XXXII.

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Indy dice: No es que las estrellas no se vean, es que vos no levantás la cabeza de la tierra, de esos problemas que te agobian

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Indy dice: No es que las estrellas no se vean, es que vos no levantás la cabeza de la tierra, de esos problemas que te agobian. Mirá arriba, date cuenta lo pequeño que es tu problema, y sonreí.

Su cabello está húmedo y su flequillo se adhiere a su frente aún, la espalda de su blusa azul celeste está empapada pese a que pasó diez minutos con la toalla enrollada en la cabeza

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Su cabello está húmedo y su flequillo se adhiere a su frente aún, la espalda de su blusa azul celeste está empapada pese a que pasó diez minutos con la toalla enrollada en la cabeza. No usa más que unos jeans decentes y unas zapatillas planas, va a una cena informal con sus vecinos, pero se sorprende al ver estacionado frente a la casa, el convertible de su amiga.

El timbre de los Newman suena y Raleigh aparece frente a ella, vistiendo una sudadera blanca pulcra y unas bermudas negras, su cabello húmedo también. India sonríe.

"Buenas noches, vecino", le saluda, pasando por su lado.

"Not so good", responde él, cuando se dirigen a la cocina, haciendo a India reír.

"¿Adivinen quién llegué, boludos?" Alza la voz, expandiendo sus brazos.

"Hola, Indy", la saluda la pequeña, con un beso en la mejilla.

"Y vos, ¿sos nueva en el vecindario? No te había visto por acá", dice a su amiga, estirando su mano con cortesía.

"¡Ah, sí!" responde ella, siguiendo su juego. "Soy nueva, me mudé hace... dos horas, ¿viste?" Imita el acento de India.

"Pelotuda", le dice, abrazándola e interrumpiendo un segundo sus labores de cocina. "¿Voy a tener que soportar tu horrible cara más seguido, eh?"

"Eso parece", responden por ella, detrás, donde Rainer aparece. "¿Qué tal la ducha?"

"¡Mortal!" responde ella.

"¡Mortal!" la imita la pequeña Sofía, haciendo a todos reír. "¿Viste, boludo?" dice a su padre, haciendo los gestos que India hace.

"Eh, pero mirá qué tenemos acá. ¿Vos también venís de la Argentina, minita?"

"Ché, boluda, yo. Vos. Pelotudo. Pará un poco." Vuelve a decir la niña, reventando a todos de la risa, incluyendo a Raleigh.

"Eh, no podés decir 'pelotudo', eso sí es una grosería, y mirá que a tu tío le revienta que te enseñe esas cosas."

"¿Qué es 'reventar'?" pregunta la pequeña, sin el acento fingido.

"Que le molesta."

"¡Ah!" responde la pequeña.

"Bueno, para mí 'reventar' es explotar. Y voy a reventar del hambre", dice su padre, colocando las vajillas que han usado desde que se mudaron, sobre la mesa y los recipientes con las comidas. De inmediato los demás van tomando asientos correspondientes en la mesa para seis: Rainer a la cabeza, Raleigh e India a su izquierda, Sofía y Caro a la derecha.

Así transcurre es linda noche, entre risas, bromas y discusiones inocentes sobre temas sin importancia, como el color de las bananas o la forma real del corazón. Durante unos minutos, mientras Rainer, Sofía y Carolina comparten bromas personales, India los observa en silencio con una sonrisa entre labios, recordando cómo se siente vivir en una casa llena, comer en una mesa repleta, olvidar los problemas o preocupaciones que los separan.

India está absorta en ese momento, y no se da cuenta en la boba manera en que Raleigh la mira a ella, deleitándose con su sonrisa y sus mejillas sonrosadas, su flequillo húmedo adherido a su frente y esa mirada alegre que no escapa de su vida, aún en los momentos más difíciles.    

¡Ché, boludo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora