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-Papá... ¿Qué haces aquí?

El señor Nicolá no respondió, sólo dió media vuelta y caminó hacia la sala.

- Escucha -Me dijo Bruno-, iré a hablar con mi padre. Ponte la ropa que te di ahora.

Beso mi frente y se fué a la sala. No quise escuchar su conversación pero era algo inevitable, había conocido al sonriente y amable Señor Ricci, pero no éste que llega con cara de pocos amigos a hablar seriamente con su hijo.

Me pongo del otro lado de la puerta y se escucha muy leve, pero se escucha.

-¡Lo sabías muy bien! -Exclama el Sr. Nicolá.

-Y porque lo sabía lo hice, papá.

-¿No entiendes que la tradición Ricci está en juego? ¡Vas a llevar la vergüenza a la familia!

-No me interesa -Contesta Bruno, realmente calmado-. Es mi vida, la familia no me va a definir el rumbo que tomaré.

Escuché pasos y corrí hacia el armario, tomé unos calzoncillos de Bruno y me puse el short. Escuché como abrieron la puerta del armario y yo aún estaba sin ropa en la parte superior.

Él me miró e hizo una sonrisa forzada. Se acercó a mi y puso su mano en mi espalda desnuda. Acarició mi piel sin más, luego de eso junto sus labios con los mios. Pero esta vez fué diferente, su sabor era más tierno y más tenaz que cualquier otro. Una mezcla extraña pero que sólo él sabe combinar de esa manera.

Siento su mano en mis pechos, los acaricia suavemente, ésto hace que el beso se torne un poco más apasionado. Oh Bruno, si que te gusta verme sufrir.

Detiene el beso y sale del armario. Extraño.

Termino de vestirme y salgo, en la cómoda busco un cepillo pero sólo hay un peine pequeño. Creo que de algo servirá. Peino el cabello y miro mi rostro, mis ojos tiene brillo... No puede ser. 

Me quedo sentada en la cama por un gran rato, espero a que Bruno venga pero no lo hace. Camino hacia la sala y él está dormido en el sofá. La televisión aún está encendida y él tiene el control en sus manos. Me acerco a él, tomo el control y apago el televisor.

-Bruno... Bruno.

Toco levemente su hombro pero él no responde. Está profundamente dormido.

-Déjalo dormir en paz.

Subo la mirada muy asustada y me encuentro con el señor Nicolá mirándome con una mirada dura e impenetrable.

-Sólo quería decirle que ya me tengo que ir -Dije con un hilo de voz.

-Ya era hora de que te fueras, le diré al chofer que te lleve.

Dió media vuelta y comenzó a ir por las escaleras. Me acerqué a Bruno y besé su frente. Quise besar sus labios pero probablemente lo despertaría.Fuí a la habitación por mis cosas y mi vestido. Sonreí y me puse en marcha detrás del señor Nicolá. Bajé las escaleras, piso tras piso hasta llegar al primero. Él abrió la puerta y yo le sonreí. Él me devolvió el gesto pero por dentro sabía que no era así. 

Caminé hacia el auto que estaba en frente y un tipo de unos cincuenta años me abrió la puerta, nunca lo había visto en ésta casa. Ingresé al auto y él cerró la puerta. Miré la casa y lo más importante, el último piso. Por fuera no parece, pero ahí vive una de las mejores personas que puede existir en el mundo.

****

El auto me deja frente a la entrada de mi casa, agradezco al señor y me bajo. El auto da media vuelta y se va. Camino a la entrada, saco las llaves y abro la puerta. La casa está en las mismas condiciones en las que la dejamos Bruno y yo. Dejo las cosas en el mueble de cocina y pongo el vestido en mi habitación. Tomo el teléfono y llamo a la agencia.

- ¿Diga? -Contesta Cassandra.

- Hola Cassandra, soy Scarlette, ¿Que hay?

- ¿Qué hay? ¡¿Qué hay?! Chica un tipo llegó y mató a una nena, el tipo anda libre y Hazel tiene que enfrentar cargos... ¿Cómo crees que va todo?

- Yo... Yo... No sabía nada... ¿Pero la agencia continúa? -Balbuceé.

- No, Scarlette, no continúa. Estamos mandando a todas las nenas a nuevos night clubs, a ti te tocaría el Diamonds black.

- Sé cual es, pero no creo que entrar ahí... Dicen que sólo expertas pueden entrar.

- Vamos, Scarlette, sabes que puedes entrar ahí... Ahora adiós que la policía continúa buscando pruebas.

Y colgó... 

Realidad de una prostituta. -Basada en hechos reales-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora