Hunk

3.9K 552 129
                                        

Hunk comenzaba a preocuparse en serio. ¿Por qué Lance no abría la puerta? Él debía estar con él, había hecho una promesa.
Sabía que Lance tenía problemas, casi desde el principio, cuando lo había conocido el primer día de clases.

Hunk estaba nervioso ese día, quería que sus compañeros lo aceptarán y por ello había preparado pastelillos de chocolate para todos. Recordó las burlas de algunos: «ese chico en serio trajo eso», «¿acaso estamos en en el jardín de niños?». Todos se burlaron de él y lo único que pudo hacer fue sentarse en su mesa con la bandeja de pasteles conteniendo las ganas de llorar, todos excepto uno que entró en ese momento y se acercó a él tomando un bizcocho.

—¡Demonios! —exclamó el chico— Son deliciosos, ¿tú los hiciste?

Hunk levantó la mirada y se encontró con la sonrisa de un chico moreno.

—Sí— susurró.
—Bueno, pues son increíbles. Soy Lance— dijo el chico ofreciendo su mano.
—Hunk.
—¿Hunk? Vaya, esto es genial, eres mi compañero de cuarto.

Hunk lo miró, Lance parecía genuinamente encantado.
Desde ese momento se volvieron amigos íntimos tanto que esa navidad la pasó con la familia de Lance, había conocido a sus padres, tíos, abuelos, primos, hermanos. Recordó en especial a Susana la hermana menor de Lance, era sólo once meses menor por lo que la mayoría de la gente creía que eran gemelos, y lo parecían, ambos eran delgados y ágiles, morenos, con unos penetrantes ojos azules, incluso llevaban el cabello de la misma manera, corto y rebelde, la única diferencia era la altura, Susana era al menos dos cabezas y media más baja que Lance. Al despedirse de todos ellos, la chica lo había llevado a parte mientras Lance no miraba y le hizo una confesión que lo dejo helado.

—Promete que cuidarás a Lance— dijo sin aquella sonrisa fácil— no permitas que se quede solo cuando
ha tenido un día difícil.
—¿Por qué?— Hunk estaba confuso
—Porque Lance tiene pensamientos suicidas.

Hunk se quedó sin habla. ¿Lance? Imposible, él era la persona más feliz del mundo, siempre sonreía, no,  era imposible que Lance pensará en eso.

—Sé que debe ser difícil de creer porque la mayoría del tiempo parece feliz, pero no lo es, no sé porqué pero así es, lo ha intentado.

Hunk sintió escalofríos. ¿Lance? Eso  debía ser una broma de muy mal gusto.

—Tomó un frasco lleno de pastillas y se encerró en su cuarto, David tuvo que romper la puerta y cuando vimos lo que hizo lo llevamos al hospital— la voz se le quebró y en sus ojos brillaron las lágrimas— no podía entender porque lo había hecho, Scott quiso que me quedara en casa pero no podía alejarme de él, tenía que saber, tenía que entender. ¿Por qué él me haría algo así?, ¿por qué nunca me dijo que tenía problemas?— comenzó a llorar— lo amó, es mi hermano y lo amó pero él no puede amarse a sí mismo. Cuando le lavaron el estómago les pedí a todos que me dejarán estar a solas con él. Le pregunté porqué lo había hecho. Y ¿sabes que contestó?, dijo que ya no podía seguir fingiendo, y me confesó que se detestaba. ¡Mi hermano se odiaba tanto como para matarse!— Hunk la abrazó, sentía un nudo en la garganta y tenía los  ojos cubiertos de lágrimas— él cree que no es lo suficientemente bueno, que no vale nada, pero sin él mi vida no tendría sentido, es mi mejor amigo, él es el que me abrazaba cuando tenía miedo por las noches, el que me enseño como atarme las agujetas, el que me llevaba a la escuela tomándome de la mano porque tenía miedo de perderme, y mientras yo lo amaba él no empezaba a odiarse cada día más, ante mis ojos ¡y no lo vi! ¿Por qué no puede amarse? ¿por qué?

Hunk no pudo contestar, había notado algo en algún momento, la forma en que miraba a veces, había visto los pellizcos en su mano y no pudo hacer la conexión, no pudo o no quiso ver que aquellos pellizcos y ocasionales moretones se los causaba él mismo.

—Cuando lo veas con la mirada perdida, o si alguien lo lastima no lo dejes solo, por favor, nunca lo dejes solo, no puedo perderlo, no puedo. Promete que lo cuidarás de sí mismo
—Lo prometo— dijo él y siempre lo hizo, hasta ahora.

—¡Lance! ¡Por favor abre la puerta!

¿Y si lo había hecho? ¿Y si finalmente lo había hecho? No podía, no, no.

—¡Lance!
—Hazte a un lado Hunk— por fin había llegado Pidge.

La chica movió unos cables y la puerta de abrió. Lance estaba en la cama, su rostro estaba cubierto por una almohada.
«No, no puedes hacerme esto Lance»— pensó arrojándose hacia el moreno

—¡Lance!— llegó hasta él y lo sacudió. El moreno abrió los ojos espantado.

—¿Qué sucede?— preguntó asustado. —Estas bien, gracias al universo que estas bien— dijo Hunk abrazándolo.
—¿Qué te sucede?
—Susana...  ella me contó todo.
—Por supuesto que lo hizo, no sabe cuando quedarse callada— Lance estaba irritado.
—Pues me alegra que lo haya hecho.
—¿Puedo saber de qué están hablando?— dijo Pidge confundida.
—Nada importante— dijo Lance mirando intensamente a Hunk.
—Sí, olvídalo, te traigo algo— dijo Hunk sacando una barra de chocolate.

Lance sonrió.

—El chocolate...— comenzó Lance.
—Es la medicina para la tristeza— concluyó Hunk. Ambos rieron.
—De acuerdo, ¿de qué me perdí?— dijo Pidge.
—Es lo que mi hermano Scott siempre dice. Siempre lo vas a ver con una barra en la boca, es adicto al chocolate
—¿Recuerdas cuando ti padre le regaló una caja enorme de chocolates rellenos?— preguntó Hunk.
—Jaja, sí, mi madre regaño a mi papá y correteó por toda la casa a Scott para que le devolviera la caja, hasta que él se salió a la calle y mamá no se arriesgó a que algún vecino la viera— Lance se reía, lo que era buena señal.
—Tu familia es genial.
—Sí, lo es.
—En especial Susana— Lance lo golpeó.
—No se te olvide que es mi hermanita.
—¿Por qué conoces a su familia?— dijo Pidge sintiéndose excluida.
—Lo invite la navidad pasada, te hubiera invitado también, pero aún no te conocía. Pero cuando volvamos estas más que invitada.
—Todos te van a agradar, ya lo verás— dijo Hunk.
—Sí, mamá te obligará a comer cinco veces tu peso, papá te hará escuchar sus historias raras, David querrá vestirte como muñeca, Scott te hablará sobre todos los libros que ha leído y Susana te enseñará a andar en patineta.
—Suena bien, excepto por lo de vestirme como muñeca.
—David esta obsesionado con ello. Cuando tenía tres años y mi mamá se embarazó él quería una niña, pero tuvo a Scott, luego tres años después, lo mismo hasta que once meses  después nació Susana y la volvió su muñeca oficial, la presumía en todas partes hasta que a los siente años ella ya no se dejó— se río— aconsejada por mí y Scott por cierto.

Hunk se sentía feliz. Salio de la habitación dejando a Lance y a Pidge hablar sobre sus familias.
Lo había logrado.
Había cumplido su promesa de nuevo.

_______________________________________

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

_______________________________________

Don't Leave AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora