XLVII.

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Solo una familia de militares sabe lo que significa en verdad una guerra y el servicio, y son los que mejor aprecian la convivencia

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Solo una familia de militares sabe lo que significa en verdad una guerra y el servicio, y son los que mejor aprecian la convivencia. Eso es lo que Rainer observa al otro lado de la cerca, desde su balcón perfectamente pulido y restaurado. Observa a la familia Rojas tomar el almuerzo del domingo al aire libre, bajo la sombra de ese fresco árbol, y aunque no ha sido presentado, supone que el sujeto sentado al medio del padre y la hija es el hermano faltante. La pequeña Sofía se escabulle entre su brazo y su costilla.

"¿Quién es ese señor, Papi? ¿Indy ya no comerá con nosotros?" le pregunta en la lengua anglosajona.

"No sé, amor, no sé", responde de la misma manera.

"¡Hola, Indy!" grita la niña mientras agita su mano.

Abajo, el grito es escuchado y los tres observan en dirección de Rainer y Sofía. India regresa el saludo con una mano.

"¿Quién es?" pregunta Enrique.

"Los nuevos vecinos. La nena es Sofía, el pibe el papá, Rainer, y falta el hermano, Raleigh, debe andar por allí, no es muy social."

"Pero está loco por India", añade su padre, recibiendo una mirada acusatoria de su hija y una risa de su hijo mayor.

"Vaya, no me sorprende. ¿Ya le insultaste y rechazaste? Siempre haces esos con los chicos y terminan locos por ti", se mofa su hermano.

"Ché, tenés razón, como con Jared", tercia su padre, con más broma para molestar a India. "El primer día casi le revienta a palos por llenar el patio de basura, ¿sabés?"

"No." Ríe Nene, "eso es como proponerles matrimonio, India".

India, voltea los ojos y se atora de comida, recordando los viejos tiempos en que ella era el centro de bromas, donde tenía que defenderse a como pudiera, sin dejarles ver su sensibilidad femenina. En cuanto ella comenzaba a llorar, las bromas paraban y las disculpas comenzaban.

"Son re-graciosos los dos, eh", acota India con sarcasmo.

Las bromas aumentan.

Más tarde ese día, India Rojas Válera camina hacia la casa de sus vecinos usando sus botas finas, jeans ajustados, una cuadriculada y su gorra. Al tocar la puerta Raleigh le recibe sin expresión alguna, detrás, la pequeña Sofía llega y le enjaula las piernas en un abrazo.

¡Ché, boludo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora