El comienzo de todo.

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10 años antes.

-¡Vamos, Frankie! Deja eso un momento y vamos a beber unas cervezas.-Rogó Bob, el mejor amigo de Iero.

-No puedo, Bob. Es mi ultimo examen y no quiero suspender.

-¡Pero si ya pasaste el semestre! Ah, Frank... te juro que me desesperas. Llevas encerrado aquí siquiera unas ocho horas estudiando, seguro estudias una hora más y se te quema el cerebro.-Frank giró los ojos.-Solo esta noche, vamos al bar de abajo y nos tomamos algo, conversamos un rato y luego subimos para que sigas quemando tu cerebro. ¿Qué dices?

-No, en serio no tengo ganas. Y sí, sé que pasé el semestre pero quiero terminar todas mis materias con una nota perfecta, eso me va servir a futuro.-Bob bufó.

-Mira, tu madre me amenazó con que si no te sacaba de aquí un rato, iba a dejarme sin tarta de chocolate cada vez que viniese a verte y sabes que amo la tarta de chocolate que hace Linda. No lo hagas por ti, hazlo por mi y por la tarta.-Frank rió y pensó un poco antes de contestarle a su rubio amigo.

-Está bien, solo un par de horas.-Se levantó de la silla y cerró sus libros.

-Gracias, gracias.-Bob abrazó a su mejor amigo.-Ahora ve a darte una ducha porqué hueles a diablos, mientras yo llamo a Ray, me dijo que un amigo suyo está en la ciudad y quiere presentarnoslo.

-Vale, vale.

-

Ambos bajaron al bar que quedaba a una calle del departamento donde Frank vivía con sus padres y hermana, el joven Iero estaba a un semestre de terminar la educación secundaria para entrar a estudiar Arquitectura en la Universidad de Summit. Siempre había sido un muchacho dedicado en sus estudios, sus padres nunca le obligaron a hacer nada que él no quisiera, ni a Frank ni a su melliza Susan. Los hermanos Iero fueron criados con la libertad de hacer en su futuro lo que fuese de su preferencia; en este caso, Susan decidió que al salir del colegio quería estudiar Gastronomía y nuestro querido Frank, Arquitectura. El muchacho siempre fue de los más aplicados de su salón y tenía una pequeña rivalidad con su melliza por ser el hijo pródigo de la Familia Iero. Aún así, ambos hermanos se llevaban de maravilla, eran muy unidos y siempre podían contar el uno con el otro. Como por ejemplo cuando Frank descubrió su verdadera orientación sexual. El muchacho Iero fue a una fiesta en casa de su amigo Bob, donde conoció a un chico llamado Daniel, del cual se enamoró perdidamente, ellos salieron un par de meses y luego Daniel le dejó porqué consideraba que Frank era muy niño para él... ¿Un poco tal vez? El muchacho contaba con quince años para ese entonces y su (en ese entonces) novio, tenía dieciocho. Iero solo pasaba llorando en su habitación hasta que su hermana le interrogó y fue donde él contó todo. Su melliza le consoló, luego convenció a su hermano para que hablase con sus padres acerca de ese tema. 

Primero Frank Iero Padre no se lo tomó muy bien, él quería que su hijo se casase con una mujer y tuviese hijos, Linda Iero por su parte se tomó el tema de la homosexualidad de su hijo como algo normal, era un joven que estaba conociendo su mundo, nadie era quien para plantarle barreras a su hijo en su aventura por descubrir su identidad, ni siquiera ella, su propia madre. Aún así con el pasar del tiempo, Cheech Iero aceptó finalmente a su hijo tal y como era, tal vez no lo iba a ver casado con una hermosa mujer y formando una familia con esta... Pero si que iba a ver a su hijo feliz sea quien sea la persona con la que el decida pasar el resto de sus días. 

Tus decisiones marcarán tu futuro.

Bob y Frank entraron al bar, no había mucha gente en este así que fue casi inmediato el encontrar a Ray ahí dentro, además de que era imposible extraviarlo gracias a ese enorme y frondoso afro que Toro llevaba, este se encontraba frente a la barra y justo a su lado estaba un muchacho de más de un metro setenta, de cabello rojo electrizante, pero un poco desteñido. Llevaba una chaqueta de cuero roja, tal y como su cabello, pantalones negros y unas botas, el estaba de espaldas así que no se podían apreciar sus facciones. Ray miró trás su amigo y vio a Bob y Frank acercándose, le dijo algo al muchacho que le acompañaba y este se giró dejando ver su hermoso rostro. Frank tragó saliva, ¡El amigo de Ray era tan jodidamente caliente!, tenía unos ojos color verde maravillosos, sus labios eran delgados pero Iero sintió unas ganas terribles de lanzarsele encima y besarlo como si no hubiese un mañana, su nariz era perfecta y su sonrisa... Oh, demonios, esa sonrisa... Sin comentarios.

Lie to me. (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora