Lie to me. (Frerard)

No quiero herirte más

La familia Iero estaba en la sala de espera frente a terapia intensiva. No habían comido y dormido correctamente porque sentían que si se movían de donde estaban, Frank se pondría peor o algo por el estilo.

Tampoco estaban tan informados sobre estado del arquitecto, lo único que sabían era que estaba muy mal y no habían podido verlo. Esperaban pacientes al horario de visitas para poder entra a la habitación donde estaba. Linda estaba muriéndose por dentro sin saber de su hijo, no paraba de llorar y su esposo intentaba tranquilizarla pero era casi imposible. Susan estaba irritable, el no poder saber a ciencia cierta lo que estaba pasando con su hermano la estaba matando. Aun no era muy claro cómo se había dado el accidente, pero de una cosa estaba segura y era que si es estúpido de su ex cuñado no se hubiese acercado a molestar a las tantas de la madrugada a acosar a su hermano, él estuviese bien, maldita sea. ¡Frank estaría bien! En su casa, quizás fumando un cigarrillo mientras trataba de seguir con su vida, alejado de la toxicidad con la que Gerard contaminaba su entorno.

La muchacha tenía su cabeza apegada al hombro de su papá, cerró sus ojos un momento y bostezó. Estaba intentando descansar un poco... luego de unos minutos, su papá le despertó, el doctor que atendía a Frank estaba llegando a donde ellos esperaban. Tragó en seco, la expresión en la cara del médico no le daba muchas esperanzas.

—¿Cómo está mi hijo? —la señora Iero preguntó inmediatamente.

—Pues no muy bien, Frank sufrió varios golpes en el cuerpo y extremidades, sobre todo en la pierna y rodilla derecha que fue la más comprometida en el accidente porque quedó atrapada entre los fierros retorcidos del auto. Además sufrió una contusión cerebral, su cabeza impactó el volante porque el AirBag no funcionó. Afortunadamente la contusión no es muy grave y podrá recuperarse pronto. Pero aquí el verdadero problema es que Frank tiene anemia. El conteo de sus glóbulos y plaquetas es bajísimo, me sorprende que no haya muerto por la enfermedad que tiene. ¿Él sabía que tenía anemia?

—Sí, él lo sabía y estaba en tratamiento —contestó Cheech Iero—. Pero nunca nos dijo si estaba funcionando o no.

—Frank vive aquí en Brooklyn y nosotros en Summit, nos comunicamos muy poco a la semana y a veces ni siquiera sabemos de él... tal vez el tratamiento no estaba funcionando y no nos quiso decir para no preocuparnos —Linda Iero apartó una lágrima de su mejilla—. No entiendo por qué no dijo nada. ¿Mi hijo tiene posibilidad de recuperarse?

—Frank necesita urgentemente un trasplante de médula ósea, pero lo necesita ya. Es la única manera de que pueda salvarse. Necesitamos encontrar un donante de médula de inmediato, no hay tiempo que perder.

—Yo soy su hermana melliza, me haré todos los exámenes necesarios para poder donarle mi médula a Frank —contestó la castaña secándose las lágrimas. El médico le indicó que le acompañase, ella obedeció inmediatamente.

Un par de horas más tarde, la hora de visitas para la sala de terapia intensiva inició. El médico les había indicado que Frank había despertado pero que estaba bastante desorientado, así que debían ser un poco cuidadosos al momento de hablar con él.

Entraron a la sala con calma, pero esa calma parecía que iba a desaparecer al ver a Frank con los golpes en su cara, su pierna enyesada y el collarín alrededor de su cuello. Los tres tuvieron que hacer un esfuerzo enorme por no echarse a llorar ahí mismo. Inmediatamente, el arquitecto abrió sus ojos y sonrió levemente al ver a su familia ahí. Linda se acercó a él y le dio un beso en la frente. Su hermana y su padre tomaron unas sillas para sentarse a su alrededor.

—¿Cómo te sientes, hijo? —Cheech le tomó la mano y se la apretó levemente, Frank sonrió.

—Confundido —respondió con voz ronca—, no me acuerdo cómo pasó esto ni en qué momento llegué aquí. Me duele absolutamente todo.