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- Para mí es un placer poder compartir tiempo con mi amigo -Dijo el señor Ricci en su habitual acento italiano.

- Me alegra tenerte aquí, Nicolá -Contestó amable mi padre.

El señor Nicolá saludó a cada uno de los invitados. Cuando llegó donde mí su cara de sorpresa no se hizo esperar.

- ¡Beberly! ¿No me digas que eres la hija de Marco? -Asentí- ¡Valla! Quién lo diría, aún recuerdo la primera vez que ... -Fué interrumpido.

- Que llegamos a su oficina -intervino Bruno - ¿Recuerdas, padre?

El señor Nicolá lo miró y entendió la indirecta.

- Ohh si, ese día que fuimos por negocios y nos atendiste muy bien... -Dijo el señor Ricci mirándome y esperándo una aprobación.

Asentí y luego nos sentamos en la mesa, yo me senté junto a mi padre y una esposa de un ex compañero de papá. La mayoría hablaba entretenida mente sobre negocios, política, el clima y demás. Por ocasiones miraba a Bruno, parecía entretenido hablándo sobre economía y estadística. Yo por mi parte, jugaba con los cubiertos nuevos.
Mamá llegó con una sopa bastante deliciosa. Todos comieron muy lentamente, ya que estaba bastante deliciosa.

- Bueno, Marco, cuéntanos, ¿Cómo te ha ido últimamente? -Preguntó el señor Ricci.

- Verán -Comenzó papá- Después de que mi dinero ya no era útil para el tratamiento y medicinas, mi hermosa hija comenzó a trabajar. Ella nos ayudó casi que en todo momento. Trabajó y pudimos comprar mis tratamientos, las medicinas no eran un problema. Al tiempo nuestra casa se comenzó a deteriorar y ella nos dió su dinero para poder tener una mejor infraestructura... El momento más triste fué cuando nos dijo que quería vivir sola, la apoyamos en todo momento pero nos dolió mucho, pero claro nunca dejó de ayudarnos en ningún momento. A veces pasan semanas sin que nos veamos, pero nosotros estamos muy orgullosos de ella, siempre nos ayudará, eso lo tengo por seguro. Mi hija es mi orgullo.

Mi hija es mi orgullo... Esas palabras se grabaron en mi mente. Todos asentían con una gran sonrisa, hasta el señor Nicolá asentía. Sólo Bruno mirába a mi padre. No comprendía que expresaba su mirada... ¿Comprensión? ¿Vergüenza? ¿Lástima?.

Mi madre trajo el plato fuerte, arroz blanco con carne en salsa blanca acompañado de una ensalada. Y un vino Cabernet. Mamá pensó en todos los detalles.

Todos comían y volvían a hablar sobre economía, pero con la diferencia de que Bruno ya no participaba. Terminamos la comida pero la charla seguía, en pocas ocasiones me preguntaban mis intereses, y al ver que no era algo interesante me ignoraban.
Noté como Bruno se retiraba de la mesa y pasaba frente a mí, me hizo una seña de que saliéramos. Lo seguí viendo para verificar que sí era a mí. Cuando llegó a la puerta y vió que no me había movido, volvió a hacer la seña y salió. Moví suavemente mi silla, la verdad nadie pareció notar que no estába en la mesa. Caminé hacia la puerta y en el lado de la derecha estába Bruno. La noche ya se podía sentir, y un aire bastante frío se sintió.

- ¿Qué sucede? -Pregunté.

- Ya no soporto estar ahí, no sirvo para ese tipo de reuniones dónde sólo les importa hablar  sobre la economía de mi familia -Contestó exasperado.

- Debes de acostumbrarte, en un tiempo te preguntarán a tí sobre la economía de tu familia -Admití.

- Lo sé, pero no lo quiero aún...

No supe que responder luego de eso. Noté como él sacaba un cigarro de su bolsillo y un encendedor. Lo encendió y comenzó a fumar, creo que para mí fué una indirecta de que ya no quería hablar conmigo.
Di media vuelta y volví a entrar, pero no me dejaron, Bruno tomó mi brazo y me regresó a fuera.

- ¿Porqué ibas a volver a entrar? -Preguntó.

- Supuse que ya no me querías aquí.

- Sólo estoy fumando, no te estoy diciéndo ¡Vete!.

- No sabía que fumabas.

- No lo hago, sólo cuando estoy desesperado, es una forma de hacer que mi enojo baje un poco -Admitió Bruno.

Sólo levanté las cejas en forma de sorpresa, no quería decir algo que pudiera hacer que las cosas estuvieran peor de lo que están.

- ¿Porqué lo hiciste? -Preguntó él.

- ¿Hacer....? -Contesté confundida.

- Besarme.

Noté el disgusto en su hablar. No sabía porqué lo había echo, sólo fué algo que quise hacer. Nunca lo había echo por mi cuenta y creí que él sería el indicado. Pero me equivoqué.

- No lo sé -Contesté- Simplemente sucedió...

- Pero no debió suceder -Botó su cigarro- No me lo tomes a mal, pero no lo vuelvas a hacer.

- De eso no tienes que preocuparte, no hay nada que me haga querer volver a hacerlo.

Sentí su mirada sobre mí, al igual que sentí cómo se acercaba. Puso su mano  en mi cabello, lo comenzó a acariciar suavemente.

- Me recuerdas mucho a ella -Dijo Bruno sonriendo.

- ¿A tu ex novia? -Pregunté.

Él negó con la cabeza.

- A mi madre.

Miré como sus ojos mostraban dolor, amaba a su madre. No lo iba a obligar a hablar sobre ello, le dolía... Tanto como a mi me duele como está mi padre.

- Sucedió hace varios años, yo la amaba como nadie. Creo que la única persona que quería a mi madre tanto o más que yo era padre, pero sucedió. Ella nos abandonó, tenía su cabello oscuro y ojos cafés. Ella siempre dijo que yo sólo soy hijo de mi padre, de ella sólo tengo su increíble amor por las cosas de la naturaleza y amor por todo lo que me rodea, y su gran capacidad de luchar por todo lo que quiere.

Realidad de una prostituta. -Basada en hechos reales-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora