Capitulo 30

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Como si fuese revivido, como si fuese recuperado el aire. Repetía una y otra vez como había despertado esta mañana, de golpe y saliendo de un ahogo. Mi mente parecía esta aturdida, tanto que no recordaba que había hecho antes de dormir. El momento en el que vi la claridad pasar por mi ventana, fue como ver mi propia mente, sin nada, vacía y el hecho no me molestaba. Solo me hacía sentir rara, diferente como si faltase alguna pieza en mí.

Oí gritar mi nombre y fue cuando desperté de mi ensoñecimiento de esta mañana. Era uno de los líderes del clan que había atacado el castillo recientemente. Al que había apuntado e iba prácticamente arrastrado por los guardias hacia las celdas.

- ¡Soy yo, Alan! - gritó desapareciendo del pasillo en conjunto con los demás detenidos.

- Alan... - repetí para mí, extrañada.

- Guess - dijo uno de los guardias - El rey le llama en su despacho.

A lo que yo salí de mi burbuja y me dirigí al sitio. Toque la puerta y espere mi pase.

- ¿Ya los encarcelaron? - pregunto acomodando unos papeles.

- Si majestad - confirme.

- Bien, no quiero que te acerques por nada del mundo a ellos. A menos que yo te lo ordene.

Desde que apareció esa gente, se cultivaron en mí las dudas.

- ¿Cómo saben mi nombre? - pregunte preocupada.

- Conocen a todos aquí – argumento – Es obvio, no nos iban atacar sin investigar hasta al que saca la basura.

Su respuesta no me convencía.

- Pero parecen tener un interés especial en mi - dije sin entender nada - Quiero decir, la cara de asombro al verme fue como...

- ¿Cómo qué? - pregunto irritado.

- No lo sé, como si lo sorprendiera que estuviese ahí, parada - lo siguiente que diría, podría darme una pista y a la vez me atemorizaba – Viva.

- ¿Viva? - burlo - ¿A caso estás pensando que te secuestre? - pregunto ofendido.

- No recuerdo nada, solo actuó por inercia.

- Ya te lo dije, sufriste una fuerte contusión días atrás.

- ¿Tanto así como para ni recordar si tengo familia o no?

Él puso los ojos en blanco y se sentó.

- Claro que tienes familia - respondió - Muy lejos de aquí.

- Pero...

- Guess - interrumpió - Todo esto está muy reciente, poco a poco se ira aclarando tu mente y recordaras todo.

- Disculpe mi insistencia majestad - dije apenada.

Se levantó y camino hacia mí.

- No te preocupes, lo que debes recordar está a simple vista - comento, colocando un mechón detrás de mí oreja.

Y en cierto modo sus palabras me producían temor en vez de tranquilidad.

- Ya puedes retirarte.

- Permiso – dije levantándome.

S

Todos en la sala habíamos quedados estupefactos e Ignacio parecía un desquiciado haciendo mil llamadas. Estaba incrédulo como todo esto había pasado tan rápido y la peor parte era que ellos habían sido encarcelados y no teníamos forma de comunicarnos.

SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora