Capitulo 1

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Estaba sobresaltado por lo que acababa de suceder, ella literalmente estaba en llamas.

- ¡¿Cómo diablos hiciste eso?! – pregunte asombrado.

Alzo sus palmas y me las mostro, encendidas en fuego por completo.

- Es un don que me confirió el dragón – explico.

Lo detalle con curiosidad.

- ¿Y no te quema?

- A mí no – chasqueo sus dedos y las llamas desaparecieron – También puedo leer los cuerpos, así como Araroni.

- ¡¿Estás hablando en serio?! – estaba más que impresionado.

- Si – respondió animadamente.

- A ver, léeme – pedí.

Ello fijo su mirada en mí.

- Puedo leer que tienes hambre y... - hizo una pausa – Estas ciertamente preocupado por mi nuevo puesto – acato.

- Impresionante.

- Gracias – se encogió de hombros de manera halaga.

- Ahora si hay que tenerte miedo.

- Ahora no puedes ser infiel, sino lo descubriré tan solo con leer tu cuerpo – bromeo.

- Tampoco lo haría – la hale y le di un beso para confirmarle lo que decía - ¿Y eso es para siempre? – pregunte.

- No, cuando salga del clan tendré la opción de devolverlos y almacenarlos por si ocurre alguna emergencia mundial.

- ¿Devolverlos? – la mire extrañado y la solté.

- Santi – y supe por su tono que había algo que no sabía – Hay cosas que no te dije, con respecto al brujo – comento apenada.

- Bueno creo que en este punto, es obvio que no nos dijimos muchas cosas – confesé, inclinándome de adelante hacia atrás y metiendo mis manos en los bolsillos.

- Le pediré a Eliot que nos traiga algo de comida y así podemos hablar tranquilamente.

- ¿Ya vas empezar a mandar? – bromee.

- Es mi trabajo – contesto divertida.

Al cabo de un par de minutos Eliot apareció con un bandeja llena de mucha comida y Alena trajo la bebida.

- Muchas gracias chicos – respondió amablemente Naomi.

- De nada líder – respondieron ambos, parándose firme.

- Muy graciosos – vacilo mi chica.

- Acostúmbrate – contesto Alena.

Ambos se retiraron y nosotros nos sentamos en uno de los sofás que había frente a una de las estanterías. Coloque la bandeja en la mesa y empezamos a deleitar los bocadillos que habían preparado para el brunch.

- ¿No te molesta que nos quedemos aquí? – pregunte.

- No, realmente ese brunch es solo para comer y hablar y con la bulla de tanta gente será incomodo.

- Está bien – tome un panecillo.

- ¿Por dónde quieres empezar?

- El brujo – respondí.

SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora