XLVI.

39 7 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una semana después, el lunes 25 de Abril, observamos a India Rojas Válera terminar de pintar la última capa de la pared última de la faltante habitación de la casa de los Newman, usando la técnica de marmoleado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una semana después, el lunes 25 de Abril, observamos a India Rojas Válera terminar de pintar la última capa de la pared última de la faltante habitación de la casa de los Newman, usando la técnica de marmoleado. Con eso sabe que solo faltan dos caras de las paredes del exterior y el proyecto se dará por terminado. El resultado le parece fascinante a pesar de haber invertido tan poco. Entonces piensa mejor algo que no tiene nada que ver con lo que hace: ¿Cómo podría Raleigh pagar todas sus deudas si están en quiebra?

"India", la llaman desde la entrada, Raleigh es. "Llegó Gloria con la comida".

"Voy en un minuto, bancá, ¿sí?"

"Vale".

Se intenta retirar la pintura de las manos y remueve la bata salpicada, cambiando también sus zapatos cuando sale del área que tiene cubierta con plástico. Baja a recibir a su amable vecina quien, desde el accidente, prepara el almuerzo para ellos a cambio de los constantes trabajos que India hace en su casa. Agradece a su hiperactiva vecina y reparte las porciones de comida para Fito, Lucho y Raleigh, para poder regresar a su casa y almorzar con su padre.

Es una rutina nueva, y muy satisfactoria para el señor Rojas. Quien no tiene televisión que ver, y hablar con su hija y vecinos es su único entretenimiento. La experiencia tan cercana a la muerte le hizo sentir esas energías que una vez tuvo en el campo de batalla, en la vida, y está seguro de que le alcanzará para ver a su hija feliz otra vez.

India regresa a su zona de trabajo, refrescada y lista para otra ronda. Raleigh la llama desde la cocina. En cuanto cruza el portal le lanza un objeto que por poco deja caer al suelo. Es una cerveza. Miller Lite.

"Ché, ¿no avisás antes?"

"Siempre te quejas por algo", refuta él, acercándose a destapar su botella.

Se sientan ambos en el comedor, uno frente al otro, observando nada en concreto.

"¿Cómo está tu padre?" pregunta él.

"Bien, su corazón resiste. Aunque no lo hará mucho más si no tenemos noticias de Nene pronto."

"¿Está en misión?"

"Eso parece", explica ella, sorbiendo su botella.

"Me he fijado que desde el accidente no sonríes mucho".

India se sorprende ya que ni ella misma lo había notado.

"Tenés razón, no me había fijado en eso, boludo."

"Y además de decirme así no has hecho nada más por fastidiarme la vida." Se encoge de hombros.

"¿No podés decir ni dos frases sin lanzar una boludés?"

Raleigh responde con una mueca de indiferencia, bebiendo de su botella al mismo tiempo que India para casi terminarla.

"¿Sabés lo que es un beso de vaca?" pregunta ella al bajar la botella.

"No", responde él, extrañado, "¿incluye lesbianas desnudas?" pregunta, alzando su ceja izquierda.

India suelta una auténtica carcajada corta y niega con la cabeza. Se pone en pie e inclina sobre la mesa, hasta alcanzar a Raleigh, quien sorprendido de la manera tan sensual en que se aproxima, enmudece. Pero Indy se aproxima a su mejilla, saca su lengua y la pasa por toda su mejilla, dejando su mejilla ensalivada y ese inconfundible y atrayente olor de coco combinado con sudor. Regresa a su silla y termina su cerveza.

Raleigh no se atreve a decir nada, y hace todo lo posible para permanecer serio, pero la sonrisa de India le conquista, y lo admite por vez primera.

"Eso es un beso de vaca." Le guiña un ojo, dejando la botella vacía y volviendo a su trabajo.

El domingo 1 de Mayo, el señor Rojas todavía no tiene permitido caminar por más de diez minutos, razón por la que India debe llevarlo en su silla de ruedas hasta el parque San Benito de las Casas, donde tomarán un café en el Quiosco Cafeteo, peque...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El domingo 1 de Mayo, el señor Rojas todavía no tiene permitido caminar por más de diez minutos, razón por la que India debe llevarlo en su silla de ruedas hasta el parque San Benito de las Casas, donde tomarán un café en el Quiosco Cafeteo, pequeño pero con el mejor café importado de Honduras.

"Ché, soy viejo pero no moribundo, ¿acelerás?" pide, echando su cabeza hacia atrás. Su hija le sonríe desde arriba, usando una bonita blusa corta con shorts de tela ligera y holgada, hermosa como su madre.

Sin dudarlo un segundo, India echa a correr por la acera, empujando la silla con fuerza y escuchando la risa feliz de su padre, guardándola en su memoria y jurando que, cuando él se vaya, será la forma en que lo recordará.

"Aquí dejáme", le pide él cuando llegan al parque y pasan por una banca a la sombra de un frondoso árbol.

"¿Seguro no querés ir al quiosco?"

"No, andá traéme el café, andá, India", ordena, tomando el periódico que carga y extendiéndolo sobre su torso, ocultándose, pero dejando a la vista sus pantalones de camuflaje y botas de oficio militar. Oculto también, al otro extremo del parque, está el convertible del '89 de Carolina.

Indy regresa con toda la tranquilidad del mundo, cargando con dos cafés y dos emparedados de quesos recién preparados. Su padre continúa con el periódico extendido sobre su regazo, la silla reposa junto a la banca. Cuando se acerca lo suficiente para poder colocar su carga en la banca del parque, el periódico es bajado de súbito e India observa al hombre sentado en el lugar de su padre. Durante un par de segundos lo mira a los ojos sin comprender quién es, o qué hace allí, o dónde estará su padre, hasta la realidad le llega de presto. Sentado en el lugar de su padre está su hermano, Enrique.

El café cae al suelo y se desparrama, India recorre las pocas pulgadas de distancia y enrosca sus manos y brazos alrededor de su hermano, quien la carga con facilidad. Carolina y el señor Rojas salen de su escondite, aplaudiendo y riendo ante el reencuentro. La familia está completa.

 La familia está completa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ché, boludo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora