Me despierto y son las 10 de la mañana. Tengo muchísimo sueño, e intento abrir los ojos. ¿Qué son esos ruidos?
Me asusto.
Pero en mi cabeza empieza a reproducirse como si de un vídeo se tratara todo lo que pasó anoche con Paula. ¿Cómo pudo pasar? Todavía recuerdo esa mirada de pasión y lujuria.
Me muerdo el labio de pensarlo.
Si no llega a ser por Encarna... Le habría quitado el camisón.
¿Cómo me puede encender tanto? No lo comprendo, de verdad.
Mis tripas suenan pidiendo un buen desayuno.
Decido bajar a la cocina así conforme voy, con mi blusa que casi tapa mis rodillas.
-Ay, Adriana. Estoy muy nerviosa. He estado en casa de Encarna hace un rato llevándole unas magdalenas recién sacadas del horno y me encuentro a Paula organizando toda la casa ella sola y muy preocupada. Dice que Encarna se calló anoche de la cama. El médico nos ha comentado que le va a afectar bastante a la movilidad, y además siempre ha tenido los huesos fastidiados la pobre-.
-Las niñas buenas como tú, no hacen esas cosas. No se va a repetir más. ¿verdad?-.
Me viene a la cabeza la frase de Paula.
Uffff, no me la saco de la cabeza.
-¿No me digas, Mari?- Le digo muy preocupada disimulando que no sé nada. Si Mari se entera de algo, me mata.
-Si, hija mía. Por lo tanto Pedro y yo hemos pensado una cosa. Encarna está muy mayor, y aunque no se ha roto nada necesita vigilancia las 24 horas por si se vuelve a caer o le pasa algo,y ya sabes que no voy a descansar tranquila sabiendo que el rato que no está Paula en casa, estará sola. Ella es una cría y aunque a mi no me gusta que salgáis mucho entiendo que tenéis que estar para aquí y para allá-.
-Yo os puedo ayudar en lo que necesitéis. Estoy estudiando para cuidar a personas en esa situación, ya lo sabes, Mari-.
-Gracias cariño, sé que vas a ayudar en todo lo que puedas, pero si a ti te parece bien Encarna se vendrá a casa hasta que puedan venir sus hijos. Hemos pensado que dormirá en tu habitación, y tú te irás con Paula. Hemos visto que os lleváis muy bien, y si de verdad no te importa, lo haremos así-.
Me quedo blanca. No soy capaz de articular palabra. ¿Really? ¿Dormir en la habitación a la que me colé anoche? ¿Con una chica que conozco desde hace dos días y ya nos hemos liado? Esto es de locos. Y mi verano acaba de comenzar... Virgen María.
-Si, me parece bien-.
Es lo único que soy capaz de articular.
-Genial cariño, gracias por comprendernos. Cuando termines sube a recoger las cosas de tu cuarto- Dice Mari abrazándome.
Termino de desayunar algo rayada, y subo corriendo a cambiarme y a guardar mis cosas. Mis fotos, posters, y luces que tenía en el cabecero de la cama volvían a una caja por segunda vez esta semana.
Me pongo mis pantalones cortos, parecidos a esos que tan poco le gustan a mi madre (no, no son dónde me dejé el papel con el número del camarero,para mi desgracia), un top de flores y encima una camiseta amarilla que me encanta. Me calzo mis vans blancas y me hago una trenza. Ni me apetece maquillarme hoy.
Guardo toda mi ropa y me paro a pensar en todas las veces que me dice mi madre que tengo demasiada. Alomejor lleva razón la mujer.
-Gracias, Adriana por cederme la habitación. Las personas mayores no damos más que problemas y disgustos, hija mía- Dice Encarna cuando paso a su casa y está sentada en su sillón.
-No se preocupe Encarna, no me resulta ninguna molestia-.
Le contesto acercándome y dándole un pequeño abrazo.
Baja Paula las escaleras con una bolsita llena de medicinas y mala cara. No dice ni buenos días.
¿Estará enfadada aún? No creo... Parece que me perdonó.
Instalamos a Encarna en mi habitación, y colocamos algunas de sus cosas más básicas, cepillo de dientes etc...
No abrimos la boca, pero nuestras miradas se buscan.
Llega la hora de comer y todos colaboramos en hacer una riquísima ensalada y un pescado que a Paula le sale muy bueno.
Todo son caras serias.
Llega la tarde y Paula se va a dormir un rato.
-No he descansado nada, cuando me despierte vengo y merendamos, yaya-.
Dice mientras sale por la puerta.
-Si ya no me necesitáis, voy a cambiarme y me voy a hacer algo de deporte-.
Digo mientras termino de fregar los platos. Cuando voy a casa de Paula a por mi ropa,ella ya está durmiendo.
Me pongo un top y unos pantalones cortos. Me calzo mis deportivas y conecto los auriculares a mi móvil. Nada mejor que la música para desconectar.
Doy un largo paseo por las frondosidades del pueblo, alterno andar y correr.
Rápido,brusco,violento de Juan Magan suena en mi móvil. Me encanta esta canción.
Cuando comienza a anochecer decido irme a casa.
Llego y todos están ya allí.
La cena transcurre como la comida, y cuando terminamos Mari dice que ya nos podemos ir cuando queramos.
-Oye, Paula, ¿Te pasa algo conmigo?- No puedo evitar preguntarle.
-No-.
-Paula, joder, cuéntamelo- Le digo enfadada.
-Me asusté mucho, entiéndeme, es mi única abuela, y no sé que sería de mi sin los veranos en el pueblo sin su compañía, su alegría, sus anécdotas... Estoy todo el puto año deseando que llegue verano para poder venir, y vengo y pasa ésto...-.
-Lo entiendo, Paula, pero piensa que sólo ha quedado en un susto. Además, ten por seguro que con Mari y Pedro, y nosotras al lado, a tu abuela no le va a faltar de nada-.
-Lo siento si hoy he estado distante contigo, perdóname- Me dice con una pequeña sonrisa en la boca mientras entramos a su cuarto.
-Estás perdonada. Pero no lo vuelvas a hacer más, ¿vale?- Le digo guiñándole el ojo e intentando reproducir la frase que me dijo ella.
-Oye...¿duermes en la cama conmigo,no? Me niego a que duermas en otra habitación, vamos- Me dice con cara de pícara.
-Me has convencido. Va, ponte ese camisón que tan bien te queda-.
Se quita la ropa, quedándose en ropa interior y se pone el camisón. ¡¡Bfff, cómo me pone!!
Nos metemos en la cama y no puedo dejar de pensar en terminar lo de la otra noche.
Me tumbo de lado y Paula hace lo mismo. Se queda mirándome.
-¿Las niñas buenas siempre ponéis esa carita cuando estáis cachondas?-.
Cómo sabe lo mucho que me pone que me diga esas cosas...
-¿Cachonda? ¿Yo? Para nada- Le digo riéndome.
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Desenfreno en el pueblo. ©
Teen FictionBienvenido a mi historia; Soy Adriana, una chica de ciudad, donde os cuento un increíble y salvaje verano en el pueblo. Un pueblo lleno de secretos y pasión, donde cada personaje descubrirá su lado más perturbado. Estoy segura de que t...