India dice: "Amá lo que hacés, flaca, sino, ¿para qué lo hacés?"
Con una concentración casi criminal, Indy se toma el tiempo de anotar y medir cada centímetro de la casa, sabiendo que no puede cometer errores, luchando contra su condición. Ha terminado el pasillo principal de la segunda planta, que de igual manera, cruza todo el centro hasta tocar el balcón, dividiendo su extensión en dos puertas a cada lado, correspondientes a dos habitaciones y otra pequeña habitación multiusos que conecta a la recámara de la izquierda. En esa habitación, se entera Indy, es dónde los tres han dormido desde que se mudaron, a causa del peligro en el resto de la planta alta. Por esa misma razón se quiso asegurar que todo estuviera bien en ella, así que fue el primer sitio que revisó y midió, notando, en efecto, que la madera estaba en mejores condiciones allí que en el resto de la casa y la humedad era casi nula en el baño.
"¿Todo bien?" se acerca Rainer.
"Claro," sonríe ella, volviendo de inmediato a anotar los últimos números antes de perder su concentración.
"Te traje un poco de zumo de naranja".
"Sos un groso, boludo," responde ella, sonriendo y colocando la libreta en la cama cubierta con ropas sucias y sábanas enredadas para poder tomar el vaso que le es servido.
"Creo que nunca voy a entender lo que dices." Ella sonríe también.
"Sabé que no voy a insultarte nunca, eh, te lo juro."
"Vale, te creo."
"Ahora, mejor termino con esos dos cuartos," le informa, avanzando hacia la salida con sus instrumentos. "Me dijiste que comparten baño, ¿cierto?"
"Sí, pero... Ten cuidado, las tablas crujen demasiado y... Es la razón principal por la que me urgía el trabajo."
"Sí, entiendo, pero bue... Yo te digo qué tan mal puede est..."
La habitación es abierta a sus ojos y deja oración a medio camino cuando observa el suelo de un color café casi negro por la putrefacción y humedad, las paredes mohosas y el techo con varios agujeros que dejan ver el ático.
"Joder, esto... Esto es una trampa mortal."
"Lo sé." Indy da un par de pasos dentro de la habitación. "Ten cuidado, por favor," escucha a su vecino decir con preocupación.
Con gran cuidado y la angustia de que cualquier paso en una tabla demasiado débil podría constituir una caída grave a la planta baja, Indy se mueve de un sitio de la habitación a otro, midiendo, estudiando y anotando todo, hasta alcanzar la puerta de baño y darse cuenta que el agua no corre en ese sector y el inodoro es de color negro, causándole arcadas.
"¡Ché, que asco! ¡Voy a la otra! ¡Andá allá!" indica a Rainer, quien hace lo propio desde el pasillo.
La otra recámara se encuentra en casi tan malas condiciones como la anterior, y en ésta la ventana ni siquiera tiene marco, solo tablas cubriendo el agujero y entorpeciendo la iluminación, razón por la cual Indy no puede ver bien dónde pisa o notar que la tabla bajo su pie derecho tiene ya una fisura y, cuando deposita todo el peso, cede, llevándola a caer.
Los gritos de preocupación de Rainer son escuchados en toda la casa al tiempo que Raleigh se encarga de hacer un poco de aseo y recoger el sucio que había acumulado en la entrada de la casa. El techo se abre y observa las piernas de India pender, sujetándose apenas de un brazo durante un par de segundos, tiempo suficiente de tirar todo y rodearla con sus brazos, envolverla y caer junto con su peso pero asegurando que no mayor daño ocurra a nuestra protagonista porque, la protagonista nunca se lastima.
Todo es confusión y terror para la pequeña Sofía, que grita y llora con preocupación al ver a su tío y a Indy en el suelo. Su padre llega y la aparta de los escombros para acercarse a ellos, envueltos el uno el otro, y ver a Indy recuperarse y apoyarse sobre el pecho de Raleigh, quien le pregunta incontables veces si está herida.
"No, no, estoy bien," dice ella, pero no es cierto, su frente deja una pequeña gota de sangre en la camiseta blanca de Raleigh, su brazo duele mucho y una punzada se establece en su cabeza. Ambos la ayudan a tomar asiento sobre el suelo y le brindan agua, ella se recupera del shock, aun sintiendo el dolor pero no la confusión.
"¿Estás bien? ¿Segura?" pregunta Rainer, angustiado.
La niña, llorando sin razón, se acerca y pregunta: "¿Estás bien, Indy?"
Ella la observa con un poco de ternura y asiente, sin decir nada. La niña se lanza con fuerza contra su cuello, casi estrangulándola y haciendo que le duela más todo lo que le duele, pero la deja.
"Ya, nena, estoy bien. No llorés que me voy a poner a llorar también."
"No quiero que te pase nada, Indy," le dice la niña, liberándola.
"Yo tampoco, nena, yo tampoco. Andá con tu papá, dale." Ella se levanta y obedece la orden sin dudar, corriendo a la cocina, donde su padre busca el botiquín de primeros auxilios para curar los aruñones y cortes de Indy.
"Levántate con cuidado," le dice su vecino, agachándose a su lado.
Ella le observa con una gran confusión, no sabiendo si por el golpe o por qué, pero acepta la mano que le tiende y hasta le deja tomarla de la cintura para ayudarla a levantarse, entonces se queja del brazo; el hombro, para precisar.
"¿Te duele?" pregunta él.
"Sí, es con el que me agarré. Mierda," se queja y su vecino le ayuda a acomodarse en las escaleras. Indy se da cuenta que no le ha agradecido, así que, sabiendo dejar su orgullo de lado en ocasiones similares, le mira profundo a los ojos verdes y dice: "Gracias". El la observa un segundo nada más, asintiendo y colocándose en pie para marcharse camino a la cocina.
"No me banco este pibe, no me lo banco," dice a la nada, incomprendiendo el comportamiento de su vecino, a quien ahora, para su desgracia, le debe su salud o hasta su vida.
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Gracias por leer,
Elí.
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¡Ché, boludo!
ChickLit"¿Qué hacés, boluda? Mi nombre es Indy, y sea lo que sea que el narrador te diga, es un chamuyero". Les presento a India Rojas Válera. Ella es una chica... "¡Ché, boludo! ¡Soy una mujer, no una 'chica'!" Claro, mis disculpas. Como les decía, es un...