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- Sólo... Buscaba un short de pijama. Pero no lo encontré - Dije tratando de sonar segura

- Bueno, te espero en mi cama, Beb.

Retiré mi casi top, y me coloqué la camisa. Llegaba hasta mis muslos, por lo que me quité la enagua. Me quité la cola de caballo y dejé que mi cabello tomara su propia forma. Retiré lo poco de maquillaje que llevaba. Vi un cesto de ropa sucia y dejé mis cosas ahí. 

Salí del armario y noté que Bruno ya no estába. Salí a la sala de estar y se encontraba hablándo con el señor de la cocina.

Volví a entrar a la habitación, acomodé las sábanas para dormir. Me senté a un lado de la cama a esperar a Bruno, sería muy mal visto que no lo espere.

A los 5 minutos entró, estába sin camisa. Su cuerpo no tiene comparación, tiene abdominales muy marcados y buenos músculos... Definitivamente él es el sueño de cualquier caza fortunas.

- ¿Porqué no te acomodaste ya? -Preguntó Bruno

- Te estába esperando - Contesté débilmente.

Sentí como mi cuerpo se erizaba al sentir que Bruno venía hacia mí. Pero para mí sorpresa se fué del otro lado de la cama. Yo seguía sentada y esperando a que él me diera la orden de poder acostarme.

- Beb, ¿Puedes venir ya a dormir junto a mí?

No le dí una respuesta, sólo me dí la vuelta y puse las sábanas sobre nosotros.

- ¿Estás tranquila, Beb?

- Sí.

Lo miré a los ojos y sonreí, él hizo lo mismo. Pasó su mano por mi cabello. Lo puso detrás de mi oreja y se acercó más a mi.

- Eres muy linda al natural -Dijo Bruno.

- Gracias, nunca me lo habían dicho...

- Cuando quieras te lo vuelvo a repetir.

Sonreí y bajé la mirada. Y dejé que el sueño hiciera efecto en mí...

Despierto y veo que todo está oscuro, las cortinas están cerradas y no hay señales de luz. Miro a mi lado y encuentro a Bruno profundamente dormido. Leves ronquidos sonaban en él. Sus pestañas éran cortas pero levemente rizadas. Me intento mover pero unos fuertes brazos me rodean completamente. Bruno me tiene a escasos centímetros de su cuerpo. Sus músculos se tensan y parece que empieza a despertar. Cierro mis ojos inmediatamente y me quedo inmóvil.

Él se empieza a mover y empieza tocándo mi cabello y luego acariciándolo. Me toma más fuerte y me acerca completamente a él. Escucho un suspiro y dice:

-Eres tan linda Beb, pero jamás podría llegar a tener algo contigo.

Se relaja nuevamente y me da un beso en mi cabello. Escucho su respiración tranquila, lo que da a decir que se volvió a dormir. Yo hago lo mismo y nuevamente dejo que el cansancio llene completamente mi cuerpo.

Abro los ojos al notar que el sol entra por la ventana, directamente a mis ojos. Miro a mi lado y ya no está Bruno. Me siento en la cama y miro a mi alrededor. No hay nadie. 

Salgo de la cama y camino hasta la puerta. En la sala está el señor Nicolá fumando una pipa. Al verme se sorprende de mi atuendo. Supongo que no está acostumbrado a ver una mujer salir de la habitación de su hijo con una camisa Lacoste.

- Beberly, Bella, no sabes ¿Dónde está mi hijo? - Dijo el señor Nicolá bastante preocupado.

- No señor, ¿Está en el baño? - Dije tratando de proponer una idea coherente.

- Ya revisé, el único lugar es en su habitación y la cocina.

Cuando el señor Nicolá dijo eso, nos fuimos a la cocina. Ahí estába él. Sólamente con un calzoncillo puesto. Estába cocinando algo, pero no veíamos qué éra. Él se volteó y se sorprendió bastante de notar nuestra presencia.

- ¿Qué sucede? -Preguntó Bruno confundido

- Siempre te levantas temprano y vas a desayunar conmigo abajo. - Contestó el señor Nicolá.

- ¿ Y tú, Beb? - Dijo Bruno.

- Yo... Bueno, fué extraño despertar y no encontrarte ahí.

- Tranquila Beb, quería hacerte el desayuno pero los primeros huevos se me cocinaron mucho hasta quemarse. Luego los volví a hacer, pero los saqué antes y aún no estában listos.

- Bruno, soy tu padre y tengo  24 años de conocerte y nunca has preparado más que un sandwich.

- Lo sé -replicó Bruno- Pero quería sorprender a Beb con algo echo por mí.

El señor Nicolá sólo me miró confundido. A lo que puedo notar éste comportamiento no es de su hijo. Él lo conoce muy bien y sabe que algo sucede.

- Está bien -Dijo por fin el señor Nicolá- Iré abajo a ver televisión o leer.

Dicho esto se retiró de la cocina y así mismo de la casa-piso de Bruno. Bruno se acercó a mi diciéndo:

- Lo siento, Beb, pero quería llevarte el desayuno a la cama. Puesto que ya te vas.

- Tranquilo Bruno, diré que todo estuvo a la perfección y por eso me atrasé.

Él sonrió, y se dirigió al sartén y de nuevo volvió a cocinar.

Yo fuí a la sala y directamente al sillón reclinable. Me puse a pensar en qué debo hacer hasta salir. Nunca me ha gustado las despedidas, y menos si tengo que despedirme de una persona en la cuál estoy teniendo tanta confianza como Bruno.

Bruno me llamó a que fuera al desayunador. Tenía huevos perfectamente cocinados, tostadas con mantequilla y jugo de naranja.

- Me encantaría quedarme con el crédito pero no lo hice yo sólo... Espero que lo disfrutes -Dijo con una gran sonrisa.

-Gracias es muy lindo de tu parte, Bruno.

Seguimos comiendo, todo era silencio excepto por el ruido de nuestros cubiertos tocándo la comida. Terminamos el platillo, Bruno se encargó de llevarlos y lavarlos. Luego se acercó a mi oído y susurró:

- Tengo que ir por 30 minutos con mi padre a una reunión. Apenas llegue te llevaré a tu casa, ¿está bien, Beb?

- Si está bien.

Ese será mi tiempo perfecto para poder salir sin que él se dé cuenta.

- Bruno, ¿Me puedes traer mi bolso?

Realidad de una prostituta. -Basada en hechos reales-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora