Capitulo 19

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- ¿Naomi por qué te pusiste pálida? – pregunto preocupado.

- Hace un poco de calor – conteste, ventilándome con mi mano, para recuperar el calor.

- Pensé que era el único – contesto.

- ¿Quieres que demos una vuelta?

- Me parece buena idea – necesitaba despejar mi mente.

El pago la cuenta y volvimos al auto.

- ¿Quieres ir a cabo viejo?

- Si, por favor.

Unos 20 minutos después, estábamos frente a la casa de mi tía.

- En serio que está haciendo calor – comento Tony - ¿Hace cuanto que no venias por estos lares?

- Demasiado tiempo, a veces extraño vivir por aquí.

Volver a este sitio, me hacía sentir nostálgica.

- ¿Por qué?

- Nose, creo que es por todos los recuerdos que deje en esa casa.

- Bueno básicamente tú vida en Londres empezó aquí.

Me sentía extraña.

- Empezó y se volvió un caos aquí – comente, detallando la casa.

- No todo fue malo – paso su brazo por detrás de mi cuello – Vamos a caminar, quiero ver el lago.

- No, claro que no – reí – También fui feliz en esa casa.

Inmensamente feliz.

- Es lo que tienes que recordar – dijo – Siempre he pensando que uno de esta vida se tiene que llevar solo los recuerdos buenos. Claro las cosas negativas son importante, pero eso debe quedar en un segundo plano – comentaba mientras llegábamos a cabo viejo.

- El problema radica, al menos en mi caso, que la mayoría de las cosas en mi vida han sido negativas y todas se aglomeran entre esa casa y el viejo instituto – respondí.

- Pero míralo así, ya no estás ahí, ni él en viejo instituto, es la oportunidad perfecta que la vida te está dando para empezar un nuevo capítulo, para que esos espacios comunes los llenes de buenos recuerdos y te olvides del pasado.

Nos detuve y lo mire por un instante.

- A veces nose como tienes tanta razón Ricks – conteste y sonreí.

- Siempre tengo la razón – bromeo y continuamos caminando.

- No siempre, en realidad casi nunca – exprese – Pero igual me caes bien.

- ¿Te caigo bien? – pregunto sorprendido, separándonos.

- Si – conteste sin poder contener la risa.

- Eres terrible – continuamos nuestra caminata.

Pero por más grato el momento, ese pensamiento no se apartaba de mi mente, imaginar que Santiago podría haber estado con Vanessa, era una tortura.

- Llegamos – dijo mi amigo.

Aun estaba ahí, igual de esplendido y sublime, con el reflejo de la luna en su máximo esplendor.

- ¿Te quieres meter? – pregunto.

- Esta vez paso.

- Yo también, debe estar igual de helado, no importa el calor.

SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora