Don't Leave Again

Keith (Parte 3)

Regresó a la conciencia al cabo de un rato.

Miró a su alrededor. Shiro estaba apoyado contra la pared con los ojos cerrados, Pidge y Hunk estaban abrazados al mayor, como niños pequeños.
—No creí que te gustaría despertarte entre mis brazos —comentó Hunk sonriéndole, su rostro parecía una máscara digna de Halloween.
—No me hubiera molestado —replicó.
Hunk se separó de Shiro suavemente y se arrastró hasta Keith. Se abrazaron.
Podía escuchar el corazón del grandote latir contra su oído, se sentía bien, como abrazar a un gigante oso de peluche.
No duro mucho tiempo.
La celda se rasgó en una de las paredes y Lotor entró acompañado de su mascotas: Javier y Lance.
—Esta es la escena más conmovedora que ha visto.
Keith se levantó para partirle la nariz pero sus piernas se negaron a seguir colaborando tras unos pasos  y estuvo a punto de besar el suelo, de no ser por  Lance que se adelantó y lo tomó a tiempo.
Keith sintió lo mismo de siempre. El contacto de Lance era como electricidad, a pesar de lo mucho que deseaba odiarlo, no podía.
Pero eso no evitaba que pudiera tratar de lastimarlo.
—No me toques —le dijo alejándose de Lance—. Tu contacto me asquea.
Lance no dijo nada, ni siquiera reaccionó al comentario, se limitó a encogerse de hombros y pararse de nuevo junto a Javier.
—¿Qué nos han hecho? —preguntó furioso.
—Nada. Aún. Queríamos esperar a que despertarán —Lotor miró a Javier y le señaló a Shiro.
El joven pasó suavemente al lado de Keith sin dirigirle una sola mirada. Se arrodilló frente a ellos y los movió con firmeza.
Shiro abrió los ojos asustado e inconscientemente apretó a Pidge contra sí.
Javier se limitó a mirarlos.
—Fantástico, ya que están despiertos, ¿por qué no comenzamos con los juegos?
Keith quería vomitar. No concebía la idea de ser torturado y luego consolado por Lotor.
《Antes muerto que dejar que éste imbécil me toque》—pensó.
—No creo que sea buena idea —intervino Lance—. Están heridos, y no sólo físicamente. Y están furiosos, serían capaces de matarme sin dudarlo. Esperemos hasta que se tranquilizen.
Lance tenía una mano en el hombro de Lotor y le sonreía con dulzura.
Keith vomito finalmente.
—Eso prueba mi punto —señaló Lance.
—De acuerdo, ¿hasta cuándo? —concedió Lotor.
—Cuarenta y ocho horas.
—¿Eso es mucho?
—Yo me encargó de eso. Después de ese tiempo podrás hacer lo que quieras con ellos.
—Tú ganas. De todas maneras quería ir a ver a mi padre.

《¿Lotor realmente quiere a Zarkon? ¿Este bastardo siente?》

***

—Hazlo —dijo Lance después de que Lotor saliera.
Javier sacó un pequeño tubo de metal y tomó a Shiro del cabello obligandolo a bajar la cabeza.
—No te resistas, si lo haces podría perforarte la yugular —Javier sonaba frío y serio.
Shiro dejo de resistirse y Javier posó el tubo en su nuca. Pidge pasó por lo mismo lanzándole miradas rabiosas a Javier, que éste pasó por alto magistralmente.
—Tu turno —dijo después de tocar a Hunk.
—Prefiero morir desangrado —dijo, alejándose del joven.
—Lance —Javier miró al ex - paladín.
—Ya, yo lo hago.
Lance lo tomó de la cintura. Lo puso sobre sí y pegó sus labios a él. Keith intentó resistirse, con las manos se apoyó en el suelo e intentó separarse pero las piernas de Lance lo envolvieron firmemente como en otras ocasiones.
No pudo seguir luchando.
Era demasiado.
Era Lance.
¡Lance!
Quizás él sabía que el verdadero se había ido, pero que alguien le explicará eso a su cuerpo. Sus manos le desobedecieron y aferraron el cabello castaño con fuerza, su cadera se pegó a la de Lance encajando perfectamente, el calor comenzó a inundarlo, su boca siguió el mismo ritmo que el del otro, la lengua de Lance se abrió paso por su boca y él la recibió gustoso, sintió las manos de Lance acariciarle la espalda y tocarle el punto exacto (justo en su espalda baja) que lo hacía gemir.
Lance se rió aún en su boca y comenzó a moverse, Keith se sentía explotar, quedos gemidos salieron de su boca que sólo eran amortiguados por los labios de Lance.
Y entonces sintió el pinchazo en la nuca. Gritó por mera sorpresa.
Lance lo giró quedando encima. No sonreía. Había algo en sus ojos. ¿Qué era?
Lance movió los labios pero Keith no le comprendió.
El moreno bajó la cabeza para besarle el cuello.
—Lo siento —susurró contra su oído y se alejó de él.
—¿Te gustó el espectáculo? —dijo Lance mirando a Javier.
—Un poco —contestó dejando a Lance atónito—. La próxima vez quiero que lo termines.
Lance se rió.
—Vamos, tenemos cosas que hacer —Lance lo tomó del brazo y salieron.
Keith evitó mirar a los tres detrás de él.
Se sentía avergonzado.
Había perdido por completo el control.