Capítulo 32- Un lugar tranquilo

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Una luz brillante despertó a Elaine y esta incorporó adormilada. Dirigió una ojeada a su al rededor para comprobar que estaba  en su habitación. Se había dejado las cortinas abiertas y los rayos del sol se reflejaban en su cara. Habría olvidado cerrarlas el día anterior, pero con todo el lío que tuvo...

Las imágenes le vinieron a la cabeza... la fiesta, Dagón, los hermanos del caos, Dante... y por último Etienne. 

Gimió disgustada por ese último pensamiento, sumado a un molesto dolor de cabeza. Se tapó la cara con la almohada, como esperando a que todos sus problemas se esfumaran con tan solo esconderse, pero sabía que las cosas no eran tan fáciles.

Con un suspiro apartó la ropa de cama y se dispuso a ducharse y arreglarse. Una vez lista salió al pasillo dispuesta a visitar a Diego. Sabía que estaba estable y fuera de peligro, pero aún no había ido a verle.

Recorrió los pasillos del centro de forma distraída, mientras pasaba la mano por una de las paredes. Se sentía algo nerviosa. ¿Qué haría si se encontraba a Dante? ¿Cómo se supone que debía reaccionar? De solo recordar el día anterior enrojecía al momento. Intentó no darle muchas vueltas al asunto. Que pasase lo que tuviese que pasar.

Parpadeó sorprendida al ver que ya estaba en la enfermería. A veces estaba tan metida en sus pensamientos que ponía una especie de piloto automático que la llevaba a donde quería sin que se diera cuenta. Sin perder mas tiempo entró a la enfermería con la esperanza de distraerse un rato.

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Una hora después Elaine se encontraba yendo sin rumbo fijo por los corredores vacíos. Se sentía raro, por un lado era relajante, pero por otra parte ese silencio también inquietaba. Había pensado ir a su habitación, pero no le apetecía estar encerrada entre cuatro paredes. Necesitaba aire. Y que mejor forma de despejarse que ir un rato al jardín. Así que se puso en marcha mucho mas animada de haber decidido que hacer con su vida, al menos en los últimos minutos.

Se había quedado mas tranquila al ver a Diego con sus propios ojos. Como todos tenía moratones y contusiones, pero por lo demás estaba bien, la medicina había servido y ya no había rastros de residuos demoniacos en su interior. 

Unas voces animadas la hicieron mirar hacia delante para ver como Etienne y Franchesca se cruzaban en su camino unos metros mas adelante. Elaine dedujo, a juzgar por la dirección a la que iban, que se dirigían hacia el comedor.

El primero en darse cuenta fue el cazador, que frenó en seco por unos segundos. Franchesca no paraba de parlotear detrás de él y sin darse cuenta chocó con su espalda. Iba a preguntarle por qué habían parado cuando vio a Elaine. Su amiga le saludó muy animada e hizo amago de ir hacia ella, pero Etienne, tras un fugaz mirada en dirección de la chica retomó su camino de forma apresurada perdiéndose por la esquina. Franchesca pareció visiblemente confusa, pero tras un gesto de disculpa se apresuró para ir detrás del chico.

El pecho de Elaine se estrujó al tamaño de una nuez sin poder evitarlo. Sintió la imperiosa necesidad de correr tras él, de abrazarle, de disculparse de nuevo y de que todo fuese como tan solo hace unas horas. Pero se contuvo. Tampoco tenía nada por lo que disculparse, no había hecho nada malo... pero Etienne era su amigo. El primero que tenía y el que desde el principio había estado de su lado en todo momento. No le gustaba estar a malas con él.

Intentó olvidarse del tema. De nada servía mortificarse de esa forma. Siguió su camino hacia el jardín, al menos para distraerse con algo bonito.

El jardín era un espacio amplio, lleno de árboles de todo tipo y flores, que servía también de lugar de estudio y recolección del departamento de botánica en el que trabajaba Franchesca. Estaba lleno de flores de distintos colores y de variopintas formas. El recinto se encontraba rodeado por los muros exteriores y altos del centro de investigación, por los que había tenido intención de saltar aquella noche si Dante no la hubiese ayudado a ir hasta Praga. Un par de guardias vigilaban el perímetro desde los altos muros. Allí solo había calma y silencio. 

La luz en mi nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora