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Nuestras miradas dejaron de conectarse por... ¿Una hora? O eso fué lo que sentí. Esto no era como esos tipos que te miran en la calle y te dicen cosas obscenas, no, éste era Bruno y él puede decir con toda confianza "Soy diferente a todos los borrachos, mujeriegos, vagos que hay allá fuera"

Tengo la mirada fija en la catarata, está hermosa y se ve aún mejor con la luna de reflejo, es increíble que no hay ni el más mínimo rastro de basura, todo está tan limpio y sereno. Es el lugar perfecto.

Bruno me tomó la mano y nos sentamos sobre un tronco limpio.

- Cuando tenía quince años -Habló Bruno- me enamoré perdidamente de la hija del mejor amigo de mi padre, ella era pequeña, muy pequeña, sus ojos grises siempre me hechizaban al igual que su ondulado cabello negro. Una vez tomé el valor de hablarle, ella me contestó amablemente; cuando habían fiestas y reuniones ella llegaba, hablábamos bastante casi siempre... Una vez en una fiesta a los dieciséis ella llegó a hablarme, ya era usual hablar las cosas que habían sucedido mientras no nos veíamos, yo ese día le iba a hablar de mi atracción por ella -suspiró- Pero ella me habló de un chico de su escuela, me dijo que él la estaba enamorando, y que ella tenía que contárselo a su mejor amigo... Yo. A partir de ese entonces nunca más me volví a enamorar, nunca más regalé una flor, nunca más supe lo que era decir te quiero, salvo a mi padre.

En este momento se supone que le debería de contestar algo a su favor, algo que lo haga sentirse mejor... ¿Pero qué? ¿Insinua que me convierta en su mejor amiga? ¿Quiere que sea su amiga? No lo sé... Bruno Ricci es la persona más confusa que conozco.

Trato de buscar las palabras para contestarle... Nada.

- Me dejaste sin palabras -Contesté francamente.

- Eso no es usual, siempre tienes algo bueno que decir -Sonrió- Te lo cuento porque quiero que sepas más sobre mí, y porque también quiero saber más de tí.

- Ahora que recuerdo, cuando llegué a tu casa me dijiste que tuviste una relación por intermedio de tu padre, ¿Eso no cuenta, para que te enamoraras? -Pregunté

- Se llamaba Valeria, era el doble de millonaria y poderosa que nosotros, papá no quería la fortuna de su familia, pero ella era increíblemente hermosa. Los padres de Valeria me amaban, literalmente, ellos me veían como un segundo hijo. Ella era muy materialista, pero en cierto punto era humilde a pesar de los millones que tenía. Casi siempre que salíamos ella me llevaba de compras, compraba ropa de hombre mayor e íbamos a dejarla a los indigentes de las calles. Yo compraba cobertores y comida, mientras ella les daba ropa. Hacíamos un sondeo para ver los niños que habían en la calle, comprábamos juguetes, ropa, leche y comida para la madre o padre que estuviera con ellos. Valeria me enseñó muchas cosas sobre la humildad y darme cuenta de que no somos ricos si tenemos más dinero, sino a cuántos ayudamos con todo ese dinero.

- Me encantaría conocerla, personas como ella hacen que nuestra sociedad no esté tan perdida, las buenas acciones hacen que recordemos a las personas... ¿Recuerdas? -Pregunté sonriente.

- Oh beb, tu maldita carta casi me da un ataque. Cuando no te encontré pensé que te había sucedido algo malo.

- No me gustan las despedidas, y pensé que esa era una despidida definitiva -Dije arrepentida de mis palabras.

- ¿Querías despedirte de mí, totalmente? -Preguntó Bruno decepcionado.

- ¡NO! No pienses eso, me gusta pasar tiempo contigo, creo que te lo he dicho millones de veces y lo seguiré diciendo hasta que lo entiendas.. Eres diferente.

Él suspiró y trató de sonreír.

- Cuéntame de tí, a parte de lo que ya sé.

- Bueno -Comenzé- Cuando estába en Noveno grado de la secundaria, llamaron al colegio. Solamente llegaron a mi salón de clases, me tomaron del hombro y me sacaron. Llegué a la oficina del director y éste me dijo: Debes de estar tranquila y fuerte. Y fué cuando me informaron que mi padre tuvo un derrame cerebral. Llegó mi tío por mí y me llevaron al hospital. Por fortuna mi padre despertó un día después. Le hicieron exámenes y quedó muy débil. El derrame afectó su vista y su habilidad para caminar. Lo llevamos a terápia, pero él se resignó a caminar más. Desde ahí quedó en cama hasta el día de hoy. Mamá lo tenía que cuidar y renunció a su trabajo, no le dieron nada de dinero. Usamos los ahorros de papá pero en dos años se nos acabó. Yo perdí un año en la escuela y cuando ocurrió el derrame tenía 16 pasaron los dos años y ví un rótulo: ¿Necesita dinero fácil? No pierda tiempo y venga. Fuí sin saber lo que me esperaba. Había escuchado hablar de la prostitución, pero nunca me imaginé haciéndola. Yo era virgen, así que el primer cliente pagó mucho más por mi virginidad... Y así pasaron éstos cinco años en los que mis padres piensan que trabajo en una oficina como secretaria. Cinco años dónde pude arreglar la casa, donde pude comprar los mejores medicamentos, donde pude darle estabilidad económica a mi familia y a mi misma.

De la misma manera en que yo me quedé muda con la historia de Bruno, él quedó perplejo con la mía, no tengo intención de causar lástima. Sino que él es de las pocas personas que puedo confiar y dar a conocer mi realidad.

Bruno sólo miraba al suelo, por instantes quería hablar pero las palabras no salían de su boca.

- No tienes que decir nada, Bruno, sé que és inesperado pero es mi realidad.

- Si que es inesperado... Quiero contarte lo que sucedió con mi madre. Pero no puedo... no aún.

Realidad de una prostituta. -Basada en hechos reales-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora