XXI.

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Hoy no hay imagen. Hace unas semanas hubo un atentado en Barcelona y un ataque en un hospital en Guatemala... ¡Qué triste ver el mundo en estas circunstancias, doloroso es! Amemos, solo así podremos hacer un cambio, deteniéndonos a entregar amor y esperanza a los que nos hacen mal y a los que nos hacen bien.

 ¡Qué triste ver el mundo en estas circunstancias, doloroso es! Amemos, solo así podremos hacer un cambio, deteniéndonos a entregar amor y esperanza a los que nos hacen mal y a los que nos hacen bien

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"Hola, muñecas, ¿cómo pasaron la noche?"

"Bien, señor Rojas. ¿Puedo comer cereal?"

"Claro, en un rato te sirvo".

La niña se acomoda en una de las cuatro sillas del comedor, esperando tener su tazón con leche y cereal, India saluda a su padre con un beso en la mejilla y le ayuda a terminar de hacer los últimos dos panqueques que luego sirve para sí, junto a Sofía, quien come con ánimo.

"Así que, ¿cómo estuvo ese baño?" le pregunta a su hija mientras la niña observa la caja del cereal.

"Interesante, viejo. ¿Así es tener hijos?" le pregunta en un susurro.

"Así y mejor", le contesta él, sonriendo y sujetando su mejilla.

"O peor, depende de la perspectiva", responde ella, sonriendo y volviendo a su plato.

"Indy, tú no tienes un esposo, ¿verdad?" le pregunta la niña con la cabeza ladeada.

"No, nena."

"Ah. Pero, te gusta mi papi, ¿cierto?"

"¡Santo Dios!" dice Indy, llevando su mano a su frente en medio de una risa nerviosa. Observa a su padre quien le hace un gesto para que se haga cargo de la situación. "No lo sé, nena."

"Pero tuvieron una cita, ¿cierto? Y los adultos cuando tienen citas es porque se gustan, eso me dijo mi papi."

"Okay, ¿Qué le digo?" susurra hasta su padre, quien se encoge de hombros.

"No siempre", le explica Indy, "a veces los adultos salimos para conocernos nada más, luego pueden haber más citas cuando ya se gusten."

"Ah, Okay. ¿Y mi papi te va a gustar?"

"No sé, Sof, tu papi y yo solo somos amigos, ¿okay?"

"Okay".

India puede respirar en paz, de nuevo, mientras su padre contiene la risa y soporta un pequeño regaño de su parte. Parece que mientras más tiempo comparte con la niña, más fuerte es el cariño e importancia que recibe. Eso, quizá, le acarree más problemas con los Newman.

Al final de la jornada, cuando Indy debe regresar a su casa, se escucha un grito en la sala de estar. Tanto Raleigh como los que trabajan dentro de la casa acuden con prisa y se encuentran con Sofía sobre el sofá cubierto de plástico.

"¿Qué pasa? ¿Te lastimaste?" pregunta su tío, sujetándola en sus brazos con preocupación.

"No, mira".

La niña señala una esquina del salón, donde India se acuclilla y luego levanta las dos ratas muertas sujetadas de la cola, víctimas del queso envenenado que había dejado en la habitación.

"Esas son buenas noticias", le dice su tío, calmándola, "significa que no hay más ratas que quieran comerte."

"Sácalas", dice la niña, en los brazos de su tío.

"Yo me encargo", dice Indy, buscando una bolsa de plástico y colocando en ella las ratas muertas y los quesos envenenados, desechándolos en el bote de basura.

Las cosas se han vuelto a calmar para cuando el medio día llega y todos los trabajadores se marchan a sus casas en su día corto de trabajo.

"¿Ya te vas, Indy?" pregunta la niña, con la muñeca astronauta en sus manos y una linda combinación de short jeans, camisa y zapatillas que Indy eligió para la niña. Es la primera vez que la ve bien peinada y arreglada.

"Sí, nena, tu tío te va a cuidar, yo tengo que trabajar." Raleigh hace aparición detrás, en el pasillo. "Te portás bien, ¿eh?"

"Sí, Indy."

"Y hacés la tarea."

"Okay."

"Chau", dice con una leve sonrisa a su vecino, quien la detiene con una pregunta.

"¿Vas a trabajar a otro sitio? Creí que estabas centrada en la restauración."

"Ah, bueno, sí, pero tengo deudas que pagar así que... No tengo opción", explica, sin dar más detalles.

"¿Qué haces además de esto?" le pregunta él, pareciendo esto muy extraño para Indy. Sofía se ha marchado hacia el estudio, donde tiene sus juguetes.

"Pues, hago lo mismo pero en otras casas. Reparaciones, tuberías o cosas así."

"¿Y tu papá qué hace?"

"Eh, nada. Estaba buscando un empleo aunque sea de medio tiempo, pero no ha encontrado nada".

Su vecino se cruza de brazos observándola con esa mirada seria y sin un ápice de gracia. Solo Dios sabrá qué pasa por su cabeza, pero Indy sabe que debe aprovechar este momento en el que sus intenciones de armar una trifulca están dormidas.

"Deberías hablar con Rainer, me dijo que buscaban un guardia nocturno en la fábrica."

"¿En serio, boludo? Bue... Gracias, de verdad. Voy a hablar con él luego"

"Vale", responde, dando marcha hacia el estudio.

"Esperá, te tengo una pregunta", le detiene India, causándole molestia. "Sof me dijo que tenía un perro, ¿salchichón o algo?"

"Se murió hace como un año."

"Ya."

"Vale, y no me llames 'boludo' que me molesta."

"A vos te molesta todo", ríe saliendo de la casa con su mochila en hombro, camino a la casa de su vecina Gloria para reparar la tubería de la cocina. 

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¡Ché, boludo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora