Capitulo 20

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Esta chica... ¡Era físicamente muy parecida a mí! Cabello oscuro, sus ojos eran del mismo color que los míos, pero una tonalidad más clara, los rasgos eran finos, nariz semiperfilada... ¡Maldición era como verme a esa edad!

- ¡No voy hablar con ella! – grito y seguidamente recibí un escupido a la cara.

Respire hondo y me limpie el rostro.

- ¿Quiere que le demos una descarga eléctrica? – pregunto uno de los guardias.

- No, está bien – conteste practicando la paciencia – Solo está alterada.

- ¡No voy a decirte nada perra! – exclamo con mucha rabia.

Calma Naomi, solo piensa que tú estabas igual de asustada que ella en ese momento.

- Buenas noches Clementina, soy la agente Guess – me presente y abrí su expediente.

- ¡No voy hablar contigo, suficiente me han torturado! – expreso, con los nervios de punta.

Y sentí como su nerviosismo no se debía a mí, sino a los guardias.

- ¿Podrían esperar en la puerta? – pregunte amablemente.

- No creo que sea correcto – contesto uno de ellos.

- ¡Naomi eso no está permitido! – me hablo Rodrigo, al oído.

- Por favor, alteran a la chica – explique – Solo quiero calmarla.

- Disculpe Srita Guess, pero no creemos que sea conveniente ¿Qué tal si logra atacarla?

- Guess, no insistas – pidió Rodrigo.

- ¿Qué puede hacerme si esta maniobrada por completo? ¿Escupirme?

- No la conoce, es muy altanera – respondió el guardia.

- ¿Y como no lo va a ser si la están maltratando? Es inhumano, además ella sigue siendo una dama – me pare – Que podría ser la hermana, la prima de cualquiera de ustedes – fui señalando a cada uno – Así que si no van a colaborar, será a su misma manera – dije – Nos esperan en la puerta y es una orden – acate seriamente.

- ¡Naomi Guess declina esa orden ahora mismo! – exclamo Rodrigo.

- ¡Pues lo siento Rodrigo, pero no me vas a decir que esta y no permitido en mi propio clan! – dije viendo hacia el espejo, muy molesta – Afuera, ahora – repetí, volteándome hacia los guardias, trompuda.

Y tal cual, hicieron caso. Me quite el auricular y me volví a sentar.

- ¿Mejor? – pregunte.

- Un poco – murmuro y se veía tan confundida – Gracias por... - se inmuto.

- ¿Por defenderte?

- Ni siquiera sé porque te lo agradecí, eres una de ellos, igual de despiadada – dijo con mucho rencor.

Sus palabras fueron tan sentidas para mí, pero no podía perder mi postura de líder. Soné mi garganta y me fije nuevamente en su expediente.

- Clementina... - suspire - Cuéntame que te hizo llegar hasta aquí.

- ¿Por qué haces preguntas estúpidas?

- ¿Te parece una pregunta de categoría estúpida?

- Lo es, para qué preguntas lo que ya sabes.

SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora