Capítulo 13- La huída

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La oscuridad envolvía todo a su alrededor. 

Negro y silencio.

Ni siquiera podía ver su propio cuerpo, sus manos, sus piernas. Parecía que aquella situación era desesperante, atrapada en un lugar extraño sin ver ni sentir nada, pero era todo lo contrario.

Una paz inundaba todo su ser e impedía cualquier perturbación. Estaba tan relajada que deseó por un momento quedarse así siempre. Ni siquiera sabía cuanto tiempo llevaba en ese estado. Sus preocupaciones no tenían sitio.

Pero la tranquilidad no duró mucho ya que un dolor atroz recorrió todo su cuerpo. Quiso gritar, mas no podía articular palabra. Se removió desesperada, suplicando que el dolor cesase pero su cuerpo no respondía. El dolor se hacía cada vez mas insoportable. Gritó y esta vez aquello que parecía tener en su boca que no la dejaba hablar ya no estaba. Se oyó a sí misma gritando.

Abrió los ojos de golpe y se dio de bruces con el mundo real. Una fuerte luz en el techo la deslumbró. Se oía alguien hablando alto, como dando órdenes.

Parpadeó varias veces para acostumbrarse a la luz, quiso levantarse pero algo la tenía sujeta a lo que parecía ser una cama. Una sombra apareció sobre ella, reteniendola con fuerza. Elaine asustada luchó por escapar, pero lo que sea que la sujetaba era muy fuerte.

Sintió su rodilla derecha arder y lanzó otro grito ¿Qué le estaban haciendo? ¿Acaso la estaban torturando?

-¡Dejadme en paz!¡Soltadme!- se retorció con desesperación.

-Tranquila- oyó decir a alguien- Solo queremos ayudarte, estate quieta.

Elaine paró por un momento de forcejear e intentó enfocar la situación. Dante la agarraba con fuerza de los hombros y piernas, casi sobre ella para evitar que se moviese. Mientras, su mentor Aureon quitaba lo que parecían ser trozos de cristales de su rodilla ensangrentada.

Una sensación de quemazón recorría las palmas de sus manos y sus rodillas.

Al mirarse vio que estaban vendadas, aunque había sangre en las gasas.

-¿Qué es...?- preguntó entre sollozos horrorizada, cerrando los ojos con fuerza y centrándose en su respiración. No le gustaba la visión de la sangre- ¿Que ha... pasado? ¡Aaah!

Abrió los ojos cuando sintió una fuerte punzada en la pierna.

-Era el último trozo- suspiró Aureon mostrando triunfal un trozo de cristal sanguinolento cogido con unas pinzas. A la muchacha se le revolvieron las tripas ¿Por qué últimamente lo único que hacía era clavarse cristales y desmayarse? Con mucho cuidado el hombre terminó de curar la herida y le puso una gasa.

- Maldita sea- oyó quejarse a alguien. Un científico apareció en su campo de visión- He perdido todo ¡Todo! Jamás había visto algo semejante- señaló a Elaine enfurecido- Tú, maldito y asqueroso demonio, tú has tenido toda la culpa.

Como un chasquido todo encajó en la mente de Elaine. Recordó lo que acababa de pasar. La sala, la falta de oxígeno, la explosión... Había tenido que usar su prana para salvar la vida. Su prana...

Una sensación de pánico, aún mas fuerte que cuando despertó se adueñó de ella. Como por resorte se levantó de la camilla con urgencia.

Dante ya no la sujetaba, sino que estaba justo delante suya, dando la cara al medicucho, que no paraba de berrear.

Aureon también pareció unirse a la discusión intentando calmar los ánimos.

-Ya vienen- susurró Elaine como en shock.

La luz en mi nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora