Elaine quedó inmóvil por un momento, incrédula al ver a Dagón justo delante suya. Había estado tan ocupada centrándose en salvarle que no se había parado a imaginar cómo sería su reencuentro. No así, desde luego. Siendo honesta con ella misma pensaba que pasaría bastante tiempo antes de que se pudieran ver y su parte más pesimista había dudo si se iban a volver a encontrar.
Aún sin palabras empezó a caminar hacia su hermano sin creérselo. ¿Y si se lo estaba imaginando todo? O peor, ¿ Y si era un truco de su padre para atraparla?
Pero rápidamente descartó esa opción. Aquella esencia... Su aura, la reconocería en cualquier parte. Le tenía allí, a solo unos metros de ella.
Como si de repente su cuerpo despertara volvió a reaccionar y corrió hacía él como si su vida dependiera de ello.
Dagón la recibió con los brazos abiertos y la envolvió en un cálido abrazo. El chico hundió su rostro en el pelo de la muchacha y cerró los ojos, disfrutando del momento. Mientras que Elaine apoyó su cabeza en el pecho de su hermano. Había echado de menos hasta su olor. Sintió que su mitad, esa que habían arrancado aquel día en la prueba volvía a su lugar. Por unos segundos fue realmente feliz.
Se separarono para mirarse el uno al otro.
Dagón alzó su mano y retiró varias lágrimas del rostro de la muchacha. No sabía cuándo había comenzado a llorar.- Veo que sigues siendo igual de llorona.- observó él divertido.
Ella no pudo más que reírse.
- ¿No nos vemos desde hace meses y es lo primero que se te ocurre decirme?- consiguió decir entre balbuceos.- No has cambiado nada.
Dagón puso su mano en la cabeza de la joven, revolviendo sus cabellos como hacía siempre que quería hacerla de rabiar.
- Pero bien que te gusto tal y como soy.
Elaine le miró fijamente. "Gustar" aquella palabra le sonó extraña. Hace tan solo unos meses ni se hubiera planteado esa frase, ese significado. Pero ahora le sonaba ¿Extraño? La sensación fue nueva para ella, se le antojaba rara y molesta.
-¿Que haces aquí? ¿Cómo me has encontrado? - preguntó para eliminar esa molesta sensación de su interior.
La puerta sonó a sus espaldas y notó como Dagón se ponía tenso y miraba de una forma poco amistosa a la persona que había irrumpido en aquel momento. Siseó irritado.
Elaine pareció volver al mundo real cuando se dio la vuelta y vio a Dante allí parado mirándolos. Su mirada le quemó y sin saber por qué se apartó de su hermano. Pero Dagón logró agarrar su mano firmemente sin dejar que se alejara mucho.- ¿Qué es todo esto? - formuló el cazador analizando la situación de forma cauta.
Elaine le sonrió para hacerle ver que no había nada que temer.
- Este es mi hermano Dagón.- le explicó. Intentó acercarse a Dante llevando a su hermano de la mano, pero este no se movió del sitio, aún mirando al cazador con animadversión. - Dagón, no pasa nada. Es un amigo.
- ¿Un amigo? - Elaine tuvo un pequeño escalofrío por su tono acerado.
Cuando se fijó mejor vio que los ojos de su hermano estaban cambiando a unos rojos brillantes. Algo en su interior le gritó que las cosas no iban bien.
- ¿Dagón?- le llamó ella, temerosa.
Pocas veces había visto así a su hermano.
- Elaine,- le llamó Dante, haciendo que la muchacha le mirará ahora a él. Aún así los dos chicos no dejaban de mirarse, tensos. Como si fuera una guerra de miradas o como si en cualquier momento fuesen a saltarse al cuello del otro. Le tendió la mano- ven conmigo.
No supo el motivo por el que le obedeció, pero sus piernas se movieron solas en dirección hacía él. Quizás por el hecho de que su hermano desprendía ahora un aura peligrosa.
Pero Dagón tiró de ella con fuerza para que no se fuera. Su agarre era tan fuerte que estaba empezando a hacerle daño.- ¿Pero que mierda te pasa?- le acusó ella forcejeando sin mucho éxito.- Suéltame.
Dejó de luchar en cuanto observó mejor a su hermano. Una sonrisa que estaba lejos de ser amable se le dibujó en el rostro, su expresión corporal distaba mucho de estar relajada.
- Así que era cierto. Estás con los cazadores.
Su voz fue como un afilado témpano de hielo, fría y peligrosa. Una sensación en su interior le avisó de que algo no iba bien, algo de lo que no se había percatado hasta ahora. La actitud de Dagón no era la de siempre. Tuvo miedo, no miedo de su hermano, sino miedo de saber. Pero aún así preguntó.
Se giró lentamente hacia él.
- Dagón- le volvió a llamar, pero está vez su voz sonó sería y firme lo que hizo que su hermano la mirara nuevamente- ¿Por qué estas aquí?
Por un momento le pareció ver pesar en los ojos de él. Durante un instante...
- Lo siento, Elaine. Padre me envió a buscarte, tenemos que volver a casa.
Esas duras palabras calaron en lo más hondo de su alma. Fue como si ataran piedras a sus piernas y la tirarán al océano. Sus temores se confirmaron.
- No... - negó en un susurro, con el corazón a mil. Pero la realidad no tuvo piedad en golpearle de lleno- !No! No voy a volver con padre.
Intentó zafarse de él, pero intensificó el agarre sin dejarle ninguna opción.
- Elaine, es por tu bien. Padre me prometió que no volvería a ponerte un dedo encima, fue un trato.
La muchacha de retorció, luchando por apartarse de él. Nunca pensó que llegaría el día en el que querría alejarse de su hermano.
- ¿Y tú te lo has creído? Pensaba que eras más listo, hermano.
- ¡Suéltala!- rugió Dante, que se acercaba a ellos de forma amenazante.- Aléjate de ella si no quieres morir.
Dagón volvió su atención hacia él y le dirigió una expresión acerada. Tiró de Elaine más fuerte, haciendo que la chica chocará contra su pecho y la agarró de la cintura de forma posesiva.
- Me gustaría ver cómo lo intentas, humano.- le retó.
Dante paró en seco cuando a su alrededor comenzaron a aparecer sombras, que poco a poco tomaron forma hasta transformarse en criaturas demoniacas. Sus blanquecinas carnes putrefactas desprendían un desagradable hedor, que junto con sus rostros sin ojos y con mandíbulas de dientes afilados daban un aspecto horrible. Uno a uno fueron rodeando al cazador. Había unos siete.
Dante, sin inmutarse, sacó una larga daga de debajo de sus ropas. La chica ni siquiera había notado que iba armado.Al mismo tiempo algo captó la atención de Elaine. Por el rabillo del ojo vio una sombra al final de la calle que pareció ocultarse y desaparecer entre los oscuros callejones. ¿Le había parecido ver a...? Pero rápidamente descartó la idea, ya que no era posible.
- Dagón, por favor. No tienes por qué hacer esto. Puedes venir con nosotros, ellos te protegerán.
Él soltó una carcajada para nada agradable.
- ¿Protegerme? Ellos son los que deberían cuidarse. - dijo de forma críptica.
- ¿Qué quieres decir?
En ese momento, todos los demonios se abalanzaron contra Dante dispuestos a despedazarle.
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La luz en mi noche
FantasyElaine procede de uno de los linajes mas influyentes del mundo demoníaco, pero tras un evento traumático se ve obligada a escapar de su propia familia. Su destino se vuelve aún mas complicado cuando conoce a los hermanos Leblanc, dos chicos con aspe...