Viejo y tonto

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Era difícil conciliar el sueño cuando se sabe que la persona a la que se ama está en el hospital, en terapia intensiva, al borde de la muerte... y que no se conoce absolutamente nada de su estado. Es demasiado abrumador.

Ya eran las cuatro de la mañana y Gerard daba vueltas en su cama, a su lado, la luz de la lámpara encima del buró era lo único que daba un poco de claridad a su oscura habitación. Se sentó en su cama, con las piernas cruzadas sobre si y su cuerpo apoyado al espaldar de la cama. Menuda mierda de persona era. ¿En qué momento llegó a ese extremo? Lo peor de todo es que no era la primera vez que hacía lo mismo: dejar a su boca soltar pura basura sin medirse... solo que cuando lo hizo en una primera ocasión, Frank estaba lejos y no fue tan salvaje como en esta vez... donde lo tenía en persona y podía observar como lo lastimaba con cada una de sus asquerosas palabras. El resentimiento era un sentimiento terrible que llegaba a orillar a la gente a hacer cosas espantosas. Él no se autorreguló, metió a Lindsey y a Bandit en el juego cuando no tenían nada que ver... ¿se podía ser más bajo y descarado? Ya no se reconocía, la mirada decepcionada de su hija le dolió como un millón de agujas clavadas en el pecho... él era un héroe para ella. Ahora lo miraba como un villano detestable. La decepción era palpable en el ambiente, pero consideraba que se merecía cada una de las miradas repletas de aquel sentimiento que todo el mundo le lanzaba. Se merecía lo peor del mundo.

Su mente volaba de nuevo hacía Iero, necesitaba saber cómo estaba al menos. Algo que pudiese calmar sus nervios y callar sus pensamientos irracionales. Él tenía que ponerse bien, Frank tenía que vivir y encontrar la verdadera felicidad que obviamente no estaba a su lado. Porque lo único que él podía brindarle a alguien era decepción.

La puerta de su habitación sonó, su hija se quedó a dormir esa noche en la casa pues lo sintió necesario... y sí que lo era. Necesitaba un abrazo de su parte...

La chica se asomó por la puerta y le sonrió levemente, Gerard le respondió de la misma manera, ella entró y se sentó frente a su papá, ambos se quedaron en silencio por un momento, ninguno sabía cómo empezar, pero Gerard aclaró su garganta antes de hablar. Bandit necesitaba muchas respuestas para las interrogantes que le estaban quitando el sueño esa noche.

—Lamento que hayas escuchado eso hace rato en el hospital... me avergüenza a sobremanera.

—La verdad es que me sorprendió que eso fuese verdad. Nunca creí que fueses capaz de hacer algo así.

—Por eso mismo dejé de beber. Porque hace años, cuando Frank se fue, hice lo mismo —Bandit volvió a sorprenderse—. Me enteré que estaba saliendo con alguien y un par de días después, en una salida que tuve con Mikey, Kris y Jared, terminé tan borracho que le dejé un mensaje de voz diciéndole barbaridades... —jadeó una risa—... le dije que iba a irlo a buscar a Francia e iba a golpear a la persona con la que estaba saliendo. Casi nueve años después, esa misma persona terminó golpeándome.

—¿Qué? Ese tipo que estaba en el hospital...

—Es el esposo de Frank —la muchacha se quedó sin palabras—. Al parecer, ellos terminaron casándose.

—Pero, ¿Frank y tú intentaron volver? No entiendo nada.

—Lo intentamos pero él quería que te dijera la verdad pero no quise hacerlo porque temía herirte. Yo me puse a la defensiva y él tampoco me aguantó, exploté. Fue ahí cuando peleamos y ¿recuerdas cuándo hablamos en el patio? —Bandit asintió—. Quería buscarlo pero a la vez tenía miedo de que me echara de su casa. Hasta que tú me diste la valentía para ir a encararlo... y fui... Encontré a Frank y a su esposo discutiendo en la casa. Ese tipo se presentó como el gran Señor de Iero y yo me sentí usado, sucio. Le puso los cuernos a su esposo conmigo. Aun no comprendo por qué.

Lie to me. (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora