CAPÍTULO 1. La Reunión

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El viento soplaba en forma de una suave brisa, trayendo con ella un agradable olor a las rosas del jardín. A esas horas, el sol ofrecía un increíble espectáculo de matices propios del atardecer. 

A veces sorprendía con un agradable tono rosa o violeta que se iba fusionando perfectamente con el resto del cielo de un fresco y bonito azul claro, hasta oscurecerse tanto que pasaba a formar la oscura pero bella noche, adornada con millones de estrellas que iluminaban el firmamento.

Aunque hoy el atardecer era de un cálido y precioso tono naranja.

Los pájaros cantores apuraban sus últimos cantos antes de que llegara la noche.

Todo era perfectamente armonioso... al menos casi, ya que las protestas de cierta persona perturbaban la relajante atmósfera.

- Mmm... hmm... Ag, esto es una pérdida de tiempo- resopló un muchacho, que estaba sentado en posición de la mariposa- ¿Cómo no te aburres, hermanita?

La muchacha sentada su lado abrió uno de los ojos y la contempló con fastidio. Suspiró.

- No tiene que ser divertido, Dagón. Estos son ejercicios de relajación para ayudar a sentir el prana del exterior.

- Y dime, querida Elaine ¿Para qué quiero el prana de afuera si con lo que tengo en el interior me basto y me sobro?- preguntó burlón su hermano.

A veces podía ser tan... tan él.

- Si estuvieses más atento a las lecciones de la tía Flaga sabrías que en caso de emergencia, si te quedas sin tu prana para poder defenderte lo que te puede salvar la vida es canalizar algo de energía exterior.

Dagón la miró mientras levantaba una ceja, pretencioso.

- Si me quedo sin prana eso quiere decir que la diversión empieza y estas preciosidades- explicó mientras sacaba un par de afiladas dagas de la chaqueta- salen a bailar.

Elaine puso los ojos en blanco y se levantó también del suelo, dándose por vencida.

- No tienes remedio ¿Sabes? Eres exasperarte.

- Pero soy tu hermano mayor favorito y lo sabes.

- Es que sólo tengo un hermano mayor .

Dagón le guiñó un ojo ridículamente y Elaine no pudo contener la risa. Comenzaron a dejar atrás el jardín para encaminarse hacia la entrada trasera dela mansión, una preciosa vivienda del siglo XIX, pero decorada al estilo victoriano.

- Pues que sepas que eres mi hermana pequeña favorita.- le confió él mientras pasaba el brazo por sus hombros y la atraía hacia él. Después añadió en voz baja- Pero no se lo digas a Darabia o se pondrá celosa.

Ella le apartó de una sacudida sonriendo.

- Sólo soy mas pequeña que tú por 1 año. Además, a Darabia le importa muy poco ser o no tu hermana favorita.

Entraron por la puerta trasera y atravesaron la cocina saludando a las cocineras, que estaban trabajando en la cena.

Dagón suspiró y fingiendo llorar dijo apenado:

- ¿Cómo es posible que no tenga el cariño de ninguna de mis dos preciosas y queridas hermanitas? Un hermano mayor necesita mimitos y cariñitos de sus hermanas. El peso de toda nuestra familia caerá sobre mi algún día y yo necesitaré sentirme querido. Vamos, mírame- puso una pose que debía ser seductora pero que resultaba mas bien ridícula- soy irresistible, nena.

Elaine se cubrió la boca con la mano no reír a carcajadas, pero falló estrepitosamente y se partió de risa.

- Ejem...- llamó la atención una suave voz femenina.

La luz en mi nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora