Keith

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Era más de lo que podía soportar.

Cargó (o mas bien arrastró) a Lance hasta su cama, una tarea difícil considerando que Lance era más alto, le pasó las manos por la cintura y se sentó con él encima como si fuera un bebé muy grande. La música se había detenido de improviso dejando la habitación en un denso silencio.
Comenzó a golpearle ligeramente las mejillas intentando hacerlo reaccionar. Deseaba echarle encima una cubeta de agua pero no tenía ninguna a la mano.
—Lance. Lance. ¡Maldita sea Lance, despierta!
Estuvieron a punto de besarse. A. Punto. De. Besarse.
¡Besarse! Sus labios habían sentido el contacto suave de los rosados labios de Lance, había captado el ligero aroma del chocolate flotando como una nube alrededor suyo, la música lenta los habia arrullado calmándolo. Sus corazones habían latido al unísono, acelerándose como si fueran uno solo. Cada latido copia exacta del otro.
Sintió mariposas en el estómago, mariposas que ni siquiera sabía que estaban ahí, su cuerpo se había tensado al notar la cercanía de Lance, su calor exudado por cada poro de su piel derritiendo la escarcha de su alma, el cosquilleo en el cuello y en las puntas de los dedos. Sus manos aferradas al cabello castaño tan suave como las plumas, la firme presión de los brazos de Lance sobre su cintura en donde por primera vez después de tanto tiempo se sentía seguro, los ágiles dedos de Lance subiendo por su espalda mandando pequeñas descargas eléctricas a todo su cuerpo, la respiración entrecortada de Lance como si se estuviera ahogando y Keith fuera su fuente inagotable de aire. El anhelo siempre callado, el deseo recorriendo sus venas como fuego, el olor de Lance en su nariz, un olor a sal, jabón y algo parecido a la canela. El olor que había aspirado aquella vez que lo sostuvo entre sus brazos y que se había convertido en una droga para él. Siempre buscando la manera de obtenerlo.
Y luego todo se había desmoronado como un castillo de arena. Pero ¿por qué? Estando tan cerca de cumplir el capricho de su ser. ¿Acaso no había desayunado? ¿Era anemia?

Un momento, Lance... No lo había hecho a propósito, ¿o sí? ¿Lo hizo? Respiraba, podía sentir su pecho bajar y subir, por lo que no estaba muerto. ¿Entonces? ¿Lo fingió? ¿Fingió desmayarse para no tener que besarlo? ¿Fingía porque en el último segundo se había dado cuenta de que iba en serio? ¿Fingía porque al muy bastardo lo había hecho sufrir? Era un buena venganza. Un muy buena, Lance sabía perfectamente que Keith estaba enamorado de él y montó todo ese espectáculo para hacerlo sufrir. Y funcionó, sintió como si una pesada loza de granito aplastará su corazón. Como si una mano divina le estrujará los púlmones evitándole respirar.
Lo asesinaría. Lo mataría lentamente. Haría que su vaca se le sentara encima, que Rojo lo electrocutará, le metería astillas entre las uñas. Le prendería fuego, le cortaría el cabello (¿por qué le parecía buen castigo? No lo sabía)
Y lo besaría.
En algún momento lo besaría, lo haría hasta que le doliera la boca, hasta que sus labios estén hinchados, hasta que la sangre le corriera por morderle, lo besaría hasta cansarse porque no volvería a hacerlo más.
Y Lance lo aceptaría encantado. Claro que lo haría.  Lo estrecharía contra sí, y quizá... si nadie los veía... si estaban en ese mismo cuarto, seguros de que nadie los oiría... quizá...

Lance soltó un quejido apartando de su mente cualquier escena comprometedora, no sin antes hacer que se sonrojará violentamente.
—¿Lance? ¿Estás bien?
El moreno se levantó como impulsado por un resorte y se dirigió a la puerta.
—Es Shiro —dijo simplemente—. Necesita nuestra ayuda.
—¿Shiro? —repitió—, pero dijiste que estaba bien.
—No, eso me dijo él —replicó mirándolo, su rostro parecía una máscara—. Nos mintió, no está nada bien.
—Pero...
—Keith no es el momento para analizar cada palabra, tenemos que ir.
Keith se cruzó de brazos y estuvo a punto de decirle que conocía un lugar al que podía mandar a Shiro cuándo Lance, dándose cuenta, lo tomó de la mano y lo arrastró fuera.

—¡Atención! —gritó tan pronto llegó a la sala de mando— Shiro necesita nuestra ayuda. Él y... — se interrumpió sospechosamente— Matt fueron capturados por Lotor. Y al parecer están en serios problemas.
Había algo raro en su voz, pensó Keith. Como si les estuviera ocultando algo.
—La historia se repite —murmuró Pidge nerviosa—, ¿dijo algo sobre Matt?
Lance vaciló, su rostro se cubrió de pesar aunque fue tan rápido que podría habérselo imaginado. Aunque sabía que no, algo le había sucedido a Matt. Algo malo.
—¿Acaba de decírtelo? —preguntó Hunk.
—Sí, hace unos momentos en la habitación de Keith.
—¿Y qué hacías en su habitación? —preguntó Pidge con voz extraña.
Keith sintió como se sonrojaba.
—Charlábamos y  casi nos besamos —dijo Lance despreocupado, tanto que pareció sarcasmo.
Nadie dijo nada. Keith supuso que estaban analizando las palabra de Lance tratando de decidir si bromeaba o no.
—No lo piensen mucho —dijo Lance ya exasperado —. Veamos, aquí es —dijo mostrando un mapa del universo y acercando hasta un punto exacto—. Ahí es a donde iremos. 
Nadie dijo nada. De nuevo.
—Vamos, ¿qué esperan? —dijo Lance instando a todos a moverse.

Por otra parte Keith estaba ligeramente molesto. Su mirada se cruzó con la de Lance pero este fingió no darse cuenta. Sólo miró a Hunk y a Pidge desaparecer hacia sus leones. Lance miró a Allura ir hacia el león azul y sintió una punzada de celos, al parecer Keith había pasado a segundo término en la mente de Lance. Y sintió celos también de Shiro. Era absurdo lo sabía pero no podía evitarlo. Él quería que Lance sólo pensará en él, raro y demente pero nadie dijo que el amor era racional.
—¿Keith? —Lance había aparecido mágicamente junto ante él— lo de hace unos minutos... —se alborotó el cabello visiblemente nervioso—, quizá cuando volvamos de esta misión suicida... podamos, si tú quieres, claro, terminar lo que empezamos.
Keith sintió que le faltaba la respiración. La sangre se le acumuló en la cara.
Lance le sonrió, una sonrisa capaz de abrir las puertas del nirvana, de despejar el cielo nublado, de iluminar un cuarto oscuro, de enamorar a los ángeles, de conquistar reinos, de disipar las tinieblas del infierno, de seducir dioses, una sonrisa cargada de posibilidades, tan dolorosamente hermosa, y era para él, sólo para él.
Lance se inclinó. Keith sintió pánico y miró a su alrededor. No había nadie, bien. Lance se rió captando los movimientos de Keith. Cerró los ojos y... sintió los labios de Lance sobre su mejilla tan suave como el roce de una pluma, como un suspiro. Abrió los ojos, Lance ya se había ido, pero sus palabras aún bailaban en sus oídos.
Sintió su corazón agitarse y corrió para cumplir como líder de Voltron.
Estaba feliz.
Quizá Lance aún no lo quería, pero lo haría, él sabía que lo haría.

------------------------------------------------------  Sí, Seafret otra vez. Amo demasiado sus canciones. 

Don't Leave AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora