Lance

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Lance miraba el techo de... ¿su nueva habitación?, ¿celda?

A su lado Javier dormía con el rostro cubierto por las mantas.
Lo destapó un poco, lo menos que quería era que se asfixiará. Le apartó con cuidado los rizos del rostro.
Finalmente estaba ahí. Con él. Después de tanto tiempo. Aún lo quería.
El remordimiento lo estaba devorando.
Se levantó de la cama y tomó la chaqueta de Keith. La llevó a su nariz y aspiró.
Keith.
¿Cómo había llegado a tal problema?
Javier abrió lo ojos y lo miró.
Esos ojos. Esos hermosos ojos dorados, eran oro líquido, eran la luz.
Tan distintos a los oscuros ojos de Keith, petróleo puro, eran la oscuridad.
Javier frunció el ceño y se levantó.
-¿De quien es? -dijo señalando la chaqueta.
-De... Un amigo.
-Ya, claro. Tengo hambre - Javier fue hasta la puerta-. ¿Crees que...?
No pudo terminar.
Lance lo empujó contra la puerta aprisionándolo. Javier lo miró sorprendido antes de tomarlo de la cintura y atraerlo hacia él. Lance lo besó delicadamente. Aún no sabía cómo debía besarlo, ya no eran adolescentes de catorce jugando, habían crecido. Javier sonrió contra su boca y le atrapó el labio con los dientes suavemente.
Eso fue suficiente para Lance.
Lo cargó, las piernas de Javier lo envolvieron fácilmente como si fuera algo común.
Lo llevó hasta la cama. Javier le quitó la camiseta y lo besó en los hombros. Lance encontró el cierre de su pantalón y se deshizo de él haciendo lo mismo con Javier. Quedaron en ropa interior besándose, explorando cada centímetro de piel nueva, ardientes caricias, el sudor cayendo por sus rostros, la violencia y la delicadeza, el deseo, las manos en el otro haciéndolo desear más y más, los mordiscos, el calor...
Keith.
Lance se detuvo.
Keith.
Javier lo miró confundido.
Keith.
¡El maldito Keith!
-¿Qué sucede? -preguntó Javier.
Lance sacudió la cabeza para despejarla. Lo besó de nuevo.
Era tan diferente de besar a Keith. Cuando Keith lo besaba era con desesperación, con un poco de odio y como si no hubiera un mañana, en cambio con Javier era como un juego, divertido y apasionado.
Maldito Keith. Maldito. Estaba tan bien antes de que él entrará a su vida. Antes de que Keith llegará y pusiera su mundo de cabeza. ¿Por qué él? ¿Por qué precisamente él? ¿Por qué Keith no se enamoró de alguien más? Ah, no, tenía que ser Lance.
El muy desgraciado.
De todas maneras, ¿cómo sabía Keith que en serio estaba enamorado de él? Podía ser un error, ¿no?, quizá todo ese odio se confundió por un segundo y Keith creyó que era amor. Sí. Eso debía ser. En cuanto a él mismo... Bueno, un simple desliz, nada importante.
Miró a Javier.
Cuándo volvió a besarlo... Keith no estaba más en su mente.

-Hola Lance.
Lance abrió los ojos. Estaba abrazando a Javier por detrás, su cabello le hacía cosquillas en la nariz. Su olor a canela le inundó la nariz.
-Lotor -contestó Lance un poco molesto. ¿Por qué rayos lo molestaba?
-Vamos quiero mostrarte algo.
Salió.
Lance se quedó mirando la puerta.
Se incorporó de golpe.
¿Y si...?
Miró el techo, las esquinas y... ahí estaba.
-Lotor. Lotor -dijo moviendo la cabeza-. Eres un maldito pervertido.
Lance le sonrió a la cámara clavada sobre la puerta. Se levanto con cuidado para no despertar a Javier y se vistió. Besó la mejilla del chico y salió.
Lotor lo esperaba apoyado contra la pared. Se miraba las uñas como cualquier chica en la Tierra. Lance contuvo las ganas de reír.
-¿Listo?
-Cuando quieras.
Lotor suspiró.
-No me tientes.
Lance lo miró confundido.
-¿Qué?
-Nada. Vamos.
Lance caminaba a su lado. Había algo diferente en Lotor en comparación con los otros que había visto.
-No eres completamente galra, ¿cierto?, es decir, no luces como el resto.
Lotor no se detuvo.
-¿Por qué crees eso?
-Bueno, tus rasgos son más delicados, más atractivos que los de...
Lotor se había detenido frente a él, sus ojos abiertos como platos.
Recuperó la compostura de inmediato.
-Tienes razón, soy mitad galra.
Lance levantó las cejas, Lotor... ¿se había sonrojado?
-Ya llegamos.
Lotor evitó mirarlo cuando lo dejo entrar a la sala.
-Aquí es dónde sucede la magia- dijo orgulloso.
-¿Te das cuenta de lo arriesgado que es mostrarle tu plan maligno a tu enemigo?
-Oh, pero tú no eres mi enemigo.
-Soy un paladín de Voltron. Soy tu enemigo.
-Si lo fueras no estarías aquí -replicó Lotor suavemente.
-Estoy aquí por que secuestraste a Javier, si no fuera por eso yo...
-Mentira. Por favor Lance, ¿podemos dejar de lado este juego? Comienza a aburrirme.
-¿Cuál juego? -Lance levantó las manos desesperado.
-Viniste porque querías verme -Lotor se acercó a él y le acarició la mejilla.
-¡Dioses! Eres tan narcisista -dijo Lance apartándose de un salto de Lotor.
-Si no fuera así, no habrías venido solo, ¿les contaste a tus amigos que te propuse que te quedaras a mi lado a cambio de la libertad de ellos?, ¿les contaste sobre la nota?, ¿sobre la memoria?, ¿sobre el propio Javier?
Lance no dijo nada.
-No, no lo hiciste. Pudiste habérselos dicho, pudiste haber venido con ellos, abrir en dos esta nave y sacar a tu amigo, pero no lo hiciste, te escabulliste como un ladrón en mitad de la noche y viniste hasta aquí porque secretamente querías verme.
-¡Eso no es verdad! -gritó Lance. ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Verlo? ¿Por qué querría verlo?
Lotor se acercó.
Lance retrocedió y chocó contra la pared.
-Acéptalo. Querías verme.
Lotor lo había aprisionado contra la pared, sus brazos lo rodeaban.
-Estás demasiado cerca.
-¿Te incómoda?
-Me pone nervioso.
-Eso es bueno.
Lance pasó por debajo del brazo de Lotor.
-No, no lo es. ¿Qué querías mostrarme? -preguntó esforzándose porque no se le notará lo seca que tenía la boca.
-Eres aburrido. Ayer no lo eras.
Lance se sonrojó. Así que Lotor sí los había visto.
-Y tú un pervertido.
Lotor rió y Lance sintió un tirón en el estómago.
Lotor se acercó a la mesa donde varios controles destellaban.
Lance trató de ignorar el calor de Lotor a su lado, su curioso olor, flores muertas y vino.
En la gran pantalla frente a él (tuvo el absurdo pensamiento de lo increíble que se vería un partido de fútbol en esa "pantallota") y apareció la imagen de un león grande y... blanco.
Soltó un grito ahogado.
-¿Pero qué...?
-Hermoso, ¿verdad? Lance te presento al león blanco. O mejor conocido como "Le Morte".
-Un nombre nada halagador.
Lotor levantó una fina ceja.
-¿Qué? No soy idiota, sé un poco de francés, gracias.
-¿Francés?
Lance rodó los ojos.
-¿Un idioma? ¿Francia? ¿La torre Eiffel? ¿Crousants? ¿El país del amor?
Lotor se encogió de hombros. Se veía tan... ¿humano?
-Te llevaré algún día -dijo sin pensar.
Lotor abrió mucho los ojos.
-Quiero decir... Bueno... No creas que...
Lance se sonrojó y apartó la mirada.
-Así que... "Le Morte", ¿eh? Espera, ¿por qué no sabía nada de un león blanco? -Lance estaba perplejo.
-Podría decirse que es una leyenda.
-¿Lo es?
-No, es real. Y para esto es para lo que te necesito.
Lotor se quedó callado mirando el león, absorto en sus pensamientos.
-Un poco más de información no me vendría mal, ¿sabes? -dijo Lance cruzándose de brazos.
-Necesito que me ayudes a encontrar a éste león y que seas su paladín.
-Ya tengo un león. Dos si consideras que...
-Con éste serías invencible -lo interrumpió Lotor.
-¡Se llama "Le Morte"! No es el nombre de un león pacifista, seguramente me mataría a kilómetros antes de acercarme. Y perdón pero antes quiero nadar en Varadero.
-Aquí tengo una piscina, puedes ir.
-Y además... ¡¿Tienes piscina?!
Lance recordó la piscina del castillo. Imposible de nadar en ella. Si la de ahí era igual, era capaz de golpearse la cabeza contra la pared.
-Puedo llevarte.
-Ahora no, de acuerdo, un león nuevo, ¿para qué lo quieres?
Lotor suspiró.
-Éste león es imparable, invencible, con él, Voltron desaparecería.
-Mis amigos y, yo mismo, somos Voltron.
-Detalles, detalles.
Lance consideró lo dicho por Lotor. Ahora sabía lo que él quería. ¿Y si sólo le seguía el juego? ¿Hacerlo creer que estaba de su parte?
-¿Y yo que ganó? -preguntó finalmente.
-El universo.

Lance estaba en Varadero. En la playa.
El agua salada le acariciaba los pies y la arena jugueteaba con sus dedos. Vestía un par de bermudas y una camiseta naranja.
No había nadie en la playa. A lo lejos el sol se ocultaba tras el mar, amaba las puestas de sol.
-¿Lance?
Se giró. Esa voz.
-Lance, háblame.
Sonaba lejana, a kilómetros de ahí.
-¡Estoy aquí! -gritó.
Keith apareció de pronto frente a él.
-¿Cómo...?
Keith no lo dejo hablar. Se abalanzó sobre él abrazandolo fuertemente.
-Idiota. Idiota -susurró Keith contra su cuello. Lo besó delicadamente provocando un escalofrío a Lance, Keith lo besó en las orejas, besó su mejilla, besó la comisura de sus labios... Lance apartó la cabeza y el beso de Keith terminó en la mejilla en vez de en su boca.
-¿Lance? -Keith sonaba dolido.
-¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste a mi cabeza?
-Shiro... Él me enseñó. He estado buscandote con la estúpida conexión de la que habló Matt pero algo lo bloquea, no puedo encontrarte.
-Quizá porqué no se supone que seas tú quien me encuentre -Lance hizo una mueca, aquello había sonado más seco de lo que pretendía.
-No, debo ser yo, Matt dijo que el león azul y el rojo estaban unidos de por vida...
-Pero ahora tú eres el negro y yo el rojo. No hay ninguna unión en ello.
-Lance... No... No puedes hablar en serio -Keith tenía los ojos brillantes-. Tú y yo somos uno y...
-No. No lo somos.
Keith lo miró. Lágrimas silenciosas caían por sus mejillas.
-Tú no me quieres realmente, Keith.
-Tú... ¡Tú no puedes saber lo que siento!
Keith se apartó de él.
-¡No puedes! ¡Yo sí y se que te quiero!
-No sabes nada sobre mí -replicó Lance calmado. Lo asustaba un poco lo insensible que sonaba.
-¡¿Pero qué...?! ¡¿A qué viene esto?! ¡Dímelo! ¡Me dijiste que me querías! ¡Lo dijiste y ¿ahora te retractas?! ¡No es justo!
Lance permaneció impávido mientras Keith lo golpeaba en el pecho.
-¡Eres un cerdo! ¡Maldito hijo de...!
-¡Keith basta! -Lance lo detuvo tomándolo de las muñecas.
Keith se derrumbó en sus brazos. Lance lo atrapó y lo abrazo. Keith lo empujó lejos.
-No me toques -gruñó.
Lance no lo escuchó. Lo atrajó hacia él, forcejearon un poco hasta que Keith se rindió y dejó que Lance lo abrazara. Lloró sobre su hombro.
-Es por él, ¿verdad? -sollozó contra su cuello- por Javier, es por él que ya no me quieres.
Lance no dijo nada.
-Te alejó de mí. Ese idiota te separó de mí. ¡Lo odio! ¡Lo odio!
-Él no tiene la culpa de nada. Ni siquiera sabe de ti. No puedes culparlo, sólo puedes culparme a mí.
-¿Sí? -dijo Keith mirándolo- sólo mírame hacerlo. Si el no estuviera no estaríamos en esta situación, me querrías y seríamos felices.
Keith lo besó en la mejilla.
-Aún podemos, aún podemos ser felices -lo besó en la frente.
-No lo entiendes Keith. No me conoces. No sabes nada sobre mí.
-Tenemos tiempo para conocernos, pero hay una cosa que sí sé. Y es que te amo. Te amo más que nada en el universo entero.
-No digas eso.
-¡Te amo! -gritó a los cuatro vientos- ¡Te amo Lance McClain! ¡Te amaré siempre!
Keith abrió los ojos en par. Lo miró.
-No. No quiero irme aún -dijo.
Lance lo miró espantado. Keith comenzaba a evaporarse frente a sus ojos.
-No. Por favor no.
-Keith, no, no te vayas...
Intentó atraparlo pero sus manos sólo aferraban el aire.
-¿Dónde estás? -la voz de Keith sonaba terriblemente lejana.
-¡Keith!
Se había ido.
Lance se quedó solo en la playa. Completamente solo.
Y comenzó a llorar.

-¡Lance! ¡Lance, despierta!
Lance abrió los ojos. Ya no estaba en playa de Varadero. Ya no estaba Keith. Estaba de vuelta en la nave de Lotor. Con Javier a su lado.
-¿Qué pasa? -preguntó. Sentía la cara mojada.
-Estabas llorando, ¿te sientes bien?
No. No se sentía bien. Sentía un horrible vacío. Como si le hubieran arrancado una parte de si mismo.
Asintió.
-Estoy bien -era mejor mentir.
Javier le tomó la mano.
Javier. Javier.
Le sonrió y lo besó en la mejilla.
-Anda, volvamos a dormir.
Javier le acarició el cabello y se acostó de nuevo. Lance lo rodeó con sus brazos.
En la silla frente a él una chaqueta roja le devolvió la mirada.
¿Cómo había sucedido eso?
¿En qué momento?
Estaba tan confundido.
Era como si su corazón se hubieran divido en dos. Keith y Javier.

Javier.
Javier.
Javier.
Keith.
Keith.
Keith.

Cerró lo ojos.
Los volvió a abrir sorprendido.

¿Había pensado en él?
Suspiró.
Genial, un problema más.
Cerró los ojos.

Lotor.
Lotor.

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Listo venga.
¿Qué tanto odio pueden mostrar?
Los reto.

P.D si la canción no les llega al alma. Están muertos por dentro.

Don't Leave AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora