Pidge

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Dos días antes.

Pidge se miró al espejo.

Su cabello rubio le llegaba casi a los hombros y se sentía... extraña.
Había fingido por un largo tiempo ser un chico y ya se había acostumbrado al cabello corto.
Tomó las tijeras.
En realidad era más práctico llevarlo así, ¿cómo lograba Allura meter todo ese cabello en una liga? Ni idea.
Se imaginó metiendo su largo cabello mechón por mechón al casco.
No.
Demasiado problema, ¿y si el cabello le picaba la nariz?, que bien se vería deteniendo la pelea para rascarse, no, mejor llevarlo corto.
Se miró. Mechones rubios posados en el lavabo, sabía que se parecía demasiado a su hermano, y no sabía que pensar de ello. ¿Era eso algo bueno?
Lance un día le había asegurado que era bonita, y que le daba igual si llevaba el pelo corto o largo, según él, su hermana lo llevaba aún más corto y sus hermanos mayores tenían serios problemas para mantener a los chicos lejos de ella.
Decidió que debía aceptar su palabra, al fin y al cabo Lance le había dicho que le recordaba a Susana. Se imaginó tener tres hermanos mayores y creyó que no podría soportarlo.
Matt.
Su hermano ya estaba ahí.
A salvo.
Pero tenían una charla pendiente.

Caminó por el pasillo. La habitación de Matt estaba junto a la de Lance y por lo que sabía ambos estaban dentro, Lance había quedado muy mal después de lo de Lotor, tenía una muñeca rota, la pierna herida por una espada corta y múltiples heridas superficiales a causa de la pelea y de su rescate por parte del león azul, todos habían creído que Allura lo había salvado pero resultó que no, el león había sentido que su antiguo paladín lo necesitaba y tomó iniciativa propia.
Pegó la oreja a la puerta de Lance, lo escuchó tararear una vieja canción que no identificó, los últimos días Keith había estado de un humor terrible y ella sospechaba que era en parte por Lance. Suspiró. Esos dos se traían algo y ella sospechaba lo qué era.

Pidge abrió la puerta de hermano. Matt estaba sentado en la cama mirando al vacío. Levantó la mirada al verla entrar y se puso nervioso. Tenía profundos círculos negros alrededor de los ojos y siempre parecía a punto de desmayarse.
Aún recordaba la forma en que Lance y él se habían mirado cuando les preguntaron por Lotor.

Lotor sólo me dijo que quería el león negro y que a cambio me daría a Matt, lo trajó y empezó a negociar pero le dije que se fuera al carajo y le disparé, no le di porque el muy bastardo se movió y sinceramente no quería quedarme para verlo, tome a Matt y... bueno lo vieron.

Matt simplemente había asentido. Pero Pidge sospechaba que había más, algo que ninguno quiso revelar, la historia no parecía muy creíble, o al menos así lo creía.
—Amm, creo que tengo que ir al baño urgentemente —dijo Matt levantándose.
—No. Tenemos que hablar. Lo he dejado pasar por ahora pero todo tiene un límite, Matt. Tengo, no, necesito saber.
Matt palideció.
—Lo sé. Considerando todo por lo que has pasado es lo justo.
—Él... ¿está muerto? —dijo Pidge casi en un susurro. No quería pensar en eso, pero era lo más lógico, ¿no?, Shiro le había dicho que no recordaba nada de eso, pero sabía perfectamente que Matt sí.
—Ojalá lo estuviera —soltó Matt, Pidge dio un respingo, el rostro de su hermano no mostraba la tristeza y el dolor que esperaba encontrar, sólo desprecio y odio.
—¡Matt! ¿Cómo puedes decir eso? ¡Es nuestro padre!
—Ya no lo es para mí.
—Pero... —Pidge estaba al borde de las lágrimas, su hermano amaba a su padre, ¿quién era ese desconocido que usaba el rostro de Matt?
—Kat —comenzó Matt provocando un escalofrío en Pidge, él era la única persona que la llamaba así—,  piénsalo, ¿no te parece sospechoso que Zarkon gobernará por diez mil años y nunca hubiera considerado la más remota idea de que había un león en la Tierra? ¿Creíste que era mera casualidad que después de secuestrarnos quisiera ir a nuestro planeta?
—No —musitó Pidge, no, su padre no podía tener nada que ver con eso. No podía...
—Sí —replicó Matt— fue él. Siempre quiso que lo admirarán y Lotor se lo ofreció.
—¿Lotor? ¿Ya lo conocías?
—Un poco, en realidad no estaba interesado en mí o en Shiro.
Pidge frunció el ceño, ¿por qué Shiro nunca les había contado nada sobre Lotor?
—Shiro no lo conoció —dijo Matt adivinando los pensamientos de su hermana, algo que siempre le había divertido, pero que en ese momento sólo le pareció raro.
—Lo golpearon en la cabeza antes de que pudiera verlo —continuo él— hubieras visto su cara, Lotor lo sedujo por completo, le dijo que todo el universo lo amaría si lo ayudaba a encontrar a los leones, y el aceptó a pesar de que le pedí que no lo hiciera, sabía que ellos no querían nada bueno pero el poder cegó a nuestro padre.
Pidge contenía las lágrimas. No notó que estaba pellizcándose hasta que Matt la tomó de las manos.
—Quizá deberíamos dejarlo por ahora Kat.
—No, sólo lo empeorará, ¿qué más pasó?
Matt la miró fijamente antes de continuar.
—Pues intentó convencernos de que el imperio Galra era bueno y bla,bla,bla, en su imaginación ellos debían ser como dioses o algo así, yo no quería saber nada y me tachó de idiota e inmaduro, Shiro le gritó que no me hablará así, que él estaba ciego por los malditos halagos y que sólo haría que nuestro mundo se volviera un esclavo de Zarkon y un montón de cosas más que mejor no te cuento, en realidad aprendí de Shiro muchos insultos nuevos ese día —sonrió amargamente— el punto es que Samuel dijo que era una lástima que fuéramos tan cortos de miras (ve tú a saber lo que eso signifique) y que esperaba que fueran clementes con nosotros. Y se largó. Lo último que supe de él fue que era la mascota de Lotor.
—¿Y para qué Lotor lo querría? —preguntó Pidge, la tristeza remplazada por la furia.
—Está buscando el sexto león, no sé para qué, pero es lo que escuché.
Pidge se quedó rígida como estatua. ¿Un sexto león? Eso era imposible, sólo había cinco, ¿o no?
—Por tu cara deduzco que no tenías idea del sexto.
—No, ¿cómo, quién te dijo eso?
—Lo oí —dijo encogiéndose de hombros—. Al parecer muchos creen que es sólo una leyenda.
—¿La conoces?
—Sólo lo básico, supongo. Al parecer hubo una cultura muy antigua que poseía pleno control del universo, eran justos y benevolentes, pero había algunos que eso no les gustaba, porque ¿paz?, eso no es divertido— Pidge no sonrió—. En fin, hubo muchos quienes querían destruirlos y arrebatarles el poder, pero sus dioses o el universo o que sé yo, quizás ellos mismos crearon a los leones, que parecen mas bien tigres, pero no entremos en eso —se sentó derecho y pronunció con voz grave:
"Y de las profundidades del volcán, nacido de la sangre de la madre del fuego y del padre del universo llegó el león rojo, valiente e intrépido, rebelde e indómito, unido eternamente a su contraparte, en cuerpo y alma.

Don't Leave AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora