Tal vez...

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Las lágrimas caían como cascadas de sus ojos, los sollozos se habían ido, se encontraba algo más tranquilo que cuando leyó aquel papel que certificaba la duda que estuvo en su cabeza días atrás. Su esposo tenía una hija y le había mentido descaradamente por dos oportunidades. Sonrió levemente, su estupidez le hacía gracia, la manera en la que había sido tan crédulo le ardía en el pecho. Odiaba haberse comido el cuento tan fácil, ¿Pero que iba a hacer? Era su esposo, obviamente tenía que confiar en él. Y se arrepentía enormemente de haberlo hecho.
Se quedó dormido en el sofá de su estudio mientras lloraba y a la mañana siguiente se despertó cerca de las siete, no salió de la habitación hasta que escuchó el auto de su esposo arrancar. El silencio volvió a reinar en la casa y ahí fue donde salió, caminó hasta su habitación y sacó una maleta del armario. Necesitaba tiempo para él, para pensar las cosas con cabeza fría y no dejarse llevar por la ira contenida. Pero solo de acordarse de las mentiras de su esposo, sus ojos se aguaron y echaba a llorar sin parar. Llenó la maleta con ropa y se metió a dar una ducha. Luego bajó con sus cosas ya listas y salió de casa. Atrapado en el tráfico, aprovechó para enviarle un mensaje a su mamá diciéndole que necesitaba contarle algo y que pasaría luego del trabajo por casa, luego envió otro mensaje a Susan, su hermana, avisándole lo mismo y diciendo que quería verla en casa de sus padres luego.

Aquél día fue fatal, no rindió el ciento por ciento en su trabajo, la frustración hizo que se encerrara en uno de los baños portátiles a llorar en silencio... ni tanto en silencio porqué uno de que otro sollozo se hacía escuchar. Cuando salió del baño, uno de sus amigos del trabajo, Evan, notó los ojos rojos e hinchados de su amigo, entonces se acercó al avellana cuando estaban en una de las plantas de la construcción, apenas le vio, Frank le abrazó fuertemente y empezó a llorar en su hombro.

— ¿Se puede saber qué te pasa?

— Mi vida es una mierda, Evan. M-mi esposo m-me ha estado ocultando cosas desde hace tiempo y ayer descubrí que... Que tiene una hija de diez años con su ex novia... me estuvo mintiendo.

— ¿Qué? Tiene que ser una broma... —el avellana de separó de su amigo y secó su rostro.

— No, ya quisiera y-yo que fuese así pero no. Hasta ya le dio su apellido y todo... Mierda, Evan... te juro que cuando leí esos papeles, me quería morir. Quise creer que todo era una confusión, pero al ver el nombre de Gerard ahí y aún peor los documentos venían de parte de la Firma de abogados de un amigo en común supe no podía haber ninguna confusión. Me estuvo escondiendo esta mierda por semanas y yo estúpido le di oportunidad para que me contase lo que le pasaba y sólo dijo lo que quería, es un maldito hijo de perra. Quiero golpearlo tan fuerte por mentirme así. ¡Ah! —tomó un mazo de demoler que había cerca de él y golpeó una pared en construcción de bloques y cemento, haciéndole un enorme agujero. Evan intentó detenerlo pero Frank siguió rompiendo la pared hasta casi tumbarla del todo. Su pecho subía y bajaba rápidamente, sus ojos volvieron a humedecerse. Los obreros que estaban cerca le miraban sorprendidos y extrañados al mismo tiempo. ¿Qué demonios acababa de suceder?

— Frank, Frank... mírame. Toma tus cosas y vete a casa. Diré que te sentiste mal y que por eso te retiraste.

— ¡Ni pienses que me iré a casa! No quiero, no quiero ir y verle la cara a Gerard. Quiero morirme de una vez y por todas, maldita sea. —sollozó.

— ¿Estás escuchando toda la mierda que dices? No estás pensando con cabeza fría. Vete a casa de tus padres, no sé. Lo que quiero ahora es que te relajes. ¿Está bien? —El avellana asintió mientras retiraba las lágrimas de su rostro— Ve a casa de tu hermana o no sé quién. Respira profundo y maneja con cuidado. Yo me encargo de esto... —observó la pequeña pared casi destruida por completo y torció la boca.

Lie to me. (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora