo también. -Confesó.- No sabia lo que te harían o algo... ¡Tu labio! -Ella frunció el ceño.

Me sorprendió, que sin importar la poca luz logró darse cuenta.

-Eso, es un simple raspón no te preocupes.

-No te creo nada.

-Eso no importa ahora, ¿tienes fuerza para poder salir de aquí? 

Tardó algunos segundos en pensar la respuesta, sin embargo decidió asentir.

-Perfecto, Buggi transformación. 

Después de un largo camino pude llegar a la mansión Agreste, como de costumbre entre por la ventana de mi habitación la cual tranque con cuidado.

Apenas la cerré mi transformación acabo y Buggi cayó agotada en la cama. Abrí de la gaveta de la mesa de noche, para sacar un paquete de galletas, abrirlas y dejarlas junto a la pequeña Kwami, quien inmediatamente empezó a comer.

Me dirigí al baño de la habitación y cerré la puerta. Quite toda prenda de mi cuerpo y entre a la ducha. Al abrir la perilla apoye mis manos en la pared dejando que el agua corriera por todo mi cuerpo. Tome el jabón y empece a pasarlo por todo mis piernas hasta llegar a los brazos y ver mis muñecas con un rojo intenso, que lo hacían parecer unas pulseras debido a las cuerdas que me habían puesto.

Sin darme cuenta las gotas de agua corrían al mismo tiempo que mis lágrimas, lloraba en silencio. Me sentía débil, tanto física como sentimental. Siendo más especifica, completamente derrotada. Nunca había conocido lo que era la felicidad, y cuando la tuve debo renunciar a ella. ¿Es muy egoísta no querer renunciar? Mucho, pero no puedo permitir que ocurra.

El baño duro varios minutos, cuando salí agarre la toalla blanca con la cual me seque todo el cuerpo. Saque del closet un vestido que termina sobre las rodillas, sencillo, con mangas que terminan en los codos y la espalda algo descubierta color champagne, el cual me coloque igual que unos tacones bajos y un cinturón delgado ambos color negro.

-¿Qué harás ____? -Preguntó la Kwami sentada sobre la almohada viéndome con melancolía.

Subí el rostro al reloj colgando en la pared. 11:36. 

Bote un pesado suspiro. 

Gire mi vista al espejo para maquillarme, así lograría tapar el morado de mi rostro o al menos disimularlo con el antifaz de Miss Bug. 

Agarre unos brazaletes negros, los cuales me coloque para evitar notarse el rojo de mis muñecas.

-Acabaré con todo esto. -Respondí viendo mi reflejo con rabia. ¿En qué momento había comenzado a odiarme? Creo saber la respuesta de eso. 

-¿A qué te refieres? 

Volteo a verla fingiendo una sonrisa intentando contener las lágrimas. 

No podía arriesgarme a perderle, de ninguna manera.

Y dije lo que menos hubiera querido en el mundo.

-Saldré de su vida. 

Ella guardó silencio. Ambas sabíamos que era lo mejor si queríamos evitar una tragedia.

Sin decir otra palabra me transforme  para dirigirme a la Torre Eiffel. 

El cielo estaba completamente nublado, solo se podía apreciar la luz de la luna que iluminaba a lo lejos. 

Sujete fuerte la baranda intentando despejar mis pensamientos pero fue inútil.

Seguía transformada, porque estando con Buggi me sentía un poco fuerte. Se que no seria éste el caso.

-¿Qué hace tan sola la reina? De seguro esperando a su apuesto caballero.  

Inmediatamente me voltee para encontrar no muy lejos a Chat con una gran sonrisa y un ramo de rosas rojas y blancas en la mano.

Mi corazón se estrujo.

-¿Ocurre algo princesa? -Preguntó frunciendo levemente el ceño. 

-Nada. -Dije sin inmutarme. 

Se acerco.

-Son para mi bella dama. -Me las entrego con cuidado y un leve sonrojo.

¿Por qué mierda era tan difícil decir adiós?

-No puedo aceptarlo. -Le di un leve empujón pegando las rosas de su pecho. Desvié la mirada, aunque no viera sus ojos podía sentir a la perfección su desconcierto y algo de decepción.

-¿Qué pa...?

-¡¡Te dije que no pasa nada!! -Grite con "molestia" mientras di algunos pasos alejándome, mientras que por dentro lo que quería era abrazarlo para nunca soltarlo.

-¿Qué ocurrió? Dime por favor, si hice algo mal yo..

-¡Ese es el problema! -Voltee para verlo con el ceño fruncido y pocos segundos fueron lo suficiente para ver la confusión en su rostro, antes de darle la espalda. 

-¿Eh..?

Subí el rostro para ver nuevamente el paisaje intentado buscar las palabras correctas.

No llegaron.

-¡Deja de ser lindo conmigo! -Seguía de espalda a él.- ¡No lo entiendo! -Las lágrimas amenazaban con escapar.- ¡No soy la persona que piensas que soy! ¡Soy una porquería que llego para estorbar, arruinar todo! Ese era mi objetivo.

-Eres hermosa, valiente, inteligente, y sobretodo lo más importante para mí.

-No lo soy. Eso piensas porque no me conoces. 

-Claro que te conozco.

-Mentira.

Agarró con delicadeza mi hombro para hacerme voltea.

Su rostro no podía descifrarlo ni quería seguirlo viendo, así que baje mi vista.

-No es mentira. -Dijo firme.

Respire profundo.

-Me iré mañana. 

La Hija Del Mal - (Chat Noir y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora