Capítulo 28- El cazador

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Elaine gritó al tiempo de ver como esas horribles criaturas caían sobre Dante. Pero este ya estaba preparado, por lo que los esquivo con una envidiable agilidad felina. Sin embargo aquellas criaturas no le daban respiro. 

El chico siguió esquivando a la vez que daba cuchilladas a diestro y siniestro, apenas era un borrón. Elaine comprendió que el día que lucharon en la sala de entrenamiento el joven no había ido en serio, ya que si lo hubiera hecho Elaine habría perdido en apenas tres segundos.

Contuvo el aliento cuando uno de ellos le rozó, pero él logró cogerlo del cuello y con un rápido movimiento le partió el cuello. Otra de las bestias trató de cogerlo por sorpresa de espaldas, pero al parecer Dante ya lo había notado. Se dio la vuelta con una velocidad pasmosa e incrustó el cuchillo en la cabeza de su oponente. 

La criatura chilló  y calló al suelo retorciéndose. Tras unos segundos comenzó a descomponerse hasta que solo quedo un charco de líquido negro parecido al petróleo.

Miró a su alrededor pero había acabado con todos. 

Se volvió hacia los hermanos con expresión de victoria. Elaine pudo escuchar como Dagón rechinaba los dientes.

- ¿Eso es todo lo que tienes?- le retó Dante, haciendo un gesto para señal todos los charcos negros que había por el suelo.

Pero su expresión de seguridad le duró poco, ya que criaturas aún mas grandes parecieron a su alrededor. Dagón sonrió.

- Solo acabo de empezar. No me subestimes, humano.

Los monstruos se agazaparon, listos para abalanzarse, esperando la señal del demonio. Dante se preparó de nuevo, pero entonces la daga se le escapó de las manos. Con un gemido llevó sus manos a la garganta y empezó a toser de forma preocupante. Calló de rodillas  en el asfalto sin poder evitarlo.

- ¡Dante!- gritó Elaine alarmada, sin embargo no se pudo mover. Su hermano no se lo permitía.

Con horror vio como Dagón chasqueaba los dedos y las bestias se echaban contra el cazador. Lo vio todo como a cámara lenta. Se sintió impotente, viendo como transcurría todo sin poder hacer nada... sin poder hacer nada. Ese pensamiento pasó por su cabeza en tan solo unos segundos. Se había prometido a sí misma que no se quedaría mirando nunca mas. No esperaría que nadie la salvara ni se quedaría quieta viendo como mataban a un amigo. 

Una rabia que pocas veces había experimentado se adueño de ella. Solo siguiendo su instinto alzó la voz como nunca lo había hecho.

- ¡FUERA!- rugió.

Sintió un calor en su pecho, un un segundo mas tarde una  energía devastadora salió de su interior. Una onda expansiva invisible se propagó a su alrededor alcanzado a todos. Dagón se encogió emitiendo una exclamación ahogada, pero a Dante no pareció afectarle. Todos los demonios desaparecieron de un plumazo tan rápido como llegaron y por un segundo todo quedó en silencio, excepto por una alarma de un coche cercano que empezó a sonar estridentemente.

Su hermano pareció sorprendido.

- Tu voz... ¿Cómo es posible?- titubeó.

Elaine luchó de nuevo y de un empujón se apartó de él aprovechando su visible desconcierto. Corrió de forma precipitada hasta Dante. Este se encontraba aún en el suelo, con las manos apoyadas en el pavimento, tratando de respirar. Elaine puso una mano en su hombro muy preocupada inclinándose hacia él y Dante tosió de nuevo. Cuando retiró la mano, esta estaba llena de sangre. La chica soltó un gritito, horrorizada.

Por primera vez dirigió a su hermano una mirada que estaba lejos de ser amable.

- ¿Qué le has hecho?- bramó furiosa. Lo único que quería ahora era darle una buena paliza a Dagón.

La luz en mi nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora