Shiro

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Cuando recibió el mensaje casi se puso a llorar.

Keith estaba bien.
Había estado tan asustado. 
Y todo por culpa de aquella impulsividad que tanto admiraba y odiaba a partes iguales.

El lugar era una verdadera fortaleza. El planeta estaba oculto a la vista, era seco, grandes montañas se alzaban por todas partes. No era muy agradable de ver.
Habían llegado casi dos días después del mensaje pero tenía entendido que Keith llevaba ahí más de una semana.
¿Por qué? Ni idea.
Una chica alteana los condujo por un pasillo de piedra mal iluminado, Pidge y Hunk caminaban tras él como niños asustados.
—Hunk...
—Perdón, perdón, estoy muy nervioso.
—Si sigues pisándome terminaré con los pies como carne molida —se quejó el mayor.
Shiro siguió caminando. Lo entendía. Después de que Lance se fuera todos habían estado muy preocupados, pero el único que había hecho una idiotez había sido Keith. El chico se largó mientras todos dormían para buscar por su cuenta a Lance.
—Es aquí —dijo la chica abriendo la puerta.
Dentro estaba Keith.
Con un chico.
Con un chico que no era Lance.
Pero que se parecía un poco a él.
El alteano tenía la mano de Keith entre las suyas. Al verlos el paladín la retiró rápidamente y evitó mirarlo. El joven alteano hizo una mueca de dolor.
—Keith... —comenzó Shiro.
—Tú debes ser Shirogane. ¿Cierto? —el muchacho se había acercado y extendido la mano.
—Shiro, sí y ¿tú eres?
—Soy Nakir. ¿Podemos hablar un momento a solas?
Shiro miró a Keith quien hacia un gran esfuerzo para evitar verlos.
—Ammm, claro.
Nakir cerró la puerta tras sí y los hizo avanzar unos metros por si Keith tenía la oreja pegada a la puerta.
—De acuerdo no quería decirles esto frente a Keith pero... El paladín ese... Ya pueden darlo por muerto.
Shiro cerró los puños con fuerza.
—¿A qué te refieres?
—No podrán recuperar a su amigo. Cuando todos hablan del paladín corrompido no es porque Lotor lo haya seducido con joyas y poder, se refieren a tortura física y mental. Jugará con él hasta que no haya más que un cascarón vacío. Sólo una mascota, sus pensamientos serán de Lotor, sus acciones serán de Lotor, y lo peor es que no hay manera de que se pueda revertir.
—Debe haber una manera —insistió Shiro, se resistía a creer que Lance había desaparecido.
—No lo creo.
—Quiero hablar con Keith.
—Él...
—Muévete —Shiro empujó a un lado a Nakir y abrió la puerta. Keith cayó al suelo con un quejido.
—¿Qué hacías espiando?
—¿Tú que crees? —replicó Keith.
Shiro hizo pasar a Hunk y Pidge y cerró la puerta justo en las narices de Nakir.
—¡¿Me puedes explicar por qué carajos te largaste de esa manera?!
—Tenía que encontrarlo.
—Eres un egoísta.
—¡¿Qué?! ¡Tú eras el que no quería ir a buscarlo!
—No, no pongas palabras en mi boca. ¿Crees que Lance no me importa? ¡Quería ir a buscarlo desde el momento en que no apareció en el comedor! No he dormido desde entonces, ¡he querido salir en una maldita nave y buscarlo por cada rincón del universo como un padre buscando a su hijo! Y si no lo hice fue por ustedes.
—No parecías muy preocupado—replicó Keith rojo de furia.
—¿Y de qué habría servido? No eres él único que ha sufrido, todos queremos a Lance. Allura cada vez estaba más nerviosa, Coran apenas habla, Pidge y Hunk han dejado de comer y lloran cada noche y ¡yo no puedo dormir porque pienso que todo esto es mi culpa! No eres él único Keith —gritó Shiro— ¿Qué crees que ha pasado desde que te largaste? Ha empeorado todo. Y dime ¿mínimo has encontrado algo que no sea otro maldito chico al que jurarle amor eterno?
—¡Eso no es justo! ¡No sabes nada!
—¡Sé que has estado aquí casi una semana y hasta ahora se les ocurre avisarnos que estas aquí!
—¡No puedes culparme a mí de eso!
—¡Mírame hacerlo!
—Chicos... —intervino Pidge.
—¡¿Qué?! —dijeron al unísono Shiro y Keith.
—¡No le griten! —exigió Hunk atrayendo a Pidge.
—Muévete —gruñó Shiro apartando a Keith de la cama—. Espero que cambien las sábanas seguido.
Keith se puso rojo hasta las raíces.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó Pidge vacilante.
—Hablaré con Lance.
—Ya lo intenté —lo interrumpió Keith— la primera vez no fue agradable, desde entonces algo bloquea la comunicación.
—Tal vez porque no te quiere ahí dentro.
—No lo probamos a decir verdad, la ultima vez ÉL estuvo DENTRO de MÍ —contestó Keith con media sonrisa. El nerviosismo estaba presente en la habitación y la única manera de hacerle frente era bromear. Shiro lo sabía.
—Muchas gracias Keith ahora puedo dormir tranquilo sabiendo eso.
—Puedo contarte los detalles —sugirió, obviamente se estaba divirtiendo con eso.
—Quizá luego, Pidge esta presente.
Shiro cerró los ojos.
Era tan extraño ese proceso.
Se levantó sobre el espacio y flotó sobre la nada durante unos segundos.
Encontró la débil señal de Lance y fue hasta ella.
Era como una gigantesca pared negra.
No podía traspasarla.
La golpeó intentando llegar a Lance.
Gritó y gritó.
Hasta que una pequeña luz brilló y fue absorbida por ella.

Aterrizó sobre la arena.
Lance estaba ahí con cara de pocos amigos.
—Más vale que tengas una buena razón para molestarme ahora.
—¿Qué hacías? —preguntó Shiro sucediéndose la arena.
—Escapando de un robot asesino que tiene el olor de mi sangre inscrito en su sistema.
—¿En serio?
—Lotor esta demente, cree que una buena manera de mantenerme en forma es mandándome cosas que intenten matarme cada mañana. Diversión sana. 
Shiro sonrió. Era Lance
No era el Lance que Nakir insistía que era, era el verdadero.
Se acercó a él para abrazarlo cuando el chico lo detuvo con un gesto.
—¿Qué crees que haces?
—Lance soy yo. Shiro.
—Sé quién eres, no he perdido la puta memoria —la voz de Lance era como dos espadas afiladas.
—¡Lance! No puedes hablarme así.
—Ni pidis hiblirmi isi —lo imitó Lance— Noticia de última hora no eres mi puto amo. No eres nadie para mí.
—Lance... —Shiro estaba herido, no podía creer que Lance le hablará de aquella manera— Somos...
—Nada. Tú y tus estúpidos amigos se pueden ir a la mierda.
Shiro no resistió más y lo abofeteó.
Lance lo miró atónito.
—Maldito hijo de perra. ¿Crees que...? —se calló de pronto. Su rostro antes una máscara de rabia se había suavizado—Oh, no. No me digas que realmente te dije todo eso.
—Lo hiciste.
—Lo siento.
—¿Qué demonios fue eso?
Lance suspiró.
—Va y viene. No puedo controlarlo. De pronto tengo tanta rabia y la sueltó contra todo el mundo.
Shiro se acercó y al ver que Lance no lo detenía, lo abrazó.
—¿Qué es lo que te han hecho? —susurró Shiro contra el cuello de Lance.
—Haggar me hace ver cosas. No tienes idea de las veces que los he visto morir frente a mí.  Los veo tratando de sacarme de ahí y de pronto alguien los mata o... terminó haciéndolo yo. Tengo sangre en mis manos y sus cadáveres alrededor mío. Es horrible —Lance comenzó a llorar—. Me hace ver a Susana ser torturada hasta la muerte, he visto a Scott volverse loco y arrojarse contra un camión, a David golpeando a mi madre. A mi padre abusando de Susana. A mi madre ahorcando a Scott de bebé. Te he visto morir y matar, a Pidge en un charco de sangre, a Hunk cortándose las venas, a Allura y Coran morir quemados. Me hacen matar a Keith una y otra y otra vez.
Shiro lo apretó más contra él.
—Ya no se lo que es real y lo que no. Cuando despierto no sé si realmente he asesinado a alguien o sólo me lo hicieron ver. Estoy volviéndome loco.
Lance lo miró.
—Y lo peor es que Javier esta ahí. He intentado protegerlo, pero ¿cómo puedo protegerlo de mí mismo? Lo lastimé. Comenzó a llorar diciendo que estaba perdiéndome y de pronto estaba sobre él golpeando su cabeza contra el suelo. La sangre... Toda esa sangre, creí que lo había matado. Se lo llevaron lejos de mí y todo el tiempo deseé que fuera una ilusión, algo que Haggar me hizo ver, pero mi ropa seguía manchada de sangre. Y yo simplemente no pude soportarlo. Me golpeé la cabeza contra la pared hasta que perdí el conocimiento. Soy un monstruo.
Shiro tomó su rostro entre sus manos.
—No. No lo eres. Lotor es un monstruo. Tú eres la persona más buena del mundo, tienes un corazón enorme y no importa que hayas cometido errores no te mereces esto.
De pronto Shiro notó una larga cicatriz en la nuca de Lance. Lo hizo agachar la cabeza.
—¿Qué es eso?
—Lotor abrió mi cabeza.
—¡¿Para qué?! —Shiro estaba horrorizado.
—No lo sé. No me dolió. Creo que metió algo dentro, no sé.
—Tengo que sacarte de ahí.
—Shiro... —el mayor lo miró— sacaré a Javier de aquí. Lo enviaré a la Tierra y el león azul volverá a ustedes.
—Por supuesto.
—Pero no quiero que vengan por mí —soltó.
Shiro lo miró.
—No hablas en serio.
—Lo hago. No quiero que vengan. Puedes decir que no soy un monstruo pero lo soy y no quiero hacerles daño. No quiero lastimarlos y sé que lo haré si estoy con ustedes.
—Lance... No, no por favor —sollozó Shiro.
—Estoy muriendo Shiro, lo que soy ahora muere, pronto lo único que quedará es un cuerpo vacío. Yo ya no estaré ahí.
—No puedes...
—Mírame. Shiro, mírame —el joven lo hizo— Prométeme algo. Prométeme que me matarás cuando me veas.
Shiro sintió que la temperatura bajaba hasta cero.
—No, no puedes pedirme eso.
—Por favor Shiro, no quiero ser la mascota de Lotor para siempre. Eres el único que puede hacerlo.
—No, no puedo.
—Tienes que ser tú. Tienes que hacerlo. Confío en ti.
—No...
—¡¿Vas a ignorarme?! ¡¿Vas a echar a la mierda todo lo que hemos pasado?! ¡¿Dejarás que lastimé personas sólo porque no puedes hacerme un favor?! ¡Debes matarme o juró que yo te mataré a ti! —Lance lo miraba furioso. Shiro tenía la mirada fija en la arena mojada por las lágrimas— ¿Podrás vivir sabiendo que dejaste que me convirtiera en lo que más odio?
—Lo haré —lo interrumpió—. Lo haré si es lo que quieres.
—Lo es. La próxima vez que me veas, no dudes. Mátame. Promételo.
—Lo prometo.
—Vete. No quiero verte más.

Shiro abrió los ojos.
Tres pares de ojos lo miraban interrogantes... Y esperanzados.
Shiro sintió las lágrimas amenazando con salir, pero las contuvo, debía ser fuerte por ellos.
—Lo hemos perdido.

El grito de Keith fue lo peor de todo.

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Don't Leave AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora