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Sonrío como una niña pequeña mientras me siento junto a las demás nenas.

- ¿Y a Scar que le sucedió? -Pregunta Monzt, una de las más nuevas pero con mucho entusiasmo.

- ¿A mi? Absolutamente nada -Digo sin retirar la sonrisa que llena mi rostro.

Las demás nuevas me preguntan sobre Bruno, hasta las que no estaban lo saben, hacen preguntas de como paga, como lo conseguí y muchas cosas personales, que claramente no voy a revelarles.

Tengo una conversación con ellas, el día no ha estado muy bueno y los clientes ya eran personas con reservaciones. Vemos como ingresan las grandes cajas con las pastillas que nos dan después de cada trabajo.

Cada vez que comparto experiencias con ellas, me doy cuenta de que no soy la mejor ni la peor en lo que hago. Al escuchar a mis compañeras me entero de lo mal que han sido ellas al tratar a los clientes... Desde expulsar un gas, ir al baño cuando iba a empezar la penetración, vomitar al consumir el semen, y muchas cosas más que por respeto no las contaré.

Escucho los testimonios de que desean tener una vida normal y tener un hombre que de verdad nos quiera; es muy irónico que nosotras queramos eso, pero es la realidad... La mayoría de nosotras no está aquí por placer.

Cuando terminamos de hablar nos fuimos a alistar nuestro privado para mañana, y de una vez alistarnos para salir. Ellas me ofrecieron que las acompañara a una fiesta o a un bar. Pero por razones obvias no acepté.

Cuando salí de la agencia caminé hasta mi casa. A medida que iba caminando noté que pequeñas gotas de lluvia se hacían presentes en mi camino. A pocos metros de llegar a mi casa, noté que había una caja algo grande en mi puerta. Camino más rápido y abro rápidamente la puerta, tomo la caja y la coloco dentro de mi casa. Adentro se escuchan sonidos y la caja se mueve. Al mismo tiempo me da miedo que sea algo peligroso. 

Voy a la cocina a tomar un cuchillo, los ruidos de la caja son cada vez más grandes, hasta que ya no se oyen. Por un momento tomo la calma, hasta que veo que la caja está abierta. Abro mis ojos completamente y me pongo a la defensiva. Camino hasta la caja, discretamente la miro y veo que no hay nada. Sólo una nota. La leo:

"No pienses que me conoces, porque no es así; tampoco pienso que en algún momento nos vamos a conocer. Sólo quería dejarte mis mayores tesoros antes de morir. Se llaman Naya y Manu. Naya es oscuro, Manu es claro. Aquí te dejé alimento suficiente para ellos,sé que al parecer no es mucho pero te estoy confiando lo único que me daba fuerzas para vivir... Pero ya no quiero ni eso... Cuídalos mucho, ellos éran todo lo que tenía."

Al terminar de leer la nota estoy muy confundida, miro la caja y ... ¡OH NO!... Alimento para perros.

Entro en un estado de shock, pero algo más en mi mente me dice que debo buscarlos. Los empiezo a llamar por sus nombres. En mi habitación escucho ladridos, corro ahí y los perros se asustan. Los miro de cerca y son dos hermosos Husky siberianos. Hay uno color negro con blanco, se llama Naya, y otro de color café claro, se llama Manu. Al verme empiezan a ladrar... Creo que no les gusta mi presencia. Por un momento pienso en salir pero de inmediato recuerdo que es mi habitación.

Les chasqueo los dedos y ellos vienen. Me dan la patita y mueven sus colitas. Ahora me ladran pero ya no tan fuerte, hasta bajan su cabecilla para que les haga cariños. Los conduzco hasta la sala para darles comida.

Cuando saco la gran bolsa veo que vienen cuatro tazas, dos collares, dos correas, dos juguetes y dos vestimentas.

Tomo dos tazas y coloco una pequeña cantidad en ella. Hago lo mismo para Naya. Les coloco la taza en el piso. Ellos la ven y me vuelven a ver. Es increíble pero para ellos no es suficiente.

Realidad de una prostituta. -Basada en hechos reales-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora