Capitulo 26

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Sentía tan pesado mi cuerpo que no quería ni abrir los ojos. Hasta que oí algo y era Vanessa entrando a la habitación. Me incorpore de inmediato.

-         ¿Qué hora es? – pregunte aturdido.

-         8:50 am – contesto.

-         ¡¿Qué?! – me incorpore.

-         ¿Dormiste bien? – se sentó a mi lado.

-         ¿Dormir? ¿Dormimos juntos?

-         Más que eso – sonrió.

La cabeza me dolía muchísimo.

-         ¿Cómo que más que eso?

¿Qué diablos había pasado?

-         No me digas qué no recuerdas... - rio.

-         No me acuerdo de absolutamente nada de lo que paso anoche – confesé.

-         Cómo te vas acordar con esa borrachera que tenias encima – se paro – Pero estuvo fantástico.

¿Fantástico? ¡Dios mío no podía ser! El corazón se me acelero.

-         ¿Tú y yo...? – me pare alterado.

-         ¡Aja! – tenía una sonrisa de oreja a oreja.

-         No, claro que no – negué – Me acordaría o al menos fuese amanecido sin nada.

Llevaba un mono que no era el mismo que tenia anoche ¡Puta Madre!

-         Santi que no te acuerdes no quiere decir que no paso – dijo.

No, no no... ¡No puede ser!

-         Ayer tuvimos sexo, aquí en tu cama, no veo porque te alteras – se encogió de hombros.

-         No... No quiero ofenderte pero, eso es imposible, yo no te toque.

-         Ahm... te recuerdo que fuiste tú quien me beso primero – acoto.

-         ¿Yo? – ni siquiera recordaba eso.

No podía ser posible, fuese amanecido cansado y no veía ningún condón por el suelo.

-         ¿Estás segura? – el corazón se me saldría – Es que yo...

-         ¿Acaso sobrio no me tocarías? – pregunto cruzándose de brazos.

¡Maldita maldita sea!

-         ¡¿Nos cuidamos al menos?! – si decía que no, lloraría.

-         No, no tenías nada.

¡Estaba al borde de un infarto!

-         Tranquilo, ya me tome mi pastilla de hoy.

Me senté en el borde de la cama ¡Tenía que ser un maldito sueño!

-         Tu papá salió muy temprano con tu hermano, supongo.

-         ¿Nos vieron? – voltee hacia ella, atónito.

-         No, relájate – ella podía estar tranquila porque no sabía qué era lo que esto representaba – Por un rato te olvidaste de la mujercita esa – acato.

¡Quería morirme, no podía haberme acostado con la prima de Naomi! Maldecid todo lo que pude. Trate de hacer memoria pero estaba en blanco, estaba tan ebrio, tan molesto, despechado que... ¡Dios! Suspire, me apoye sobre mis rodillas y tape mi cara con las palmas, esto no podía haber pasado. Es que sencillamente no podía ser posible, ni ebrio se me ocurriría tocar a Vanessa. Tenía hasta ganas de llorar.

SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora