Amor Inesperado ❥SV | TERMINADA |

Cena familiar

39.

Sebastián Villalobos

—De acuerdo mamá, hoy a las ocho, bien, nos vemos entonces. Chao te amo — colgué la llamada y regresé a mí habitación.

Sonreí al verla tan indefensa, sin un rastro de maquilla en su rostro. Y nuestra ropa por cada rincón de la habitación.

Caminé hacía ella y el condón que utilice anoche estaba tirado junto a la cama, bien lo decía mi tía en nuestras pláticas adolescentes. “Sin globito no hay fiesta”.

Sonreí malévolo y tomé el condón que ahí se encontraba, lo tomé de la punta ya que aún tenía flujos por parte de ambos y lo lancé a su cara.

—¡Buenos días amor! Levántate que ya es tarde — abrí la cortinas y se escuchó un gruñido por su parte.

—Quiero dormir Sebastián — se quejó y yo negué.

—Éso no decías anoche primor. Anda arriba — jale las cobijas y ella tallo sus ojos.

Se detuvó momento y tomó el condón, al verlo gritó y lo lanzó lejos de su cara.

—¡Idiota! ¿por qué no lo haz tirado en el bote de basura? — Preguntó mal humorada y yo estalle en carcajadas.

—Era para que te levantaras con un gran recuerdo de anoche — entre al baño y tomé el rollo de papel.

Se lo lancé y ella lo atrapó en los aires «Ésa es mi chica».

—Eres un idiota — susurró y me senté frente a ella.

—El idiota que te gusta — me dejé caer encima de ella, quien se encontraba desnuda abajo de mí. En cambio yo tenía un bóxer.

—Déjame levantarme — cuestionó y negué.

—Bonita ropa — me alcé un poco y divisé de nuevo su hermoso cuerpo — Lo explorare una vez más.

—Sebastián.. — habló con voz entrecortada.

Mis besos comenzaron en su cuello hasta bajar a sus pechos, besé cada uno de sus pezones ya erectos y seguí bajando hasta su abdomen, pase mi lengua entre su ombligo y ella enredo sus dedos en mi cabello.

Seguía bajando hasta que llegue a la gran mina, mi respiración agitada permanecía ahí. Su olor era demasiado agradable, pase mis dedos sobre ella y después hundi mi cabeza en mi nuevo hogar.

____________ Martínez

—¡Cena con tú familia! ¿Estás loco? — Pregunté atragantadome con los Hot cakes y él asintió mientras devoraba uno.

—Así es, hoy a las ocho en un restaurante, así que, tienes que vestir elegante.

—¿Y apenas se te ocurre decirme? No tengo nada listo ¡Ni siquiera he echó reservacion en algún lugar de belleza! — grité exasperada y él me miró burlón.

—¿Y qué esperas señorita? ¿A qué te haga yo la reservacion? — Preguntó entre risas.

—Te voy a matar — caminé hacía él y sonrió angelical.