XLI.

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Indy dice: Por querer pasarnos de buenos, nos equivocamos

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Indy dice: Por querer pasarnos de buenos, nos equivocamos. La verdad es que no podemos arreglar la vida de todo el mundo.

El jueves por la tarde, cuando el día de trabajo está siendo terminado, India escucha la puerta del estudio cerrarse, y al mirar encuentra a Rainer con semblante serio

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El jueves por la tarde, cuando el día de trabajo está siendo terminado, India escucha la puerta del estudio cerrarse, y al mirar encuentra a Rainer con semblante serio.

"¿Pasa algo?" pregunta, terminando de quitar los tapones de los oídos y guardarlos junto a los demás protectores.

"Sí", comienza él, cerrando también la puerta que conecta con el pasillo, "puedo comenzar con el hecho de que mi hija ahora me dice que yo soy Santa Claus, o con que la maestra me envió una nota diciéndome que había estado discutiendo con otro niño de su clase, ahora porque el papá de él representaba a Santa Claus, haciendo que terminara llorando".

India se queda helada, sin saber muy bien qué responder.

"Supongo con tu silencio que tuviste que ver en esto", reclama, cruzándose de brazos.

"Yo, perdonáme", le dice India, removiendo su gorra para mostrar un poco más de respeto al notar lo molesto que su... empleador está. "Ayer le pregunté cómo le iba y me dijo que no se llevaba bien con sus compañeros porque les discutía que Santa no existía. Solo le dije que fingiera para ellos, porque ellos creían en eso. Y... bue, sí mencioné que Santa no era gordo y rojo, pero que vos lo representabas".

Rainer bufa, con molestia.

"Esto es justo lo que pedí que no hicieras. ¿Cuántas veces te tengo que pedir que no te metas en la educación de mi hija?"

"¡Eh! Pará", dice India, elevando la voz tanto como él, muy molesta ya, "no es por reclamarte pero me pediste que cuidara a tu nena, y cuando lo hice ella me dijo que estaba triste por algo, la ayudé a lidiar con una situación, en ningún momento contradije una enseñanza tuya, por más en contra que esté."

"Vale, pero decirle que yo soy Santa..."

"No dije que lo eras, ni ella tampoco", le interrumpe. "Dijo que lo 'representabas', es muy distinto. No hay nada de malo en que seás una figura amorosa y preocupada por la bondad de tu nena, haciéndole saber que apreciás todo lo que hace con un regalo. Ché, ¿qué hay de malo en eso?"

"Que no soy así y el mundo allá afuera tampoco es así de lindo como lo describes. ¿Cómo va a enfrentar la realidad con hadas, magia y regalos?"

"Mejor que con la soledad, exclusión social o depresión infantil, de eso estoy segura, porque tu nena cree en las cosas malas que sí existen: fantasmas y monstruos. ¿Me vas a decir que allá afuera no hay monstruos? Y esos son peores que los que ella imagina. La vas a ahogar en una realidad y no la vas a dejar sujetarse de lo único que la puede mantener sonriendo. Porque esa nena que está allá abajo, no está feliz de ocho a dos, te lo aseguro, su único momento alegre es cuando regresa a casa con su papi, con su héroe. ¿Tampoco existen los héroes?"

"Es mi hija y yo decido como educarla", declara él, frente a India. "Mantente lejos de cualquier tema parecido para que nuestra amistad y trato laboral continúe. ¿Estamos?"

India ríe con mala gana.

"Ché, como digás, pero no vuelvo a ayudarte con la nena entonces, jefe", le dice, antes de salir de la habitación y bajar las escaleras sintiendo su sangre hervir con enojo e impotencia al no poder hacer entrar en razón a su vecino, y convencida que la pequeña conversación que sostuvo con la pequeña no hería ni cambiaba la enseñanza del padre hacia la hija, simplemente le brindaba una manera de solucionar el agobio y estrés a una niña de siete años.

"¿Ya te vas, Indy?" escucha que la pequeña le habla desde el pasillo.

"Sí, nena, nos vemos mañana."

"¿No vienes a cenar?" pregunta, con tristeza mientras se acerca a abrazarla.

"No, nena, no creo que pueda, voy a... salir", improvisa apenas, aceptando el abrazo y viendo a Raleigh emerger de la cocina y a Rainer descender por la escalera, ambos con sus facciones molestas.

"Te quiero", dice al pequeña, besando su mejilla y volviendo a la cocina.

India se marcha en cuanto la niña se separa, sabiendo que su relación con los Newman tiene ahora dos aruñones grandes, profundos y dolorosos.

India se marcha en cuanto la niña se separa, sabiendo que su relación con los Newman tiene ahora dos aruñones grandes, profundos y dolorosos

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¡Ché, boludo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora